A Ted Williams se le respeta en el universo del beisbol. En Boston se le venera.
“David Ortiz es el primero en admitir que Ted Williams está adelante. Es decir, Williams es el ‘Big Papi’ hasta para ‘Big Papi’”, escribe Ron Borges, del Boston Herald.
Y ciertamente así es. Williams es el patrón por el que se mide a los bateadores. Su nivel de precisión, reflejado en asombrosas cifras, lo tiene en la cima. Eso lo sabe Ortiz, conocido como “Big Papi”.
Pero hay aspectos de los cuales Ortiz puede estar orgulloso ahora que se despide: relanzó una carrera que iba hacia ningún lado y podría acabar en Cooperstown.
Y mejor aún: ganó tres Series Mundiales (2004, 2007 y 2013), incluyendo la primera, que acabó con la “Maldición de Ruth” que hizo pasar a Boston 86 años sin ganar un clásico de octubre.
Además Ortiz tiene cifras sólidas. Es bateador de 500 jonrones (526) y empujador de 1,700 carreras (1,716) con 10 Juegos de Estrellas y múltiples reconocimientos.
Williams en tanto, pese a su brillante historial, no ganó Serie Mundial y cuando fue a una (1946) bateó .200 (25-5) sin jonrones y con una empujada. Ortiz, por su lado, hizo fama en los playoffs.
Además en su año de despedida, Ortiz pareciera estar en su apogeo. Tiene 23 jonrones, con chance de ir tras los 35 de Dave Kingman en 1986, el récord del año final.
Williams se retiró como un grande: .316, 29 jonrones y 72 empujadas. Esas cifras serán superadas por Ortiz, quien no obstante, seguirá detrás del venerado artillero.
Pero Boston no ha tenido un bateador más importante que Ortiz. Ahí ni Williams lo alcanza. Cuando se haga el repaso se tendrá que hablar de David, con más o menor pompa que Williams, pero estará en la conversación.