Como todas las culturas importantes del mundo, la china tiene sus mitos sobre la creación del mundo y el origen de los dioses (teogonía) y de las personas humanas.
“Los temas de los mitos chinos tienen paralelos significativos con los de otras mitologías del mundo, pero divergen en su tema central y en detalles culturales”, dice la Enciclopedia de la Mitología Universal.
Por cierto que esta excelente obra me la obsequió el amigo Norman Caldera Cardenal, cuando era canciller de Nicaragua en el período de la efímera democracia nicaragüense. Y aprovecho esta oportunidad para volverle a agradecer su valioso regalo, pues, como aconseja el proverbio chino, “cuando bebas agua, recuerda la fuente”.
En otro excelente libro, la Enciclopedia de los Mitos, de la mitóloga belga Nadia Julien, esta dice que “todas las tradiciones cuentan la historia del origen del mundo, cuando antes solo existía el caos, y mucho antes de que estuvieran establecidos los principios de la existencia humana y de la civilización”. Y advierte que “la creación se desarrolla (en todas las culturas y mitologías) con arreglo a un proceso, las más de las veces, idéntico”.
Julien dice que existen varias versiones del mito chino de la creación, pero el principal es el que dice que “el caos primordial se comparaba con un huevo que se abrió a los 18 mil años, quedando en libertad la tierra, Ying, elemento femenino y pesado, y el cielo, Yang, elemento masculino y ligero, que permanecen separados…”
En la Enciclopedia de la Mitología Universal se cuenta que al abrirse el huevo de 18 mil años y separarse el Ying y el Yang, el primero, que era la materia ligera y etérea, subió para formar el cielo, mientras que la materia pesada, que era el segundo, cayó para formar la tierra.
Y además, entre Ying y Yang nació el primer ser humano, semidivino, que se llamó Pan Gu y pasó por siete transformaciones (metamorfosis).
Transcurrieron otros 18 mil años, durante los cuales Ying, Yang y Pan Gu alcanzaron su máximo desarrollo. Entonces formaron la trinidad de cielo, tierra y humanidad. Después aparecieron los primeros tres gobernantes (reyes o emperadores) cuyos nombres divinos varían según las distintas versiones del mito chino.
En otro mito chino se dice que del caos y el vapor —lo único que había en el principio— surgieron dos dioses, el Ying y el Yang, que produjeron todos los seres vivos incluyendo a la persona humana. Y un tercer mito confiere al elemento femenino una importancia determinante. Dice que en el comienzo de todo había una diosa creadora llamada Nü Gua, quien amasó un poco de arcilla para formar a los primeros seres humanos y los llenó de vida.
Nü Gua quiso crear más seres humanos de la misma manera, pero ya no pudo. Entonces trazó un surco en el barro con una cuerda, la levantó y del barro que caía se fueron formando otros seres humanos.
Este mismo mito explica el surgimiento de las jerarquías sociales: Los humanos que nacieron de la arcilla amarilla, formaron la nobleza, los que mandan; y de la arcilla negra nacieron los humanos que formaron la masa de los pobres, los que debían ser dominados y gobernados por los nobles.
Por eso el Emperador Amarillo (que se formó con la arcilla de ese color), fue la deidad superior y a partir de entonces el amarillo simboliza la tierra divina y fue el color emblemático de dinastías imperiales y la nobleza china.
Otro curioso mito chino de la creación es el del enano Bangu, quien habría sido el primer ser en el comienzo de los tiempos. Cuando Bangu murió, los elementos que componían su cuerpo se dividieron: la sangre formó los ríos y mares, de la carne se hizo la tierra, de su aliento se formaron los vientos, de su voz se formó el trueno, sus ojos se convirtieron en el Sol y la Luna, y, para desgracia de la humanidad, de las pulgas que tenía en su cuerpo se formaron los hombres.