La buena andanza de la economía de Nicaragua estaría entrando en una etapa de fragilidad, ante el inestable contexto global, el incremento de las expectativas económicas de la población por los programas populistas de los últimos años y el deterioro de la cooperación petrolera venezolana que los financiaba, analiza el exembajador y catedrático de Incae, Arturo Cruz Sequeira.
Durante su conferencia Entorno político de Nicaragua y la región: desafíos y oportunidades, realizada en la reciente Sesión Estratégica, de la primera edición de Data Center Expo Nicaragua 2016, Cruz Sequeira explicó que las cifras macroeconómicas positivas de los últimos años van estrechamente vinculadas a la relación con Venezuela, que no solo han permitido crédito petrolero, sino también disponibilidad de recursos extrapresupuestarios, flujos de inversión y apertura de las exportaciones hacia ese país, que en su momento fue el segundo destino de mayor importancia para los productos nacionales.
El catedrático presentó cómo el gobierno del ingeniero Enrique Bolaños debía gobernar con un presupuesto sumamente rígido, financiado en gran parte por donaciones y préstamos, y cómo Daniel Ortega logró mantener gran parte de esos flujos de créditos y donaciones —principalmente de organismos multilaterales— y adicionarles los recursos venezolanos, lo que le dio una ventaja política y económica que no tuvieron gobiernos anteriores.
VENTAJAS PARA GOBERNAR
Desde 2008 hasta 2015 contabilizan 3,533 millones de dólares en cooperación petrolera, más 827 millones en concepto de inversión extranjera directa procedente de Venezuela y exportaciones agropecuarias de Nicaragua hacia ese país sudamericano por 2,223 millones de dólares. “Montos notables para una economía del tamaño de la de Nicaragua”.
“Es indiscutible que si la gobernanza en esencia son recursos y ejecución, no es lo mismo gobernar con 1,300 millones de dólares en un presupuesto sumamente rígido —donde no hay espacios para enfrentar imprevistos—, que gobernar con un presupuesto que van a ver ustedes que aumenta en números, pero que además tiene la ventaja de una caja chica paralela al presupuesto formal”, indicó Cruz Sequeira. “No hay duda que la política en esas circunstancias fluye con mayor facilidad”, afirmó.
A su criterio, es dudoso afirmar que sin los flujos de Venezuela, los indicadores macroeconómicos serían “tan ejemplares”, entre los que destaca un crecimiento promedio anual del Producto Interno Bruto del cinco por ciento.
Con esos recursos derivados de la alianza política entre Ortega y el expresidente venezolano Hugo Chávez, en Nicaragua, se pudo implementar el “modelo de populismo responsable”, como lo bautiza el exembajador, que no es más que “administrar la inmediatez de tus clientes pero a la misma vez sin perder el futuro”, es decir “que los gastos de hoy no socavan las inversiones del mañana”. Se refiere a proyectos populistas que garantizan la simpatía de los sectores poblacionales más vulnerables, manejados de forma extrapresupuestaria.
Ante una merma de los recursos tradicionales y un incremento en las expectativas de los nicaragüenses, lo más probable es que la efectividad del gobierno se verá reducida y se puede afirmar que la etapa fácil del populismo responsable, se agotó”.
Arturo Cruz Sequeira, exembajador y catedrático de Incae.
FIN DE LA FIESTA, HAY QUE HACER CAMBIOS
Pero a partir de 2014 los recursos procedentes de la cooperación venezolana empezaron a mostrar una tendencia decreciente. Luego que en 2011 los préstamos por el convenio petrolero llegaran a un pico de 564.3 millones de dólares (según cifras oficiales), bajaron a 435.6 millones en 2014 y hasta los 309.4 millones de dólares en 2015, al compás de la caída del precio del petróleo que ha golpeado severamente la economía venezolana.
“La fase fácil del populismo responsable se agotó”, valoró el catedrático ante los alarmantes indicadores de país bolivariano: el Fondo Monetario proyecta que este año esa economía se contraerá 10 por ciento y la inflación superaría el 700 por ciento. Además tiene un aparato productivo colapsado, una escasez de productos básicos que supera el 80 por ciento y la producción de su principal fuente de divisas, el petróleo, cada vez es menor.
“Estos diez años que hemos tenido, creo que no va a ser así de cara al futuro y por lo tanto los desafíos del crecimiento y de la distribución y de las presiones fiscales en positivo van a ser mucho más interesantes para observarlas, no para sentirlas”, advirtió el exembajador.
Se calcula que Venezuela tiene compromisos de pago entre 2016 y 2020 de un promedio anual de 10,500 millones de dólares, sin incluir la deuda con China que ronda los 22,500 millones de dólares. Pero cada vez produce menos crudo, lo que sumado a los bajos precios del mismo disminuye sus ingresos.
“Si no hay divisas, no comés… el dilema se vuelve entonces: o importo alimentos o pago deuda. El problema es que si no pagan deuda obviamente la situación de ellos es mucho más expuesta”, señala Cruz Sequeira, quien deja ver que ante esa situación peligran los flujos de cooperación hacia países como Nicaragua.
“Si la gobernanza en su expresión más cruda consiste en la capacidad de los que mandan, de satisfacer aunque sea parcialmente las expectativas de sus gobernados, tenemos que estar muy claros que sin los recursos venezolanos esta tarea se torna mucho más engorrosa, agregó.
Ante esto, proyecta que mantener tasas de crecimiento promedio de cinco por ciento anual es mucho más difícil en un contexto internacional que no favorece los precios internacionales de las principales exportaciones de Nicaragua, por lo que “de cara al futuro los medianos y los pequeños inversores de afuera y de adentro son fundamentales si queremos seguir creciendo a los ritmos que hemos venido creciendo”.
