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Rubén Darío. Managua en 1097. LA PRENSA/ARCHIVO.

Rubén Darío y la revista La Patria

La revista “La Patria” fue una publicación quincenal de literatura, ciencias y artes, que dirigía el intelectual leonés Félix Quiñónez (1860-1923), a principios del siglo pasado. Esta revista tuvo en su tiempo una gran importancia en los círculos intelectuales del país.

En enero de 1908 dedicó una edición extraordinaria de dos números para registrar lo que significó el apoteósico retorno a Nicaragua de Rubén Darío en 1907, tras quince años de ausencia. El Centro Nicaragüense de Escritores (CNE) publicó, en 2008, una edición facsimilar de esta revista, dedicada “Al laureado y eminente poeta Rubén Darío”.

patria

Lo que movió al CNE a publicar la edición facsimilar de la revista fue el contenido mismo de este histórico número doble. Como bien dice Julio Valle Castillo, en la Nota que precede al texto facsimilar, su contenido demuestra que “en medio del aislamiento cultural de aquella Nicaragua, se supo recoger en ella tres textos fundamentales de la significación de la obra dariana, es decir, los modernistas nacionales poseían un conocimiento bastante actualizado del quehacer de Darío”.

Contenido de la revista

Los tres textos darianos son: a) el discurso pronunciado por Darío en el Teatro Municipal de León, la noche del 22 de diciembre de 1907; b) el poema “Retorno”, que en la revista aparece con su título original: “El retorno a la patria”, seguido de la siguiente dedicatoria: “A la juventud intelectual de Nicaragua”. Hay, además, una nota del editor Félix Quiñónez: “La presente composición ha sido especialmente corregida y ordenada por el autor para su publicación en La Patria”. Darío introdujo luego algunas variantes al texto del poema y lo incorporó a “Intermezzo Tropical” con el título “Retorno”, que es el definitivo; y c) el texto de “Dilucidaciones”, que Darío usó como proemio de su libro “El Canto Errante”, libro publicado por Darío en 1907, con la intención de distribuir ejemplares del mismo entre sus amigos nicaragüenses.

Con mucho acierto, el director de la revista “La Patria” reprodujo en el número doble que estamos reseñando, el texto “Dilucidaciones”, haciendo ver que dicho texto era la última palabra del poeta sobre su estética literaria. Este texto, originalmente, fue un extenso artículo que Rubén escribió para “Los Lunes de El Imperial”, de Madrid, en respuesta a la invitación que se le hiciera para exponer sus ideas en relación con el arte y la literatura. Según don Edelberto Torres “Dilucidaciones” representa el “credo poético” de Darío, “la definición de su actitud y su misión”.

Y así lo percibieron los escritores leoneses que recibieron a Rubén en 1907. Además, la revista “La Patria” reproduce, de “El Canto Errante”, los poemas siguientes: “Momotombo”, “Desde la Pampa”, “Revelación” y “Eco y yo”.

Hay varios conceptos importantes en el memorable discurso de Darío, leído con voz casi inaudible, en la velada organizada en su honor del 22 de diciembre de 1907. El poeta, además de cumplir con los compromisos protocolarios, los agradecimientos de rigor y aludir a los principales intelectuales amigos suyos, que tan espléndidamente lo habían agasajado y que, dicho sea de paso, tuvieron buen cuidado de mandar mensajes y razones a Darío para que no se olvidara de ellos en su discurso, creyó oportuno narrar brevemente su vida de navegante, fiel a la divisa “Navegar es necesario, vivir no es necesario”, y recordar los países donde vivió: Chile, “combatiente y práctico”; Argentina, “cuyos progresos asombran al mundo, tierra que fue para mí maternal”; España, la “patria madre”; y Francia “la patria universal”.

Darío, que se siente entre compatriotas, tras afirmar que “existe un florecimiento que toda la juventud de la cara, grande y querida España como de toda nuestra América, me atribuye”. Y agrega: “Voy por primera vez a decir la verdad de esta circunstancia: ‘Yo vine en un momento en que era precisa mi intervención en el porvenir del pensamiento español en América. Yo soy un instrumento del supremo destino; y bien pudo nacer en Madrid, corte de los Alfonsos; en Buenos Aires, tierra de Mitre; en Bogotá, en Caracas, el que nació en la humilde Metapa nicaragüense’”.

Su cariño por León

Sin embargo, reconoce lo que literaria y psíquicamente debe a la tierra de su infancia y de su adolescencia, la antañona ciudad de León: “No creáis que en mis agitaciones de París, que en mis noches de Madrid, que en mis tardes de Roma, que en mis crepúsculos de Palma de Mallorca, no he tenido pensares como estos: un sonar de viejas campanas de nuestra Catedral; por la iniciación de flores extrañas, un renacer de aquellos días purísimos en que, en la calle real, mejor que en los cuentos orientales, se formaban alfombras de pétalos y de perfumes en la espera de un señor del triunfo, que siempre venía, como en la Biblia, en su borrica amable y precedido de verdes palmas”… “León, con sus campanas, con sus tradiciones; León, ciudad noble y universitaria, ha estado siempre en mi memoria, fija y eficaz…”

La influencia de la ciudad de León, del ambiente familiar en la casa de la tía abuela Bernarda, las tertulias de políticos e intelectuales, que se reunían por las noches en la sala de la esquina de la casona, todo este ambiente tuvo una influencia decisiva en la formación de la personalidad del niño Rubén, sus creencias cristianas y sus valores. Esta benéfica y decidida influencia ha sido analizada por Edgardo Buitrago en su excelente ensayo “La Casa de Rubén Darío. Influencia del medio en el poeta durante su infancia”.

También Mariano Fiallos Gil, en su libro “León de Nicaragua, campanario de Rubén”, advirtió esa influencia: “¡El cerco de campanarios leoneses!”, que según don Mariano siempre sujetó a Rubén, aún en los momentos cuando “quiso desprenderse de su sonido al son del sistro y del tambor”. Fue en ese León de Nicaragua, “seminarista y universitario, conventual y caballeresco”, donde su alma se abrió a la rosa de los vientos de la poesía.

Las novedades de “El Canto Errante”

La revista incluye un excelente ensayo de su director, Félix Quiñónez sobre “El Canto Errante”. Escribe Quiñónez, con muy buena percepción literaria: “Son ya las rosas rojas y los frutos que maduran, los que ahora se presentan. A la brisa primaveral ha sucedido el huracán que brama, y a la fuente que murmura y se desliza mansamente por los bosques y praderas, el rugido del mar bravío o el trueno ensordecedor que revienta en rayos”… “Ahora reina ya la musa de la trompa épica, que canta y llora las miserias humanas, o lee en el porvenir, con la clarividencia del genio, el destino de los hombres y de los pueblos”.

Félix Quiñónez advierte las novedades que trae el reciente libro de Rubén, que por cierto señala un momento de inflexión en la poética dariana, ya que en él Darío incorporó poemas precursores de todas las futuras vanguardias hispanoamericanas: “Esa adaptación natural de todos los estilos, esa novedad en el pensamiento y en la forma, que revelan en Darío su poderosa facultad creadora, han hecho que se le repute, por altas personalidades en las letras, como el PRIMER POETA, en la actualidad, del habla castellana”, afirma Quiñónez.

Concluimos reproduciendo el párrafo final del discurso de Darío, advirtiendo que hasta el momento siguen incumplidos los buenos augurios de nuestro genial bardo sobre el futuro de nuestra desventurada Nicaragua y de sus hermanas centroamericanas: “Dios eterno y único haga que lo que es un hecho en literatura, pueda realizarse para Centroamérica en política, por ley histórica y por necesidad de nuestra civilización”.

Cultura CNE Rubén Darío archivo

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COMENTARIOS

  1. Gualterio Nunez Estrada
    Hace 8 años

    Recuerdo que en casa, en Santiago de Cuba, se hablaba de Ruben Dario y se recitaban sus poemas y los de Jose Marti.

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