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Brasil

Varios manifestantes contra los Juegos Olímpicos y el presidente interino de Brasil, Michel Temer, protestan en una plaza de Río de Janeiro, sede de los juegos. LA PRENSA/EFE

Juegos Olímpicos entre dos realidades de Brasil

Brasil celebra los Juegos Olímpicos hundido en una aguda crisis política y la peor recesión económica en muchos años.

Brasil llegó a los Juegos Olímpicos, que se inauguraron este viernes, inmerso en una profunda crisis política y económica que avanza ajena a la mayor cita deportiva del mundo y que, según las últimas encuestas, no ha logrado encandilar a los brasileños.

Los primeros Juegos Olímpicos de Sudamérica, que finalizarán el próximo 21 de agosto, arrancaron en un momento en que Brasil cuenta con dos presidentes, el interino Michel Temer y la suspendida Dilma Rousseff, y en que enfrenta la peor recesión en muchas décadas, después de que su economía se contrajera un 3.8 por ciento el año pasado.

Y ni la concentración del país en la cita mundial impidió que la crisis política diera un nuevo paso este jueves con una decisión que dejó a Rousseff al borde de su definitiva destitución. La comisión del Senado encargada del juicio preliminar contra la presidenta suspendida aprobó, por 14 votos a favor y 5 contra, un informe que acusa a la mandataria de haber “atentado contra la Constitución” por su responsabilidad en diversas irregularidades en la gestión de los presupuestos.

El mismo informe será sometido ahora al pleno del Senado en dos votaciones, la primera prevista para el próximo martes y la segunda y definitiva para finales de agosto, cuando Rousseff sería despojada del cargo en caso de que así lo decida una mayoría calificada de 54 votos, que representan dos tercios de la Cámara Alta. En ese caso Temer, que asumió interinamente el 12 de mayo y a quien la mandataria acusa de haber orquestado “un golpe”, será confirmado en el cargo y completará el mandato que vence el 1 de enero de 2019.

POCOS APOYOS

La presidenta suspendida aún conserva el apoyo de menguados movimientos sociales, que este viernes concentraron a unos 3,000 manifestantes que protestaron ruidosamente contra Temer frente a la playa de Copacabana, lo que obligó a cambiar el recorrido de la antorcha olímpica.

“¡No a las Olimpiadas!” y “¡Fuera Temer!”, citaban algunos de los carteles de los manifestantes, que se concentraron frente al hotel Copacabana Palace, a pasos del estadio olímpico de vóley playa, frente a las miradas de cientos de turistas e integrantes de delegaciones de todas partes del mundo.

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El presidente interino de Brasil, Michel Temer, junto a su esposa, Marcela Temer, participa en acto de las Fuerzas Armadas de Brasil en Brasilia, el pasado miércoles. LA PRENSA/EFE

La mandataria suspendida también rechazó la invitación que recibió para participar en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos por considerar que, tras haber sido protagonista en la organización del evento, no podía tener un papel secundario ahora.

“MADRE” Y “PADRE”

Lo mismo alegó su padrino político y antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente de Brasil que convenció en 2009 a los miembros del COI a concederle los Juegos Olímpicos a Río.

En una entrevista reciente, Rousseff comentó que se siente “madre de estos juegos” y apuntó que Lula es “el padre”, pues fue durante su gestión cuando Río de Janeiro obtuvo la sede del evento.

Lula, por su parte, no explicó las razones por las que no estará presente, pero su oficina de prensa alegó que “no hay clima político” para ello.

“Estoy triste por no asistir a esa fiesta en vivo y con colores, pero estaré acompañando y apoyando a Brasil”, escribió ayer Rousseff en su cuenta de Twitter.

Temer, quien apenas cosecha un nivel de aceptación del 22 por ciento, se someterá a un virtual referendo cuando declare inaugurados los primeros juegos de Sudámerica ante unos 70,000 brasileños.

Los grupos que han convocado las protestas quieren manifestar su rechazo a Temer, a quien prometen abuchear en el Maracaná.

“CALAMIDAD OLÍMPICA”

Los mismos movimientos expresan abiertamente su rechazo a los juegos y argumentan que Río de Janeiro, golpeada fuertemente por la crisis económica, vive una “calamidad olímpica” por causa de su empeño en “obras absurdas” para los juegos, un “caos” en la educación y salud pública y la “especulación inmobiliaria” desatada por el evento deportivo, que ha perjudicado “a los más pobres”.

Las protestas contra los juegos, sin embargo, no han tenido tanta acogida como las convocadas contra el Mundial de futbol de Brasil 2014, cuando millones de brasileños tomaron las calles en cientos de ciudades para exigir más inversiones sociales y menos en estadios.

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Bailarines en un momento de su presentación durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos en el estadio Maracaná, Río de Janeiro. LA PRENSAEFE
CRISIS ECONÓMICA

La crisis económica del país también ha proseguido ajena a los Juegos Olímpicos pese a que, según autoridades brasileñas, la organización de los juegos ayudó a Río a atenuar la crisis del país.

Mientras que la renta per cápita en Brasil creció un 19 por ciento desde 2009, cuando Río se adjudicó los Juegos Olímpicos, la de este estado brasileño creció un uno por ciento, dijo en el seminario el gobernador de Río de Janeiro, Francisco Dornelles.

Las inversiones que Río atrajo por sus Juegos Olímpicos, sin embargo, no impidieron que el gobierno regional tuviera que declarar “calamidad pública” en sus finanzas hace dos meses y solicitara ayuda para pagar los salarios, incluso de los policías que garantizarán la seguridad durante los juegos.

El presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, expresó esta semana su “solidaridad y empatía” con el país ante “la realidad que impera en Brasil y las dificultades que afronta”.

POCOS JEFES DE ESTADO

A la crisis política también se le atribuye el menguado número de jefes de Estado y de gobierno que asistieron a la inauguración de los Juegos Olímpicos, ya que algunos mandatarios han manifestado apoyo a Rousseff y otros prefieren esperar a que el Senado se pronuncie.

La ceremonia de apertura solo contó con la presencia de 37 líderes de gobiernos extranjeros, informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Se trata de una cantidad muy inferior a los 80 que estuvieron en Pekín-2008 y a los 70 de Londres-2012.

El ministro de Relaciones Exteriores, José Serra, había dicho en julio que habría 45 jefes de Estado durante los Juegos Olímpicos.

Pekín había marcado el récord de visitas de jefes de Estado ocho años atrás y tuvo entre sus asistentes al presidente estadounidense George W. Bush —a Londres fue la primera dama Michelle Obama— y al primer ministro ruso, Vladimir Putin.

POBRE RESPALDO

Cuando Río se adjudicó la sede de los Juegos Olímpicos, el entonces presidente  Lula retrató la victoria como una señal de que el gigante Brasil se había hecho mayor de edad. Pero las alegres celebraciones de 2009 se han desvanecido.

Muchos cariocas están desanimados y los Juegos Olímpicos no los hacen sentir mejor. Según una encuesta divulgada en julio, el 50 por ciento de los brasileños se oponen a la celebración del evento, un 63 por ciento considera que los Juegos traerán más perjuicios que ventajas a Brasil, el 57 por ciento dijo que la seguridad pública causará vergüenza a Brasil y el 55 por ciento mostró esa misma preocupación en relación al sistema de transporte.

Reportajes Brasil Dilma Rousseff Juegos Olímpicos 2016 archivo

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