De no alcanzar acuerdos con la Organización Mundial de Comercio (OMC) y las autoridades estadounidenses, Nicaragua podría dejar de enviar unas 35 mil toneladas anuales de carne a Estados Unidos y Puerto Rico, poniendo en más aprietos a un sector ya bastante afectado por la caída en las exportaciones.
Esto porque el acuerdo recíproco alcanzado recientemente entre Estados Unidos y Brasil para el intercambio de carne fresca y congelada le permitiría al país sudamericano hacer uso dentro de unos tres meses de la cuota “otros países”, establecida por la OMC para la exportación sin aranceles de cortes finos e industriales al mercado estadounidense y Puerto Rico, la que ha venido aprovechando Nicaragua.
Onel Pérez, director ejecutivo de la Cámara Nicaragüense de Plantas Exportadoras de Carne Bovina (Canicarne), explica que la cuota de la OMC permite el ingreso de 64,805 toneladas de carne fresca y congelada a Estados Unidos y Puerto Rico libre del pago de impuestos. Debido a las restricciones sanitarias —por la presencia de fiebre aftosa en su territorio— desde hace más de diez años la carne brasileña tenía restricciones para ingresar a Estados Unidos, lo que facilitó que ese país se convirtiera en el principal mercado para la carne nicaragüense.
Es por ello que en los últimos años Nicaragua fue el país que más utilizó la cuota OMC. Entre el 2008 y el 2015 Nicaragua envió un promedio de 37 mil toneladas anuales, volumen que en 2015, por incrementos en la producción y problemas en otros mercados, se elevó a 50 mil toneladas.
Pero teniendo en cuenta que Brasil es el principal productor de carne del mundo, tiene la capacidad de cubrir en una o dos semanas las 64,805 toneladas contempladas por la cuota anual, lo que dejaría sin oportunidad a Nicaragua, que cubre gran parte de ella a lo largo del año. Y que además prefiere este mercado porque paga mejores precios, un promedio de dos dólares por libra, cuando otros mercados pagan entre un dólar y 1.2 dólares por libra.
“Como estamos ante un gigante de la producción y exportaciones de carne, esto significa un riesgo potencial de una mayor competencia a nivel regional, con mayor oferta de carne, que saturará estos mercados, y por consiguiente, a corto plazo, la tendencia en Nicaragua a una reducción de los ingresos provenientes de las exportaciones y a nivel general la afectación de toda la cadena de producción de la carne bovina centroamericana”, advirtió Pérez.
¿Qué pasaría con la carne que no se pueda colocar? El representante de los mataderos admite que por ser Nicaragua un mercado pequeño, golpearía los precios del producto por el exceso de oferta. Sin embargo, no podría venderse mucha de esa carne en el país “debido a que el tipo de carne a colocar, que sería probablemente lo que llamamos cortes industriales, no tiene mucha demanda en el país, por ser carne dura, que está destinada más que todo a moler”, explica.
A GESTIONAR
Para evitar las consecuencias que provocaría la pérdida del mercado estadounidense para unas 35 mil toneladas de carne anualmente, Canicarne, con apoyo del Gobierno y otras organizaciones gremiales, iniciará en los próximos días gestiones ante las autoridades comerciales y sanitarias de Estados Unidos, a las que se les pedirá que se “mantengan las condiciones especiales y favorables que ha tenido la carne nicaragüense para ingresar a ese mercado en las últimas décadas”, dice Pérez.
Además, se pedirá que se respeten las normas sanitarias, ya que Brasil aún no está libre de la fiebre aftosa y posee frontera con Venezuela y Colombia, que también tienen presencia de la enfermedad, por lo que deberían mantenerse ciertas restricciones a la carne brasileña.
No obstante, Pérez reconoce que este acuerdo es “político” más que comercial, ya que Brasil también abrió sus fronteras a la carne de Estados Unidos, que exporta cortes muy selectos con precios muy altos. Pero confían en que podrán aprovechar estos tres meses para lograr que por el desempeño histórico de las últimas décadas se les conceda algún beneficio para continuar con volúmenes similares en ese mercado.
Queda cuota Cafta
La entrada de carne industrial brasileña a Estados Unidos dejaría dos opciones: utilizar la cuota de 15,500 toneladas sin aranceles que incluye para este año el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, Estados Unidos y República Dominicana (DR-Cafta) y para envíos adicionales pagar el impuesto del 7.25 por ciento, que daría desventaja de precios.
También podría enviarse a México y/o Federación Rusa, los que podrían absorber un buen volumen, pero a precios sustancialmente más bajos.
