Más de un espectador pensará “esto yo ya lo he visto” cuando Will Byers (Noah Schnapp), cuya desaparición da el pistoletazo de salida a la serie televisiva Stranger Things, corre a esconderse en el cobertizo detrás de su casa.
Y efectivamente, lo ha visto, ya que en el clásico de los 80 de Spielberg, E.T, the extra-terrestrial, hay una secuencia prácticamente idéntica.
No es casualidad ni pretendía pasar desapercibido. Los creadores de la serie, los gemelos Matt y Ross Duffer, querían rendir homenaje a aquellos filmes que vieron durante su infancia. Como declaraban a medios estadounidenses, “Stranger Things es una carta de amor a los clásicos sobrenaturales de los ochenta”.
ENTRE EL “DÉJÀ VU” Y LA NOSTALGIA
La serie cuenta con un sinfín de referencias a películas de culto de esa época y, según sus propios creadores, bebe directamente del cine de Spielberg, Cronenberg, Lynch y John Carpenter, entre otros.
Todo en ella está envuelto en una especie de atractivo halo de cinta del antiguo sistema VHS. Desde los créditos, diseñados por Imaginary Forces e inspirados en la tipografía de los libros de Stephen King, hasta el “score” (música incidental) en el que resuenan sintetizadores y bajos propios de Encuentros del tercer tipo.
Resulta imposible mirar el cartel de Kyle Lambert y no ver los pósteres de Drew Struzan de las primeras películas de Star Wars o de la franquicia protagonizada por Indiana Jones que poblaban los cines hace tres décadas.
Los guiños a símbolos inolvidables de los 80 también abundan en el atrezo y el propio guion: el póster de Jaws (Tiburón) adorna la pared de Jonathan Byers, el sufrido y realista hermano del desaparecido, los niños protagonistas juegan a Dungeons and Dragons, y un Halcón Milenario de juguete acaba levitando en una escena.
Las canciones que forman parte de la banda sonora no se quedan atrás. The Clash, David Bowie o Joy Division acompañan a los personajes a lo largo de la trama, en algunas ocasiones como parte del guion.
Llegado a un momento, el espectador comienza a retarse a sí mismo a encontrar todas las referencias que pueda: The Goonies, Scanners, Videodrome, Firestarter, Stand By Me… todo lo que alcance a recordar construyendo en su mente una imagen a su medida.
No parece entonces que Stranger Things ofrezca nada nuevo y tal vez en ello reside su encanto.
Han logrado aplicar la nostalgia, un recurso “poderoso y digno de tener en cuenta”, como define Francisco Gil, doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid, con dignidad y calidad, sin pretensiones, sin engaños y sumándolo a una trama, ritmo y guion que consiguen enganchar al espectador.
EN BUSCA DEL AMIGO
Pero, ¿qué cuenta exactamente Stranger Things? Nada nuevo, tampoco aquí. En 1983, en Hawkins, un pequeño pueblo de Indiana (EE.UU.), un grupo de amigos entrañables, carne de cañón para abusones escolares, se lanza a la aventura para resolver un misterio y encontrar a un amigo que ha desaparecido.
Sin embargo, los dientes de esta cremallera, también reconocibles, mantienen la atención e interés del espectador: experimentos ultrasecretos del Gobierno, dimensiones desconocidas, personajes con poderes especiales, monstruos larguiruchos sin cara, rebeldes sin causa, historias de amor adolescente, etc.
Los hermanos Duffer, hasta ahora desconocidos para gran parte del público, responsables de productos de poca acogida comercial como el largometraje Hidden y algún guion que otro para la serie Wayward Pines, se esmeraron a la hora de elegir un reparto que, sin duda, es parte del éxito de la serie.
UNA GRAN WINONA RYDER
Otro de los puntos fuertes del elenco es Winona Ryder, que interpreta a Joyce, la angustiada madre del niño desaparecido, siempre al límite entre la desesperación, la locura y la realidad, que saca adelante sola a sus dos hijos ante la ausencia, despreocupación y oportunismo del padre.
“Es un género que no había explorado antes y me parecía interesante”, declaró la actriz. “Saqué mucho de Ellen Burstyn en Alice Doesn’t Live Here Anymore y de Marsha Mason en Max Dugan Returns y Audrey Rose”, añadió al explicar el proceso para crear el personaje.
¿SEGUNDA TEMPORADA?
La primera —y hasta la fecha única— temporada, que está compuesta por ocho episodios, responde a los principales misterios que plantearon al principio de la misma, aunque introduce una percha en el momento de cierre, por ello, la mayor incógnita ahora es ¿habrá segunda temporada?
Matt y Ross Duffer declararon en rueda de prensa que, en un principio, querían que “fuese una película larga”, pero que podrían explorar la posibilidad de continuar la serie “si Netflix quisiera”.