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Marcos Medina Ramos

En conciencia nadie nos puede obligar

En las últimas semanas he visto en LA PRENSA y redes sociales varios artículos de opinión y comentarios de ciudadanos que por un lado promueven el voto (los interesados en obtener puestos y curules) y por el otro, los que rechazan ese ejercicio democrático. Sin embargo, hasta ahora no he leído a nadie que con claridad pueda diferenciar y mostrar a la ciudadanía qué conlleva el hecho de votar nulo, abstenerse o ejercer voto válido.

Aunque no soy politólogo ni experto en mecanismos democráticos considero que fuera de toda definición literal y enfocados en la realidad política del país, los tres aspectos mencionados en las líneas anteriores no poseen diferencia alguna (al menos aquí en el país), pues considerando los resultados de los últimos procesos —donde se han denunciado anomalías e irregularidades—, nos ha quedado claro que mientras existan árbitros parcializados en el tribunal electoral, toda acción que vaya en contra de los intereses del partido orteguista quedará sin efecto (llámese nulidad, abstención, voto válido).

Me parece absurdo, además, leer y escuchar campañas pro voto de quienes antes de optar a un curul por algún partido político hacían encuestas (inmediatas) y criticaban al poder electoral. No es cambiando abruptamente de la noche a la mañana la estrategia política que se convencerá a la población de ir o no a votar. Al contrario es cuando la población más desconfía.

Es meritorio aclarar que no solo porque el grupo que lideraba Eduardo Montealegre está llamando a la rebeldía cívica en las urnas, mucha gente estaría “obedeciendo”; sino que —incluso mismo, si la Coalición Nacional por la Democracia hubiera participado— los ciudadanos hubieran continuado con el mismo criterio libre.

Por tal razón, me parece que intentar obligar a la población consciente de esta realidad a que vaya a votar, es como ayudar a legitimar los vicios y el espectáculo que se tiene preparado para cuando se anuncien los resultados de las “elecciones”, sabiendo que no se respeta la voluntad del elector.

En este sentido hago propia las palabras pronunciadas recientemente por el obispo de Matagalpa monseñor Rolando Álvarez, “si una persona decide ir a votar en conciencia pues que vaya libremente, pero si hay personas que analizando toda esta situación deciden no ir a votar, que libremente no vayan. En conciencia, nadie las puede obligar”. Y es que en esta línea, el discernimiento no es una decisión externa, sino que es nuestra propia visión hecha realidad.

Por su parte, la Conferencia Episcopal de Nicaragua en su más reciente mensaje pastoral también ha señalado que desde la conciencia cada católico que decida votar debe asegurarse que “la opción que elija está colaborando a la construcción de una sociedad más justa, favoreciendo al bien común de toda la población y abonando al fortalecimiento de un sistema político democrático y pluralista en el país”. Un pronunciamiento que nos da una visión espiritual más clara y comprometida con el desarrollo institucional de nación que necesitamos.

Comparto además la opinión de quienes afirman que de alguna manera hemos regresado al pasado que habíamos vencido, primero con el enfrentamiento armado y luego por la vía cívica. Y lo peor de todo, es que parece que nadie le da la suficiente importancia al tema. Por su parte el caudillo continúa su paso de la revolución a la avaricia. No dudo que en su momento llegara el día en que el sol de la libertad volverá a iluminar nuestro país y que junto a él vuelva el respeto a la voluntad y la decisión del soberano.

El autor es licenciado en Comunicación y Relaciones Públicas

Opinión #EleccionesNi2016 política voto archivo

COMENTARIOS

  1. El Patriota
    Hace 8 años

    Como le llamamos a ese pequeño grupo de personas que quieren obligar a no votar a otras personas que si quieren y tienen por quien votar.

  2. El Patriota
    Hace 8 años

    Lo común es votar, por el derecho y el deber, promover lo contrario sería obligar, entonces
    promocionar la abstención sería intentar obligar.
    Quien obliga a quien

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