Querida Nicaragua: Algunas personas me critican y otras me elogian por el hecho de escribir mucho sobre cosas del pasado. No niego que me gusta escribir sobre temas y episodios históricos de los cuales fui testigo pues ocurrieron en mi adolescencia y mi juventud. El Ferrocarril de Nicaragua.
Historia y liquidación, ese es el título de un interesantísimo libro que hace algunos años me obsequió mi amigo el doctor Alfredo Montealegre Callejas, quien ya descansa en paz. Él fue precisamente vicepresidente de la Comisión de Liquidación del Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua y el libro contiene el informe de la Comisión Liquidadora y una interesante Sinopsis histórica escrita por don Orient Bolívar Juárez. 117 años de existencia tuvo el Ferrocarril del Pacífico de Nicaragua, víctima, tal como dice el autor de la Sinopsis de cuatro grandes enemigos.
La política entreguista de don Adolfo Díaz, la hegemonía de los Somoza, la inoperancia de los sandinistas y los desastres naturales. El creador del proyecto fue el capitán inglés Bedfor Pim quien luchó cerca de ocho años sin poder realizarlo. Fue don Emilio Benard Doude, ministro de Hacienda en el gobierno de don Pedro Joaquín Chamorro Alfaro, quien pudo realizar el proyecto en 1877.
Afirma el libro que en el gobierno del general Zelaya el Ferrocarril alcanzó su época de mayor esplendor… el tiempo aquel en que Darío regresó a Nicaragua por Corinto y vino en tren hacia León. Le tocó a este siglo presenciar el ocaso, el final del ferrocarril del que hoy no queda más que el recuerdo, el dulce sabor de una época dorada que se recuerda con nostalgia. Del tren no queda nada. A los niños hay que contarles la historia… había una vez un ferrocarril.
Acerca del ferrocarril hubo opiniones encontradas cuando en el año 1994 el Gobierno de doña Violeta tomó la decisión de liquidarlo. Muchos queríamos conservar la nostalgia del pasado, el recuerdo de tiempos lejanos, el paisaje del Momotombo en el recorrido del tren que saliendo a las cinco de la mañana de Managua llegaba a León a las ocho, tres horas después. Otros más realistas analizaron la situación del ferrocarril cuyos rendimientos eran nulos, su mantenimiento cero y su administración un verdadero problema.
El pobre ferrocarril en tiempos del somocismo era una especie de feudo del primero de los dictadores de la dinastía. Somoza García quitaba y ponía personal, construía vías férreas hacia sus haciendas, utilizó toda la estructura ferroviaria en provecho propio sin invertirle nada. Después el sandinismo con sus ínfulas de grandeza y con su característica improvisación, dio por inaugurada la construcción del “Nuevo Ferrocarril de Nicaragua” en saludo al cuarto aniversario de la revolución en 1983. El resultado de aquella inauguración está a la vista de todos.
El ferrocarril tuvo que ser liquidado. Como quien dice pasó del bracero de los Somoza a las llamas de los sandinistas y quedó convertido en puras cenizas. Doña Violeta tuvo que liquidarlo y lo hizo ordenadamente, nombrando una Comisión Liquidadora cuyas cuentas están clarísimas en el libro que estamos comentando. Sin embargo, no tenemos por qué creer que el ferrocarril es solo cosa del pasado. Debemos empeñarnos en construir un ferrocarril moderno que una a todas las ciudades de Nicaragua y sobre todo un ferrocarril que pueda comunicar el Atlántico con el Pacífico. Hay que impulsar la idea de la creación de un nuevo ferrocarril que es el transporte menos costoso y por lo tanto más rentable.
Un ferrocarril moderno que comunique los pintorescos pueblos de antaño: Masaya, Granada, los Pueblos Blancos, Managua, Mateare, Nagarote, La Paz Centro, León, con su monumental Catedral y sus museos que ha ido creando la Fundación Ortiz Gurdián, una ruta turística que enseñaría además emocionantes volcanes, comidas típicas deliciosas y artesanía propia de cada lugar. Ya vendrá un futuro gobierno que se interese en el nuevo ferrocarril.
El autor es gerente de Radio Corporación y excandidato a la Presidencia de la República en 2011.