Cocinera de formación autodidacta, Pinita dio clases de Cocina por 10 años en televisión y ahora da cursos particulares en su casa. Le encanta leer, es fan de Netflix y baila pegado.
¿Qué hace en sus ratos libres?
Me gusta leer. Leo todo lo que caiga en mis manos y miro series en Netflix.
¿Cuál es su comida y bebida favoritas?
Ah, la carne de res. Un corte especial que tiene gordura. Y mi bebida favorita es el cacao, ¡pero me cae pésimo!
¿Su primer recuerdo?
Una erupción fuerte del Cerro Negro, en 1949. Tenía 4 años. Nos trasladamos a una finca en Chinandega y me regalaron un venadito que tenían amarrado.
Defínase en una palabra.
Soñadora.
¿Tiene algún mal hábito?
Me pongo muy tensa por cosas pequeñas y me dificulta dormir por las noches.
¿Recuerda un momento vergonzoso?
Un día hablé de una persona que tenía corta vista y dije que era “tuerto” y la persona con la que hablaba tenía un hermano al que le faltaba un ojo.
¿Cuál es su película favorita?
Me fascinan todas las de Merryl Streep. Y las de Anthony Hopkins.
¿Baila?
¡Sí, me gusta! Bailo merengue, chachachá y bailo pegado los boleros (ríe).
¿Tiene algún talento oculto?
Me hubiera encantado ser cantante. No tengo la gran voz pero tampoco se me va el gallo. Un día me tocó cantar en Montelimar frente al gabinete de Gobierno. Mi marido me metió a eso.
¿Y le aplaudieron?
¡Sí! Es que me salió bien, pero estaba nerviosa. No sabía si encerrarme en el baño, ahogarme en el mar o cantar (ríe).
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