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Critíca de cine: Kubo y la búsqueda Samurái

Nuestro critico de cine, Juan Carlos Ampié, ya vio la película Kubo y la Búsqueda Samurái. Lea qué tiene que decir sobre este estreno de cine.

Kubo y la Búsqueda Samurái tiene dimensiones mitológicas. La acción se desarrolla en el Japón medieval. El protagonista se gana la vida como narrador de historias, apoyándose en su prodigioso talento para crear personajes de papel, pero no es un niño cualquiera. Su madre es la hija mayor del Rey de la Luna. Ella incurrió en su furia al enamorarse de un humano, el samurái Hanzo. Kubo es el producto de esa unión. El rey, vengativo, mata a Hanzo y trata de segar la vida de Kubo. La madre huye con él, ocultándose en una pequeña aldea. Kubo queda advertido que no puede exponerse a la noche, pues delataría su ubicación a su abuelo. Pero, tratando de comunicarse con el espíritu de Hanzo, es precisamente eso lo que hace. En cuestión de segundos, sus tías gemelas, agentes de destrucción, se materializan.

El estudio LAIKA se ha destacado por producir sus películas con el anticuado estilo de animación en “stop-motion”. En lugar de crear escenarios y personajes virtuales, producen modelos a escala que fotografían cuadro por cuadro, con ligeras variaciones en posición y perspectiva, generando la ilusión de movimiento fluido. En alguna medida, recurren a computadoras, pero el trabajo se mantiene, en esencia, tan artesanal como las clásicas producciones de Arthur Rankin y Jules Bass. En Kubo… elevan la expresividad física de los personajes, con sutiles expresiones faciales. Las lágrimas se agolpan en los ojos, la saliva abrillanta dientes y lengua a través de una sonrisa, todo se confabula para dotar de humanidad a los personajes. La plasticidad de los movimientos hace lo propio con las figuras de papel y los monstruos fantásticos. Todo tiene un soplo vital. Es pura magia.

Juan Carlos Ampié
Juan Carlos Ampié, critico de cine.

Para salvarse, Kubo debe encontrar tres piezas de la armadura de su padre. Su odisea es anticipada en un cuento que él mismo relata a los aldeanos. La película celebra el poder de la narrativa para establecer la identidad y preservar la memoria del individuo más allá de la muerte. Es inusual encontrar estos conceptos en un filme destinado al público infantil, pero son manejados con gentileza. El barniz fantástico y sobrenatural ayuda a procesarlos. Más complicada es la concepción del núcleo familiar como agente de destrucción o protección. La madre de Kubo debe dejar atrás a su familia para ser feliz y enfrentarse a su padre y hermanas. En contraste, la unión de Kubo, su madre y su padre, se presenta como un espacio seguro y amoroso. La familia puede extinguirte o protegerte. En lugar de apelar a una audiencia transgeneracional con chistes de tono subido, Kubo… dramatiza la dinámica, los extremos de una experiencia común a niños y adultos.

No hay muchas expectativas comerciales. Tome nota de la poca publicidad en comparación con los estrenos de Disney/Pixar y la falta de proyecciones en 3D. Afortunadamente, se ha programado una tanda en versión original con subtítulos en Cinemas Galerías, todos los días, a las 5:10 p.m. Y es esa la que debe ver. El reparto incluye a Charlize Theron y Matthew McConaughey, dando dos de las mejores actuaciones de sus respectivas carreras. Kubo… es una película hermosa. Su exquisita estética se inspira en la tradición japonesa del origami. Hasta la textura del papel es un espectáculo. Las secuencias de acción son escenificadas con una claridad que pone en vergüenza a cualquier producto taquillero de hoy en día. Desde El Tigre y el Dragón (Ang Lee, 2000) no veía un duelo de espadas más electrizante. Esta es una de las mejores películas del año. No se la pierda.

La Prensa Domingo cine crítica Juan Carlos Ampié archivo

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