De una sensualidad estética, que cala sentimientos e incentiva a diversos estados emocionales y mentales, ha sido la obra creativa de José Wheelock en el teatro, la danza, el arte contemporáneo y últimamente en el cine a lo largo de sus 35 años de vida artística.
Habiendo iniciado en el teatro como actor, a los 16 años, experimentó las diferentes fases del desarrollo de su profesión, primero como actor de reparto en los sociodramas escolares en el Liceo Franco Nicaragüense, en los años setenta, y después en los montajes de teatro popular durante el período de mayor auge cultural en los años ochenta con el movimiento social impulsado por la revolución sandinista.
Nacido el 6 de febrero de 1965 y siendo adolescente cuando triunfó la revolución, vivió intensamente esa década en su estallido cultural así como su guerra.
La obra de su debut fue La pedrada de San Jacinto dirigida por el teatrista Pepe Prego en 1981 y desde ese momento su vida se intensificó con su participación en todo lo que la época, la situación política y los programas de la revolución le permitieron.
ACTUACIÓN Y DANZA
Lo suyo era la actuación y la danza, pero eso no significó estar enajenado de la realidad. A los 14 años fue a alfabetizar y durante esos meses montó varias obras de teatro con su grupo; fue parte de la Juventud Sandinista en la extensión que se ocupaba de la cultura, participaba y montaba obras de teatro en el Colegio Calasanz, donde estudiaba secundaria, a la vez estaba matriculado en la Academia Nicaragüense de la Danza como alumno de danza contemporánea, además en 1984 se fue a cumplir con el Servicio Militar, donde tampoco estuvo desconectado de su arte.
Al finalizar la revolución y por lo tanto al detenerse el desarrollo cultural popular, en los años noventa viajó a Canadá para profesionalizarse en estudios de arte contemporáneo. Regresó a Nicaragua en 1999 con una propuesta cultural y creó la Cooperativa de Arte Ceibo, de la que es su actual presidente y director.
CINE: CON PEDRO CHATARRA
Su incursión al cine ha sido a través de talleres promovidos por ANCI en 2007 y como resultado creó su primer cortometraje de ficción Pedro Chatarra.
Con su cooperativa dirigió el documental Imágenes de mi territorio Rama Kriol, obra con la que ha alcanzado el repunte del éxito manejando un presupuesto alto de producción, y se presentó festivales de cine en tres continentes.
En 2015 resultó ser ganador, por parte de Nicaragua, del certamen que realiza DocTV Latinoamérica, programa de la Conferencia de Autoridades Cinematográficas de Iberoamérica (CACI) —integrado por 17 países— y la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.
DOCUMENTAL PREMIADO
Con este premio dirigió el documental ¡1,2,3 A bailar!, de 52 minutos. Este documental se exhibirá en 21 televisoras de toda América Latina. Sus futuros proyectos de cine comprenden 7 cortometrajes y dos largometrajes, todos de ficción.
Al cine no ha llegado de casualidad. Su trabajo como dramaturgo le ha dado la suficiente experiencia para enfrentarse a este arte complejo. ¿Cómo fue tu trascendencia del teatro al cine y qué diferencias ves en su proceso de trabajo y construcción técnica?
Caí en el cine de forma fácil, pues venía de la expresión dramática. Siempre he sido investigador, muy inquieto.
Tengo una gran producción coreográfica y teatral desde el hecho escénico, he logrado reunir 400 minutos de coreografía. Es una cosa terrible para mí esa necesidad de hacer cosas.
La diferencia entre cine y teatro es para mí entender que la construcción de una obra está basada en la imagen, cuando ya la imagen no pudo decir más vas al texto. Y como yo vengo con un planteamiento de que mi materia prima para construir es la emoción —como es en el teatro— lo que hallo aquí es que esto mismo radica propiamente en la imagen.
La emoción no hace falta tanto y en eso puede ser que el cine sea menos intenso. Aunque ambos demandan muchas emociones de mí, de mi intensidad, de mi interior y de mi capacidad creativa.
SU PROCESO CREATIVO
“En el arte siempre he dado todo de mí, y esta no es la excepción. Aquí lo que me toca es hacer propuestas estéticas y una vez que he entendido la estructura del cine logro conectar mis ideas y construcción desde el punto estético, busco con mis imágenes y movimiento la belleza, por eso elegí este tema de la danza para mi documental”.
“Me he conectado con mi equipo, el trabajo de producción, cámara, montaje del rodaje, vestuario y sonido ha sido intenso y lo mejor que he podido experimentar. La orquesta sinfónica nacional logra un trabajo de sonido que va más allá de lo esperado por mí”.