La actriz Renée Zellweger vuelve a la piel de su personaje fetiche, Bridget Jones, para convertirse en madre cuarentona en la tercera entrega de la saga, lo que no impide que siga siendo “igual de inconsciente e imperfecta, y una romántica empedernida”, afirmó en una entrevista con Efe. Zellweger regresa a la pantalla grande después de un receso de seis años.
A pesar de ello, considera “sin lugar a dudas” que Bridget sigue siendo un referente para las mujeres del siglo XXI, “y no hablo solo de niñas, los hombres también se pueden identificar porque es un personaje muy humano, vulnerable, imperfecto y seguir sus pensamientos, sus ansiedades, es tremendamente reconfortante”.
“Es verdad que es un poco más madura, ‘Bridget Jones Baby’ es una puesta al día con un momento posterior de su vida; tiene éxito en lo profesional y es más segura, aunque sigue siendo la misma chica enamoradiza e imperfecta, que es lo que más me gusta de ella porque hace que la queramos muchísimo, quieres animarla y que le vaya bien”, dice.
Zellweger, ganadora de un Óscar en 2004 por Cold Mountain, y a punto de lograrlo por su papel de cantante y bailarina en Chicago (2002), es una auténtica diva, delgadísima dentro de un sencillo vestido de flores, diseño de Rebecca Taylor, toda sonrisas y sin inmutarse por incómodas que le resulten las preguntas. En octubre de 2014 ella generó múltiples críticas en el medio artístico, por su cambio de aspecto, hasta que empezó a recibir múltiples mensajes de apoyo de sus allegados.
“Lo más interesante de este trabajo es la transformación, tener que amoldarnos a un personaje y más interesante cuanto más diferente; a mí me satisface ese reto, me siento más segura interpretando un personaje cuando no se parece nada a mí”, afirma.