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Julio Francisco Báez Cortés

Peligros tributarios inminentes

Ante la profunda crisis ética y política que padece Nicaragua, actualmente surgen tentaciones en materia de política fiscal derivadas de relaciones de poder entre las élites económicas y políticas, acompañadas de entidades internacionales.

Ante la profunda crisis ética y política que padece Nicaragua, actualmente surgen tentaciones en materia de política fiscal derivadas de relaciones de poder entre las élites económicas y políticas, acompañadas de entidades internacionales. Citaremos dos casos que presionarían gravemente las finanzas públicas en el caso de no tomarse las medidas preventivas correspondientes:

1. Mitos y dualidades fiscales: el 24 de agosto del presente año, a la periodista Wendy Álvarez de LA PRENSA le brindó una entrevista, por demás reveladora, el último representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Nicaragua, señor Juan Zalduendo. Veamos esta pieza antológica: “Nicaragua debe empezar a desarrollar un programa de reducción de las exoneraciones fiscales”. Es la misma consigna repetida un millón de veces por el FMI cuando evaluaba periódicamente nuestro comportamiento fiscal, pero jamás concretada. Agregó don Juan que como resultado de reducir exoneraciones y tratamientos especiales habría más recaudación. Hasta aquí, con esta obviedad, vamos bien,… “pero también se deben reducir algunas tasas de imposición para poder estar a niveles de tasas que tiene la región”.

¡Ay, don Juan, cómo se resbaló! ¿Sabía usted que según declaraciones oficiales la tasa efectiva del IVA en Nicaragua por causa de las benditas exoneraciones es del 7 por ciento, en vez del 15 por ciento que teóricamente preceptúa la ley. ¿En qué quedamos entonces? Bajamos la tasa del IVA de 15 por ciento al 12 por ciento como rige en Guatemala, o para re-nivelarnos con Centroamérica aplicamos el IVA a toda la canasta básica como existe en El Salvador?
Pasemos al ejemplo de la carga tributaria o porcentaje del PIB destinado al pago de impuestos en nuestro país (15.6 por ciento), que si acatamos sus directrices podríamos elevarla mecánicamente al 16.8 por ciento de Honduras, al 17.1 por ciento de El Salvador o al 11.2 por ciento de Guatemala. ¿Se fijó que no es tan fácil como soplar y hacer botella? Para no aburrir a nuestros lectores, déjeme finalizar el último ejemplito relacionado con el Santo Grial de la canasta básica: me consta que usted sabe, señor Zalduendo, que entre el 70 y 80 por ciento de la canasta básica exenta del IVA es consumida por no pobres. Se parece, desde otro ángulo, al subsidio de energía (7 por ciento del IVA en lugar del 15 por ciento), que según lo criticó en la mencionada entrevista con toda la razón del mundo, a usted le beneficiaba cuando vivió en Nicaragua como a todos los que consumimos entre 300 y 1000 kw/h. ¿Por qué semejante inequidad? ¿Cómo se justificaría que un ministro, un gerente empresarial o el suscrito no paguemos el 15 por ciento del IVA, en sustitución del injusto 7 por ciento de subsidio a sectores pudientes? Aquí sí estamos de acuerdo.

Aunque duela a partes interesadas, mientras no derribemos lugares comunes para sustituirlos por rigurosos estudios comparativos, fundamentados y constatados empíricamente en la región, el discurso de los incentivos shopping del FMI y su comparsa criolla levitará en el vacío.

2. ¿Más exoneraciones injustificadas? cuando el río revuelto de la víspera electoral agita aguas y ganancias de “pecadores”, asoman novedades sorprendentes: la Cámara Nicaragüense de Internet y Telecomunicaciones (Canitel) clamaba el 26 de agosto (dos días después que el amigo Zalduendo habló) por la supresión del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) a los celulares “ante el inevitable traslado de dicho tributo en perjuicio del consumidor”.

Antes de atreverse el gobierno a complacer esta divertida angustia fiscal, dos preguntas debe formularse: ¿Por qué razón esas empresas –entre las más prósperas y rentables del país– descubren por vez primera el peso de este impuesto que desde hace años vienen pagando sin decir pío, cuando hace muy poco tiempo tuvieron la oportunidad de razonar sus posiciones en la Ley de Concertación Tributaria? ¿Por qué ciertas compañías telefónicas se lamentan de los perjuicios ocasionados por el ISC –no olvidemos que es imposible trasladarlo como un tributo más al consumidor, aunque dichas transnacionales amenacen con ello–, mientras por otro lado ocultan el régimen tributario de exoneraciones y otros privilegios de que son beneficiarios hoy en día? Soslayar lo que agrada y a la vez criticar lo que presuntamente perjudica sin demostrarlo técnicamente, se llama oportunismo corporativo.

Conclusión: La fiscalidad no nace porque así es la vida. Es hija dilecta de actores hegemónicos, instituciones y procesos generadores de políticas públicas sesgadas, que irónicamente nos afectan a todos por igual.

* El autor es director del Despacho Báez Cortés & Asociados y presidente del Instituto Nicaragüense de Investigaciones y Estudios Tributario (INIET).

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