Pablo Enrique Gómez, de 23 años, se creyó superior a la víctima Anielka Raquel Espinoza, “buscó el control y el sometimiento de esta, hasta exponerla a situaciones degradantes”, dijo ayer el juez Edén Aguilar, titular del Juzgado Tercero Especializado en Violencia de Managua, durante la audiencia de lectura de sentencia por asesinato, violación y robo agravado en Villa El Carmen.
“Los hechos se dan en un plano de desigualdad de poder. Hubo agresión física, acceso carnal ilegítimo, sustracción de patrimonio hasta quitarle la vida. Hay violencia de género. El agresor bajo su concepción machista, androcentrica (otorgar al varón y a su punto de vista una posición central en el mundo) ve a la víctima como un elemento marginado con la que puede hacer lo que le plazca”, continuó diciendo el judicial entre los argumentos de la sentencia para imponer penas máximas.
Hubo alevosía y saña
El judicial condenó a Gómez a 30 años de cárcel por asesinato, 7 años por robo agravado y 12 años por violación. Entre las agravantes señaló la alevosía, pues planeo el ataque y buscó la vulnerabilidad de la víctima. También está la saña por la forma en que perpetró el hecho y dejó abandonada a la víctima aún con vida.
Según los hechos admitidos por el procesado vio a la víctima sola y le pidió que lo llevara a la comarca Buenos Aires. Luego aprovechándose del lugar solitario y despoblado, rodeado de cañaverales, sacó un mecate y lo colocó alrededor del cuello de la víctima y lo haló fuertemente hacia atrás tratando de asfixiarla.
La joven trató de defenderse arañando a su agresor en el cuello, pero este logró someterla y arrastrarla hacia el cañaveral, donde la golpeo con los puños en la cara, sacó una botella de cerveza de la bolsa y la golpeó con esta hasta quebrarla y con uno de los vidrios le provocó una herida en el cuello.
Luego la violó y le robó tres celulares, dejándola abandonada con sus partes íntimas expuestas, hasta desangrarse. “La víctima tuvo sufrimiento prolongado, muestra de esto son los moretonos, heridas, raspones, exposición de órganos sexuales, lo que muestra una variedad de tortura”, recalcó el judicial.
Reo de alta peligrosidad
E l juez Edén Aguilar, titular del Juzgado Tercero especializado en violencia, aclaró que de los 49 años de condena, el procesado Pablo Énrique Gómez, solo cumplirá 30 años por derecho constitucional, mismos que deberá de cumplirlos de forma sucesiva empezando por la pena más alta.
Además deberá cumplirla en las celdas de máxima seguridad donde están los reos más peligrosos del país y extranjeros. Aquí se les esposa de mano y pies.
Ayer el condenado llegó a la audiencia vestido con el uniforme azul característico de estas celdas de máxima seguridad.
También lo mandó a recibir talleres para modificar su conducta violenta y prevenir futuros incidentes cuando salga de la cárcel.
“Aumentó el dolor de la víctima, causando dolor inecesario , inhumano y deliberado. Actuó con voluntad y conocimiento de los hechos”, dijo el judicial en su sentencia.
49 años de cárcel es la pena a la que fue condenado Pablo Gómez, por asesinato, violación y robo agravado, en perjuicio de Anielka Raquel Espinoza. Los hechos ocurrieron el pasado 6 de julio.
“Sola y vulnerable”
“Vio a la víctima sola y vulnerable, por eso le pidió que lo llevara a la comarca Buenos Aires, ubicada en el kilómetro 39 de la carretera a Montelimar entrada a la finca Waterloo, un kilómetro al oeste. El acusado, aprovechándose de las condiciones del lugar solitario y despoblado, rodeado de cañaverales, sacó el mecate y lo colocó alrededor del cuello de la víctima y lo haló fuertemente hacia atrás tratando de asfixiarla”, relató la fiscal Eyra Jirón, especializada en Violencia de Género, en su momento.
La víctima trató de defenderse arañando a su agresor en el cuello, pero este logró someterla y arrastrarla hacia el cañaveral, donde la empezó a golpear con los puños en la cara, sacó la botella de cerveza de la bolsa y la golpeó con esta hasta quebrarla y con uno de los vidrios le provocó una herida en el cuello. Luego la violó y le robó tres celulares, dejándola abandonada hasta desangrarse.