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Francisco Xavier Aguirre Sacasa

Nuestra partida de nacimiento nacional

Esta semana, las cinco repúblicas centroamericanas celebran el 195 aniversario de su independencia de España el 15 de septiembre de 1821. En este ensayo, examinaré qué pasó ese 15 de septiembre y trataré de separar los hechos verdaderos de la mitología que los pueblos suelen crear alrededor de importantes fechas de su historia.

A comienzos del siglo XIX Hispanoamérica incluyendo el Reino de Guatemala, o América Central, tenían 300 años de estar bajo el dominio de la corona española. España no solo ejercía control político sobre sus colonias americanas sino que ayudó a moldear su cultura. Le heredó a sus colonias su idioma y la religión católica. También fijaba sus leyes, controlaba sus contactos con el resto del mundo —incluyendo los comerciales— y les imponía impuestos. A cambio de esto, al menos en la América Central, aseguraba una cierta estabilidad y orden.

Todo esto comenzó a cambiar con la invasión de España por Napoleón en 1808 y la destitución del rey Fernando VII, el monarca Borbón. Este evento desencadenó el proceso de la independización de Hispanoamérica de España que  no concluyó en su vasto imperio en tierra firma americana hasta el año 1824.

En el caso del Reino de Guatemala, que incluía lo que ahora conocemos como Centroamérica y el estado mexicano de Chiapas, se habían dado brotes independentistas en El Salvador, Nicaragua y Chiapas. Pero según nuestra mitología, el ímpetu revolucionario no maduró hasta el 21 de septiembre de 1821 cuando los grandes o notables seglares y religiosos del reino, principalmente de Guatemala, se reunieron en el Palacio Nacional de la capital para discutir y aprobar el documento que veneramos como nuestra Acta de Independencia.

Lejos de ser una declaración elocuente con un poderoso sustento filosófico  para justificar la separación de Centroamérica de la madre patria, a como lo fue la declaración de independencia estadounidense del 4 de julio de 1776, este documento fue cauteloso, tentativo y altamente conservador. Su redactor principal fue el hondureño conservador José Cecilio del Valle. Pero el acta también fue influenciado por el marqués Mariano de Aycinena y Piñol, un poderoso comerciante conservador guatemalteco, y por el estadista nicaragüense, Miguel Larreynaga.

El acta señaló que era necesario proclamar la independencia de Guatemala para evitar las “temibles consecuencias” que se pudiesen dar si el pueblo en las calles, que quería la independencia, se adelantara a proclamarla sin la participación de las autoridades seglares y religiosas de la capital.

El acta también reconoció el imperativo de convocar en Guatemala a un congreso con representación de las seis provincias de la Capitanía General el 1ro de marzo de 1822. Este congreso debería “decidir el punto de independencia general y absoluta y fijar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir”, en Centroamérica. En otras palabras, aunque la “Diputación Provincial de Guatemala” parece haber acordado su independencia de España, este documento explícitamente reconoció que el congreso de marzo tendría la palabra final en cuanto a la independencia de toda la América Central. Es más, este congreso establecería su tipo de gobierno y constitución. Hasta entonces, seguirían las autoridades establecidas ejerciendo sus funciones de acuerdo a la Constitución, decretos y leyes existentes. En este sentido, el brigadier español Gabino Gaínza, que era el capitán general del Reino de Guatemala, quedó a cargo del gobierno con el título de “jefe político”.

Dos de los 18 artículos del acta se consagran al papel que jugaría la Iglesia católica en el nuevo estado. Explícitamente, estos artículos preservan su supremacía espiritual y protegen a sus  “ministros eclesiásticos… en sus personas y propiedades”. Además, encomiendan a los sacerdotes el ayudar a asegurar “la paz y sosiego, que es la primera necesidad de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro”. Cabe señalar que el arzobispo de Guatemala fue uno de los notables que se reunió para discutir y aprobar esta acta.

¿Qué pasó en el congreso del 1ro de marzo de 1822? Nada. No se dio. Más bien las provincias centroamericanas fueron incorporadas al Imperio Mexicano presidido por Agustín Iturbide un mes y medio después de 21 de septiembre y un ejército mexicano se trasladó a Guatemala bajo el mando del brigadier Vicente Filísola para hacer esta fusión efectiva. Filísola asumió el cargo de Gaínza y lo ocupó hasta que colapsó el imperio de Iturbide en marzo de 1823.

El proceso de la formalización de la independencia del Reino de Guatemala se retomó en 1823 cuando finalmente se reunió el congreso a que se refirió el acta de 1821. Y el 1 de julio de 1823, los delegados a esta Asamblea Nacional Constituyente  aprobaron una “Declaración de Independencia Absoluta de Centroamérica”. Este documento estableció como nación soberana e independiente de “la antigua España y Méjico y toda otras potencias” a las Provincias Unidas del Centro de América.

Cabe señalar que los representantes de Nicaragua, Costa Rica y Honduras no llegaron a Guatemala hasta septiembre. Por consiguiente, no se dio por ratificada esta declaración de independencia hasta el 2 de octubre de 1823. Y una de las provincias del Centroamérica, Chiapas nunca la ratificó. Optó por unirse a México y hoy sigue siendo un estado de ese país.

La nación centroamericana nunca cuajó, y sus cinco provincias se separaron en 1838. Nicaragua formalmente se declaró un país independiente el 30 de abril de 1838. Y España no reconoció nuestra independencia hasta el 25 de julio de 1850.

Con base en lo anterior, está claro que la fecha que los nicaragüenses  celebramos como el día de nuestra Independencia –el 21 de septiembre de 1821— es solo una de varias candidatas para este honor. Y quizás es la que menos amerita esta distinción.

Pero, por otro lado, es la fecha que todas las repúblicas centroamericanas reconocen. Es nuestra “partida de nacimiento nacional” compartida y es la que avala nuestra mitología colectiva.
¡Felices Fiestas Patrias!

El autor es miembro de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.

COMENTARIOS

  1. Catón
    Hace 8 años

    El Sr. Aguirre Sacasa aporta una visión objetiva y acertada del proceso de independencia del antiguo Reino de Guatemala que desmitifica la historiografía liberal. Lo más extraordinario de este artículo es que su autor milita en el PLC.

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