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Eyra Harbar nos revela en su poesía, Un jardín necesario

Dotada de sensualidad en sus versos, Eyra Harbar se presenta amorosa, tierna, con muchas interrogantes que tienen sus respuestas en su nuevo poemario, Un jardín necesario.

AMPARO DE LOS PARTERRES
Eyra Harbar

Caminé el laberinto, la ruta de la flor,
su sendero efímero en la rueda del tiempo,
y encontré el jardín y una violeta al centro.
Abierta quedaba así la puerta del regreso.

Siempreviva
Eyra Harbar

Nunca morirá lo que durmió entre los brazos.

Pasa en silencio solo un instante.
A veces se detiene y echa a perder mi lecho,
lo echa a perder como el polvo a los inventarios.

No cae como un Ícaro que dice ríndete,
a su incapaz cuerpo de cera, ríndete,
a su epitafio colgado al mediodía, ríndete.

Larga vida exhausta, mi siempreviva,
esencia para el quebrantado cuerpo hortelano,
que no caiga en el inmolado vuelo,
que no muera lo que durmió entre los brazos.

poe2
Mucílago
Eyra Harbar

Acostarme en tu rumbo,
anclarme al fondo del profundo paraje
y quedarme en tu pecho jugando
en la nada más fina.
Al final del día en tu costado describo
el curso de un animal salvaje
que ha prometido volver a casa,
el bien mayor para el guerrero derrotado en la prontitud,
porque dormir contigo es vivir para siempre
esa noche cosida en los ojos,
un cielo de cristal
que en mis párpados tiembla.

Tierra
Eyra Harbar

Sé la piel que tiento
en las horas encubiertas,
sé el labio desnudo
que toco con aliento,
sé la boca que prueba,
llamarada en puerta,
del riego y el retorno,
sé la ciudad que estalla
en el florecer de los geranios.

poe1

Cautiva de los cristales
Eyra Harbar

Por el vergel florido cautas se acercan las hábiles manos
y su destreza surtirá de ramilletes y coronas los festejos.

Mientras por el tallo abierto destila colgante aún tu sangre
ahora, al resguardo de los ornados salones crece tu boca
en un sepulcral silencio de pétalos.

Por el amor de pusilánimes, macerados entre líneas
de un romance secreto quedarán los labios de la rosa,
con su acariento perfume a un antiguo jardín ileso.

Qué saben de tu otrora verde libertad, oh gris aroma,
qué saben del grito mudo de los tallos las crueles garras
qué saben del sigiloso llanto de las hojas ni las estancias
ni los adornos ni los amantes ni los versos.

En las ruinas de un patio desierto
ululan solitarios el viento y los recuerdos.

Cultura Eyra Harbar Poesía Latinoamericana archivo

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