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Stranger Things

Crítica de cine: Stranger Things

La última ficción de la plataforma Netflix, Stranger things, se ha convertido en la serie revelación del momento. Lea aquí la crítica por Natalia Otero.

Stranger things, la última ficción de la plataforma Netflix, hace las delicias de nostálgicos, orgullosos “nerds” y gran parte de una generación que mira a los años 80 del siglo pasado con melancolía. La primera temporada se ha convertido en la serie revelación del momento.

Más de un espectador pensará “esto yo ya lo he visto” cuando Will Byers (Noah Schnapp), cuya desaparición da el pistoletazo de salida a la serie televisiva Stranger Things, corre a esconderse en el cobertizo detrás de su casa. Y efectivamente, lo ha visto, ya que en el clásico de los 80 de Spielberg, E.T, the extra-terrestrial, hay una secuencia prácticamente idéntica.

No es casualidad ni pretendía pasar desapercibido. Los creadores de la serie, los gemelos Matt y Ross Duffer, querían rendir homenaje a aquellos filmes que vieron durante su infancia. Como declaraban a medios estadounidenses, “Stranger Things es una carta de amor a los clásicos sobrenaturales de los ochenta”.

La serie cuenta con un sinfín de referencias a películas de culto de esa época y, según sus propios creadores, bebe directamente del cine de Spielberg, Cronenberg, Lynch y John Carpenter, entre otros.

Todo en ella está envuelto en una especie de atractivo halo de cinta del antiguo sistema VHS. Desde los créditos, diseñados por Imaginary Forces e inspirados en la tipografía de los libros de Stephen King, hasta la música incidental en el que resuenan sintetizadores y bajos propios de Encuentros en la tercera fase.

Resulta imposible mirar el cartel de Kyle Lambert y no ver los pósteres de Drew Struzan de las primeras películas de Star Wars o de la franquicia protagonizada por Indiana Jones que poblaban los cines hace tres décadas.

La serie combina ciencia ficción con thriller de suspenso con romance con tributo a los años 80.
La serie combina ciencia ficción con thriller de suspenso con romance adolescente con tributo a los años 80.

Los guiños a símbolos inolvidables de los 80 también abundan en el atrezo y el propio guion: el póster de Jaws adorna la pared de Jonathan Byers, el sufrido y realista hermano del desaparecido, los niños protagonistas juegan a Dungeons and Dragons, y un Halcón Milenario de juguete acaba levitando en una escena.

Las canciones que forman parte de la banda sonora no se quedan atrás. The Clash, David Bowie o Joy Division acompañan a los personajes a lo largo de la trama, en algunas ocasiones como parte del guin.

Llegado a un momento, el espectador comienza a retarse a sí mismo a encontrar todas las referencias que pueda: The Goonies, Scanners, Videodrome, Firestarter, Stand By Me… todo lo que alcance a recordar construyendo en su mente una imagen a su medida.

No parece entonces que Stranger Things ofrezca nada nuevo y tal vez en ello reside su encanto.Han logrado aplicar la nostalgia, un recurso “poderoso y digno de tener en cuenta”, como define Francisco Gil, doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid, con dignidad y calidad, sin pretensiones, sin engaños y sumándolo a una trama, ritmo y guion que consiguen enganchar al espectador.

En opinión del experto, “te guste o no el género, siendo objetivo, uno no puede hacer más que aplaudirla, ya que los creadores han sabido captar esa esencia clásica a la que muchos han querido acercarse sin éxito, como puede ser el largo Super 8, de J.J Abrahams”.

“Su éxito reside en que sabe a lo que va”, explica Francisco Gil, quien añade que “asume perfectamente sus códigos estéticos y narrativos, sus limitaciones respecto a ellos y el público al que quiere satisfacer”.

 

Lea también: Crítica de cine de “No respires”.

La Prensa Domingo Netflix Stranger Things archivo

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