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Javier Álvarez Argüello

El Cosep y el orteguismo

El Cosep ha estado actuando dentro de una sociedad con el Gobierno que no le favorece a futuro. Es una simbiosis donde corre el riesgo de cometer el mismo error histórico que con Somoza, a menos que analice la situación con un enfoque estratégico, más allá del corto plazo.

Desde siglos atrás, las formas organizativas de la producción vienen evolucionando paralelamente con el desarrollo general de la sociedad. En un carril de la autopista se transforman las relaciones dentro de la empresa, desde condiciones infrahumanas de explotación hasta llegar a las modernas teorías organizacionales de trabajo en equipo, higiene laboral, salario emocional, etc. De forma articulada, en los demás carriles se desarrollan los ámbitos políticos, jurídicos y culturales. Surgieron nuevos conceptos como democracia, derechos humanos, imperio de la ley y otros como tecnología, competitividad y también sicología, neurociencia o Pirámide de Maslow.

En Nicaragua también hemos evolucionado. El Cosep de hace cincuenta años, seguramente no es el mismo de hoy. El gran capital ha cargado el legado histórico de haber apuntalado al somocismo mientras no afectó sus intereses. Esta experiencia somocista, la Revolución Sandinista y la evolución de las teorías administrativas han hecho madurar en cierto grado a nuestra clase empresarial. La Responsabilidad Social Empresarial podría ser el embrión de una nueva cultura en las relaciones sociales de producción, con el potencial de generar sensibilidad, transmisión y distribución de recursos y capacidades. La dirigencia empresarial tampoco desconoce la importancia de la Planeación Estratégica en el crecimiento de cualquier organización, mediante la definición de una Visión (¿Hacia dónde vamos?), una Misión (¿Cómo lo haremos?) y los Valores que sustentan la operatividad del Plan. Las empresas modernas y exitosas descansan en valores que fomentan destrezas y cualidades personales para potenciar la innovación y productividad desde dos dimensiones entrelazadas: la libertad individual de ser creativo y la identificación comprometida con el equipo de trabajo y objetivos de la empresa. Esta concepción es aplicable a cualquier tipo de organización pública, privada, con o sin fines de lucro, muy pequeñas o tan grandes como la sociedad misma.

El orteguismo se vendió al Cosep como el único capaz de garantizar la estabilidad social necesaria para producir con tranquilidad, pues él mismo es quien promueve agitación en el país. Aquellos “pragmáticos” que consideran este chantaje como válido, olvidan algunos aspectos del contexto histórico. Primero, la filosofía orteguista no ha evolucionado desde su génesis en los siglos XVIII y XIX, cuando prevalecían concepciones de autoridad centralizada y dictatorial que respondían a relaciones confrontativas en todo tipo de organizaciones sociales, económicas, religiosas o políticas. Segundo, el mismo Ortega sufre excesos de personalidad y carencia de capacidad y preparación para adaptarse y ser efectivo en los tiempos actuales.

Por último, aplicando el modelo de Planeación Estratégica, invito a los miembros del Cosep a que se respondan las siguientes preguntas: ¿Los valores y comportamientos que inspira el orteguismo son los adecuados para fortalecer y desarrollar la sociedad nicaragüense? ¿La “estabilidad” orteguista se sustenta en un clima de tranquilidad, paz y justicia? Imaginemos a Nicaragua como una gran empresa cooperativa, ¿cómo es el clima laboral para los ochocientos mil votantes de Montealegre o los miles de humillados y obligados a someterse a un carnet para subsistir? ¿Se fomenta la libertad de pensar, de ser creativos, entusiastas y eficientes? ¿Es motivador visualizar nuestro futuro con la bota de Ortega sobre nuestras cabezas indefinidamente? Señores del Cosep, su Decálogo es excelente y es justo lo que reclaman quienes han sido apedreados por orteguistas motorizados. Pero no caigan en la táctica que Ortega utiliza con Estados Unidos: públicamente censuramos, privadamente los apoyamos. Si no es así, ¿están apostando a que Ortega sabrá manejar indefinidamente las crisis cíclicas que se avecinan o tienen un Plan B?

Si Nicaragua —no China— disfrutara de un sistema político verdaderamente estable, los ciudadanos y empresarios no nos meteríamos en política porque es nuestro deseo concentrarnos en estudiar, trabajar y producir, no porque esté prohibido en algún código o reglamento, mucho menos porque el presidente no quiere “empresarios-políticos”. Los valores orteguistas son indignantes, acumulan resentimiento y conflicto social. Es un proyecto retrógrado, inviable y destruirá por segunda vez a Nicaragua.

El autor es administrador de Empresas.

Opinión cosep Orteguismo archivo

COMENTARIOS

  1. Pancho Madrigal
    Hace 8 años

    Excelente mensaje.Alto y claro. El problema es que en el Cosep hay muchos hombres de negocios sordos preocupados UNICAMENTE por sus utilidades, utilidades, utilidades mientras a su alrededor el pais se hace añicos. Cuando entenderan que la relacion contranatura que tienen con el dictador de turno sera la causa de sus desgracias?

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