Edward Morillo extraña la arepa, la comida típica de Venezuela. En Somoto, donde vive y juega con el Real Madriz, no la ha podido hacer porque no tiene la harina especial. Sin embargo, espera calmar ese antojo pronto. Su papá Pedro Morillo tiene planeado viajar a verlo, más ahora que es el líder goleador en solitario del Torneo de Apertura.
“Siempre iba a mis partidos y quiere estar aunque sea en uno”, expone el delantero de 22 años que el pasado miércoles hizo su primer doblete para llegar a siete tantos, atrayendo reflectores con su explosión goleador en el debut de su carrera en Primera División. “Mi papá se alegra que me esté yendo bien, pero ahora me exige más, que siga trabajando fuerte”, relata el oriundo de Valencia, estado de Carabobo.
Morillo aterrizó en Nicaragua el 30 de mayo. Fue el primero de los cinco extranjeros del Madriz que llegó al país porque estaba esperando una oportunidad así. Asegura que anticiparse le permitió adaptarse rápido al futbol nica, pero le falta hacerlo al ambiente y comida.
“Gallopinto no como, es como la arepa para ustedes, pero no lo quise más después de un mes. Solo como arroz con carne o pollo y sándwich”, señala el venezolano, quien ya le encargó a su papá la harina para arepa.
Así es Morillo
El delantero venezolano es un jugador que no se mantiene en el área rival esperando el error. Él más bien entre más alejado esté, mejor oportunidad tiene para marcar.
Sus cualidades son la velocidad, diagonales y ese instinto de depredador; cuando tiene el más mínimo chance de disparo no lo piensa dos veces. Así ha hecho seis de sus goles. El otro fue de tiro libre, el único que ha ejecutado a balón parado.
Murillo debutó en la jornada dos contra Diriangén y se estrenó como goleador en la siguiente ante Managua FC. Desde ese momento marcó en cinco partidos en fila, una racha que solo jugadores iconos del Madriz han superado: el hondureño Luis Valladárez en 2006 y Miguel Ángel Sánchez en 2008, quienes anotaron en seis fechas.
De Segunda a Primera
Morillo se estrenó en Nicaragua en un equipo de máxima categoría. Se formó en el Sport Club Guariní de la Segunda División de su país. Con el equipo juvenil marcó 33 goles en la temporada 2011-12 y lo compró el Gran Valencia FC de Segunda en 2,500 bolívares, unos 25 dólares en el cambio actual, explica.
En el Gran Valencia no tuvo oportunidad —tres partidos jugados en todo 2013— y en 2014 lo mandaron al club Hermandad Gallega de la Tercera División. Ahí en año y medio hizo tres goles, una cifra que contrastan con sus actuales números. “Me faltaba la madurez de ahora y con esfuerzo y trabajo he logrado marcar más goles”, asegura.
Sin club disponible a mediados del 2015, Morillo viajó a México por razones familiares. Ahí estuvo hasta mayo de este año cuando su agente lo llamó y le planteó la propuesta de Nicaragua. “En el futbol hay que aceptar cada reto y me vine”, afirma.
El venezolano disfruta su momento aunque sabe que debe mantenerse enfocado. En este nivel las exigencias aumentan. Está llegando a la élite y para mantenerse hay que trabajar el doble. Él parece entenderlo.