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Humberto Belli Pereira

¿Lee Ortega, el signo de los tiempos?

Esta no es la primera vez que las acciones de Ortega tienen consecuencias desastrosas. Conviene recordarlo, pues muchos le atribuyen una astucia estratégica digna de un premio Nobel, o una inteligencia mayor que la que tiene. Un repaso de algunas de sus actuaciones puede darnos algunas luces sobre sus límites y propensiones.

En noviembre de 1979, recién triunfada la revolución, se reunió con esperanzados dirigentes indígenas, en Bilwi, pero en lugar de escuchar sus ansias de autonomía, los humilló diciéndoles que debían ser reemplazados por otros más representativos. A continuación, reemplazó a sus queridos maestros moravos por cubanos, y a sus tradicionales autoridades comunales, por organizaciones sandinistas. Antes de un año la Costa hervía de nativos insurrectos.

En 1981 y 82 el subsecretario de Estado para Iberoamérica, Thomas Enders, se reunió varias veces con él y la Dirección Nacional del FSLN, a fin de ofrecerles el respeto a la revolución, a cambio de que cesaran su apoyo a la guerrilla salvadoreña. Ortega y su camarilla, cegados por su ideología, rechazaron la oferta legitimando la ayuda estadounidense a la contra y precipitando al país en una guerra terrible.

En abril de 1985 el congreso norteamericano negó más fondos a la contrarrevolución. A los pocos días Ortega viajó a la Unión Soviética, el archirrival de Estados Unidos, para estrechar lazos de amistad. Esto fue sentido por los políticos norteamericanos como un balde de agua fría y poco después el congreso asignaba a la contra 27 millones de dólares.

A inicios de 1986 Reagan trataba infructuosamente que el congreso le aprobara 100 millones más para la contra. El primer voto, el 20 de marzo, fue negativo. Pero a los pocos días Ortega ordenó una incursión militar dentro de Honduras. Alarmado, el congreso volvió a dar marcha atrás y en junio aprobó los 100 millones.

En 1990 Ortega también ignoró los sentimientos del pueblo y mareado por las mentirosas o ingenuas encuestas —como las de M&R de hoy— creyó segura su victoria. Nunca previó su gran derrota. En el 2007 regresó al poder; hazaña que para muchos probaba su inteligencia. Pero esta se debió más bien a dos factores fortuitos: que Alemán, para sorpresa del mismo Ortega, le obsequiara en el pacto el 35 por ciento como cantidad mínima para ganar las elecciones, y que muriera Herty Lewites, quien le estaba quitando más del 10 por ciento de su voto. Con Herty vivo, Ortega, jamás hubiese obtenido más del 30.

Ya en el poder Ortega pareció haber aprendido de sus errores. Manejó prudentemente la economía e hizo un pacto sabio con el sector privado. Iba por buen camino, con merecidos aplausos. Aun respetando las reglas del juego democrático, llevaba las de ganar y proyectarse como un estadista campeón de la estabilidad y el progreso. Pero pudo más la ambición y su repudio a las elecciones representativas: irrespetó la Constitución, gradualmente concentró todos los poderes y, finalmente, en junio de este año, descaradamente y sin el menor rubor, echó por la borda los remanentes de democracia.

Otra vez, como antes, ignoró las repercusiones que sus acciones tendrían en el exterior, una de sus debilidades. Lo que está aún por verse es, si otra vez, arriesgará el bienestar del pueblo —y su propio futuro— por su obcecación política. Porque hay que estar claro: las calamidades que sobrevendrán al pueblo por el corte de la ayuda no serán culpa de Estados Unidos sino, exclusivamente, de quien con sus acciones ha provocado el quiebre de la institucionalidad y el repudio internacional. Él solo las ha causado. Él solo las puede evitar.

El autor fue ministro de Educación en el gobierno de doña Violeta Barrios de Chamorro.
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COMENTARIOS

  1. Daniel Escorcia
    Hace 8 años

    Dr. Belli: Su analisis es muy bueno, aunque le falto detallar como se debe hacer para desmontar la crisis. Me parece que el escrito de Pedro Joaquin Chamorro Barrios sugiriendo que Ortega siga como presidente por un año, para recomponer todo el proceso de elecciones es una buena idea. Saludos y bendiciones, Daniel Escorcia Polanco

  2. Edmund Dantes
    Hace 8 años

    En ningun momento del gobierno de Ortega se me ha ocurrido aplaudirle por su colusion con el sector privado. Ortega & Cia han sido muy predecibles porque su naturaleza es similar al escorpion, que no pueden evitar picar. Entre mas pique y azote a la poblacion, mayor temperatura en su contra habra.

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