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Oposición

El comandante Daniel Ortega es investido presidente de Nicaragua en su primer período presidencial, en enero de 1985. LA PRENSA/ARCHIVO

Dos elecciones en Nicaragua en que no fue la oposición

Excompañeros de Ortega analizan los comicios de 1984 y de 2016, y lamentan las prácticas somocistas en la actualidad.

A las 7:00 a.m. del 4 de noviembre de 1984 se abrieron las urnas electorales en las primeras votaciones para elegir al presidente de Nicaragua, cinco años después del derrocamiento de la dictadura somocista, a manos de los combatientes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), pero no participó la oposición.

Oscar René Vargas era asesor de la Dirección Nacional del FSLN, órgano que tomó el control del país, en el cual tenían un gran peso los hermanos Daniel y Humberto Ortega, el primero desde la Junta de Gobierno y el segundo como jefe del Ejército.

Vargas recuerda que durante el proceso electoral de 1984, los hermanos Ortega no quisieron negociar con la oposición “verdadera”, representada por Arturo Cruz, para garantizar un proceso electoral equitativo.

Cruz, quien además era precandidato presidencial de la Coordinadora Democrática Nicaragüense, relató en el artículo de opinión titulado El trasfondo de las elecciones de 1984 (publicado en LA PRENSA el 31 de octubre de 2004), que el FSLN entorpecía sus intentos de reuniones “bajo el método de turbas divinas”, lo que les impidió llegar a un acuerdo. También cuenta que “la coyuntura histórica favorecía a los sandinistas”. Finalmente, la Coordinadora Democrática Nicaragüense fue impedida de participar en las elecciones.

“Impulsado por mi antizancudismo visceral, mi opinión, apasionadamente errada, era de que únicamente los ‘vivos’ y aprovechados de siempre participarían en las elecciones de los sandinistas”, reflexionó entonces Cruz.

Proceso de 2016

En la coyuntura actual los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) y militantes del FSLN, encabezados por Francisco Rosales y Rafael Solís, despojaron a la principal fuerza política opositora de la representación legal del Partido Liberal Independiente (PLI), que era el partido que encabezaba a la Coalición Nacional por la Democracia y que era la segunda fuerza en las últimas elecciones presidenciales de 2011.

Este despojo de la personalidad jurídica del PLI los sacó del proceso electoral, el cual ya carecía de credibilidad por el control del FSLN en la estructura electoral y las pruebas de fraudes desde las elecciones municipales de 2008, consideradas un “fraude documentado” por organismos de observación nacional.

Elecciones sin legitimidad

Aunque fueron situaciones distintas, el resultado fue el mismo, asegura Vargas, porque Ortega logró en 2016 como en 1984, unas elecciones donde no participa la “oposición más importante” y por lo tanto “ilegitima el proceso electoral”.

Aunque Vargas descarta guerras y bloqueo económico en el actual contexto, y no como ocurrió en el pasado, otra vez la ilegitimidad de las elecciones ocasionó la reacción estadounidense, que se traduce en el impulso del proyecto de Ley que condicionaría los préstamos de organismos financieros internacionales a Nicaragua, conocida como “Nica Act”, como sanción a la falta de transparencia electoral y las violaciones a los derechos humanos. Esta Ley resultaría negativa para la economía del país, asegura Vargas.

Lea: 7 razones de expertos para llamar farsa las elecciones en Nicaragua

En las elecciones de este año Ortega se postula por séptima vez a la candidatura presidencial y es su tercera reelección, un hecho que ha sido denunciado por la oposición como la instauración de una dinastía, principalmente porque lleva a su esposa, Rosario Murillo, como candidata vicepresidencial.

Papel de Humberto Ortega

Vargas recuerda que un año antes de las elecciones del 84, “Humberto Ortega dijo que el poder no se rifaba”, para sentar su posición de que no estaba de acuerdo con las elecciones, y ahora dice: “Participen y después negociamos”.

El 2 de septiembre pasado, el general en retiro Ortega publicó un comunicado en el cual negó la instauración de una dictadura.

“Nuestras formas de Estado no constituyen una dictadura militar, aunque producto del particular desarrollo histórico de nuestra sociedad desde caciques-conquistas-Colonia, persisten en ser más piramidal-autoritaria-centralista que democráticas y desde 1990 con la necesaria firma autoridad de la incipiente democracia, reaparece el estilo personalista-familiar en la Presidencia, diferente a una dinastía que nadie proclama y es inviable”, expresó el general Ortega.

Oposición
El comandante Daniel Ortega es investido presidente de Nicaragua en su primer período presidencial, en enero de 1985. LA PRENSA/ARCHIVO

Para Vargas, Humberto Ortega nuevamente quiso decir que no iba a rifar el poder, siguiendo una vez más la misma lógica política de “poder y el control total”.
Vargas destaca que esas condiciones de control total en el proceso electoral son la forma de negociar del régimen de Ortega, porque “puede flexibilizarse para ceder algunos espacios, pero no para que se crea que conquistaron esos espacios”.

Génesis del caudillo

No todos los sandinistas de la vieja guardia y que ahora están distanciados de los Ortega comparten la teoría de que las elecciones del 84 fueron ilegítimas, pero destacan el origen de lo que llaman una “sobrevaloración” del papel de Daniel Ortega como dirigente sandinista, aunque ellos mismos lo eligieron como candidato presidencial en 1984.

Tal y como lo recuerda Dora María Téllez, comandante guerrillera que participó en la lucha armada contra la dictadura, Ortega se apoyó en la popularidad que tenía y que fue resultado del trabajo del FSLN como institución en los años ochenta.

“La personalidad de Daniel Ortega fue la que se puso más de relieve como una cosa deliberada frente a las elecciones, de manera que Ortega potencia ese trabajo que se había realizado para elevar su popularidad y lo convierte en un arma mortal contra el propio Frente Sandinista, el cual destruyó”, manifestó Téllez.

Sin embargo, las elecciones de 1984 fueron, para Téllez, el primer proceso electoral “bastante limpio”, “luego de 45 años de fraudes electorales consecutivos” durante la dictadura somocista, aunque también reconoce que hubo un sector principal de la oposición que decidió no participar, además de una abstención importante.

Con todo y los errores que pudieron cometer en el 84, Téllez cree que fue el inicio de los procesos democráticos de Nicaragua, lo que está llegando a su final ahora. “Aquí muere ya por completo el modelo electoral que arrancó en 1984”, aseguró Téllez.

Henry Ruiz, exmiembro de la Dirección Nacional del FSLN y uno de nueve comandantes que dirigieron el país en los ochenta, recuerda que Daniel Ortega funcionaba en una dirección general colectiva, aunque a veces se molestaba cuando asegura que lo frenaban en la toma de sus decisiones.

Ruiz: “Miraba grandeza”

Según Ruiz, una vez aceptó que el país fuera la sede de una Cumbre de los No Alineados, pero “los demás nos opusimos”, recuerda. “¿Cómo íbamos a ser la sede de los no alineados, no teníamos ni aeropuerto para mantener más de 50 aviones parqueados, pero él decía que podía porque solo miraba la grandeza, no las dificultades”, insistió Ruiz.

Lo dejaron suelto

Aunque la Dirección Nacional del Partido era la que tomaba las decisiones, Ruiz reconoce que “muchos” abogaban por que a Ortega “lo dejaran hacer”, bajo el argumento de que le impedían dirigir mejor al país.

Fue así que a “Daniel Ortega lo dejaron suelto y ya ven qué ha hecho”, dice Ruiz, y señala la concentración de poder, el control partidario y familiar en todos los poderes del Estado, incluyendo la Policía y el Ejército.

En otra entrevista con LA PRENSA, en julio pasado, Ruiz aceptó que cometieron errores y reconoció que se quedó callado, mientras miraba el mal uso de los recursos públicos.

Treinta y dos años después de los comicios del 84, Ruiz lamenta que el somocismo nunca fue erradicado, porque se mantuvo en la cultura y en las actuaciones de los que están ahora en el poder.

“La gente que está con Ortega y alrededor de él son somocistas de conciencia y de mente, por su abuso desmedido de poder y la acumulación de riquezas”, expresó Ruiz.

Ahora valora que el triunfo de la revolución de 1979 fue sobre el aparato militar y la estructura del poder económico, pero no triunfaron sobre la conciencia somocista.

Igual lo cree Téllez, quien como primera experiencia de su vida política tiene en cuenta ahora que los procesos de cambio son complejos.

“Vos podés derrocar a una dictadura, pero el modelo político de esa dictadura está prendido en la conciencia política de quienes luchan para derrocar esa dictadura, porque no han cambiado la manera de ver el sistema político”, aseguró Téllez.

Elecciones del somocismo

Por eso, para ella, estas elecciones también son comparadas con las que se realizaban durante la dictadura somocista. La exguerrillera sandinista Mónica Baltodano argumentó que durante la dictadura somocista siempre se hizo fraude, el CSE era subordinado y corrupto y ya se sabía de antemano que impondría el continuismo.

Por eso, Baltodano recuerda que en 1974 el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director asesinado de LA PRENSA en 1978, hizo el llamado de: “No hay por quién votar”.

Entre la críticas y aprobación

Alejandro Bolaños Geyer en el libro Las elecciones sandinistas de 1984 afirmó que “las elecciones sandinistas de 1984 fueron una pantomima montada para darle visos de legitimidad a un régimen ilegítimo”.

Según Bolaños, los principales partidos democráticos de oposición, aliados en la Coordinadora Democrática, se “rehusaron a participar en la contienda porque no había garantías de participación equitativa, de honestidad en el proceso, ni de un cómputo correcto de los votos”.

Bolaños cita un análisis de Jaime Chamorro Cardenal, director actual de LA PRENSA, realizado en abril de 1985, en el que dijo que hubo “graves anomalías e inconsistencias en el cómputo electoral, corroborando, para él, que las elecciones fueron una farsa”.

Aunque Bolaños reconoció que “por el contrario diversos observadores extranjeros alabaron las elecciones de 1984 como verdaderamente democráticas”.

La exguerrillera sandinista Mónica Baltodano afirma que “las elecciones de 1984 fueron limpias, con un CSE (Consejo Supremo Electoral) honorable”, dirigido por Mariano Fiallos Oyanguren.

Baltodano también recuerda que “ninguna fuerza fue proscrita y se permitió amplia observación electoral”. Asegura que el respaldo internacional a la revolución sandinista era evidente y que “fueron las primeras elecciones verdaderamente libres en todo el siglo XX”.

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COMENTARIOS

  1. jaimenba.com
    Hace 8 años

    para mi no hai oposicion cuatro no representan ni el barrio donde viven sean serios para que alla oposicion se necesita minimo 500 personas y en lo que e visto si son cuatros por eso ortega va facil o como dicen bostezando ,sorry somosistas

  2. JUAN ANGEL ALMENDAREZ CASTILLO
    Hace 8 años

    Poner a los Sandinistas que operan en contra de Daniel trae a colación sus famosas tres tendencias, esa “tendisitis” era provocada por la “presidentitis” y de todos estos señores y señoras objeto de esta plana periodística, siguen soñando que cualquiera de ellos era el “mejor” por qué este es más humilde, este mejor preparado, este y este. En esa llanura de ideas banales y cursis, estereotipadas en seudo leyendas de que yo hice o que disparé o que dirigí me lleva al último párrafo de Coronel no tiene quien le Escriba y recompongo el párrafo de Gabo y digo, estos comandantes no tienen pueblo que los elija. Con quejas y llantos, jamás un partido conquistó el poder. Con pragmatismo y dejando el 79 aparte, talvez algún día logren agruparse y pretendan ser un opción. Les queda poco tiempo, ya a todos les platea la sien y el alemán los puede andar siguiendo. Da lástima la oposición dijo Fabio un domingo en este diario.

  3. Alvaro Mata
    Hace 8 años

    La verdad es que mucho bla,bla y poco bang,bang. Todos hablan,de lo mismo, pero no hacen nada, y le siguen el juego a Daniel. Le han tenido miedo todo el tiempo. Se necesita un lider nuevo, que salga del pueblo; Denme un punto de apoyo y moveré el mundo decía Arquímides. Pero a quien se le va a dar ese apoyo, si no tienen el coraje para decir basta ya..y dirigir al pueblo hacia una verdadera Revolución. Tuvieron las armas en sus manos y las escondieron para acomodarse y ahora solo bla,bla.

  4. Alejo
    Hace 8 años

    De acuerdo con este escrito, los 7 partidos que participaron en las elecciones de 1984 eran todos sandinistas? Incluyendo al Partido Conservador y al PLI?

  5. el carolingio
    Hace 8 años

    Sin ser orteguista les digo que las elecciones de 1984 las hubiera ganado el FSLN aun si hubieran puesto de candidato a cualquier ciudadano humilde y sin renombre. Por que quieren perderse en pensar otra cosa? Todolo demas que se ha dicho es bastante acertado

  6. don
    Hace 8 años

    Nicaragua no tiene los niveles de educacion cultural para tener una democracia. Necesitan mano fuerte. En la mente de los nicaraguenses solo existe el bien material, la obtencion de riqueza, influencia y poder… ya sea para poner “down” ensenorearse de los demas, dar oredenes, tener sirvientes, mandar y no cumplir las leyes y regulaciones. Y ven en el dictador o caudillo de turno la oportunidad de acercarse servirle rastreramente hasta servirle de alfombra para que camine, con tal que lo hagan participe del poder y goce de las instituciones, aprovechando los recursos del estado,(presupuesto nacional= impuesto colectado por hacienda) para su bienestar personal, familiar y de lo compadres, amigos y sirvientes.
    En que estoy equivocado?
    Asi que nos aguantamos…

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