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Las reformas pendientes del INSS

A julio de 2016 el Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS) muestra un déficit global de efectivo de 286.2 millones de córdobas debido a que sus ingresos totales han crecido a una tasa del 15.9 por ciento, mientras que los egresos han crecido a una tasa mucho mayor, del 19.4 por ciento.

A julio de 2016 el Instituto Nicaragüense del Seguro Social (INSS) muestra un déficit global de efectivo de 286.2 millones de córdobas debido a que sus ingresos totales han crecido a una tasa del 15.9 por ciento, mientras que los egresos han crecido a una tasa mucho mayor, del 19.4 por ciento. En este caso, el componente de los egresos que más ha crecido es el de la “inversión en activos no financieros”, integrado, en gran parte, por colocaciones de crédito a 15 años de plazo a agentes privados para financiar inversiones inmobiliarias.

Para reducir su déficit y extender su periodo de solvencia, el INSS debería estar reduciendo drásticamente estas colocaciones.

Sin embargo, a julio, en vez de reducir drásticamente sus colocaciones en “activos no financieros”, como estaba presupuestado, el INSS las ha incrementado en un 72.5 por ciento en comparación con el mismo periodo del año previo.

Es importante recalcar que en los meses finales de 2016 vendrán a agregarse a los egresos unos 1,300 millones de córdobas por concepto del doble aguinaldo pagado a los trabajadores del INSS y el decimotercer mes que por ley se paga a los pensionados, de manera que, con toda probabilidad, en 2016 se producirá el mayor déficit del INSS de los últimos cuatro años.

Los déficits anuales cada vez mayores que está acumulando el INSS significan que sus erogaciones totales —incluyendo las referidas colocaciones—, superan cada vez más sus ingresos totales. Estos déficits se cubren a costa del fondo de reservas del INSS. Y mientras mayores los déficits, dicho fondo disminuirá con mayor rapidez, y más rápido se producirá la insolvencia del INSS.

Como se recordará, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que la solvencia del INSS se mantendría hasta 2024, pero ello suponía que en 2016 se obtendría un superávit importante debido a que los ingresos aumentarían a tasas muy altas y las erogaciones se desacelerarían drásticamente —en parte a través de una fuerte reducción en las colocaciones en activos no financieros—, y que los déficits subsiguientes serían comparativamente reducidos.

A estas alturas, sin embargo, como ya se dijo, la tendencia es hacia un déficit mayor en 2016, en vez del superávit previsto, y a déficits importantes después, lo que podría reducir de manera apreciable los años de solvencia del INSS.

El Gobierno se comprometió ante el FMI a llevar a cabo una serie de nuevas reformas, antes de que el INSS arribase a la insolvencia. Por necesidad, estas reformas deberían ser drásticas, y estarían destinadas a reducir egresos y aumentar ingresos.

Debe recordarse que, por el lado de los egresos, las propuestas de reformas que quedaron en el tintero en 2010, centradas en el Programa de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), apuntaban a duplicar los años de cotización necesarios para poder jubilarse —que pasarían de 15 a 30 años—; a aumentar el requisito de edad necesario para la jubilación —la cual pasaría de 60 a 65 años—; a colocar como base de cálculo para la pensión el salario medio de toda la vida laboral del trabajador, y a reducir las prestaciones recibidas por los pensionados.

Por el lado de los ingresos, dado que las últimas reformas incrementaron la tasa de cotización de los empleadores, no habría más alternativa que incrementar de manera muy fuerte la cotización de los trabajadores. Estas reformas, dado el limitado tiempo que resta para la insolvencia del INSS, ya no podrían contar con la gradualidad que se propuso hace seis años.

Posiblemente estas reformas lograrían extender, por un periodo indeterminado, la solvencia del INSS, pero dadas las características de nuestro mercado laboral, significarían que solo un porcentaje bastante reducido de los afiliados podrían aspirar a jubilarse.

*Economista
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