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Ian Rankin  presentó su novela negra  Perros salvajes.  LAPRENSA/EFE

Ian Rankin  presentó su novela negra  Perros salvajes.  LAPRENSA/EFE

Ian Rankin entrega su última novela negra, Perros salvajes

"Mis libros siempre han sido para mí como una terapia y las preguntas que me voy planteando se las acabo pasando a algún personaje, casi siempre a Rebus", comenta el escritor de Perros salvajes, Ian Rankin.

Cuando están a punto de cumplirse 30 años desde que el ya jubilado policía de novela negra escocesa John Rebus comenzara a investigar casos, su creador, el escritor Ian Rankin, asegura que la realidad de la que se inspira demuestra que los nuevos criminales son más salvajes que los de la vieja escuela.

“Son mucho más salvajes: los criminales de antes tenían un cierto código ético y hay cosas que nunca harían. Los actuales son capaces de cualquier cosa por dinero”, señala el autor escocés Ian Rankin (Cardenden, 1960) en una entrevista con Efe.

Rankin presentó en Madrid Perros salvajes, la última entrega, la número 20, de la serie protagonizada por Rebus, que ganó recientemente la X edición del Premio Internacional RBA de Novela Negra y que ha sido publicada en español por esta editorial, una obra en la que contrasta la diferente forma de actuar entre criminales de distintas generaciones.

Pero Perros salvajes, indicó el escritor, es también una reivindicación del valor de la experiencia que personifica su inspector, jubilado hace varios años pero que ha recuperado de nuevo para trabajar como asesor externo de la policía escocesa.

Rankin se ajustó a la realidad de la vida laboral de la policía en Escocia y jubiló a los 60 años a Rebus, pero era un “desperdicio” y una “estupidez” desaprovechar la experiencia que éste había adquirido a lo largo de su carrera, por lo que decidió que siguiera colaborando como civil junto al otro personaje de novela negra que había creado, Malcolm Fox, exagente de Asuntos Internos.

La relación de los dos policías es difícil y compleja, porque en el pasado Fox se dedicaba a investigar a agentes rebeldes y que iban por su cuenta, como es el caso de John Rebus, indica el autor, que señala que ambos se complementan y se entienden bien “pero no se gustan nada”.

“Rebus tiene destrezas que los policías jóvenes no tienen; ellos pueden ser fuertes en buscar información por internet, pero el expolicía conoce las calles, a los criminales, los sitios dónde conseguir información…”, explica Ian Rankin.

Recuerda que cuando comenzó a escribir esta saga, quiso que el policía tuviera una evolución a tiempo real y, como entonces era de mediana edad, ahora tiene que estar ya jubilado.

El policía ha envejecido y ha evolucionado, al igual que ha hecho el autor, que cuando comenzó a escribir era “un estudiante sin dinero y sin expectativas” respecto a sus novelas: “he conseguido mi propósito de que mis obras llegaran a muchos lectores de diferentes culturas pero, desafortunadamente, no me resultan más fáciles de escribir; al contrario, cada vez es más difícil”.

En su última novela habla también de las relaciones entre padres e hijos, seguramente porque, indica, coincide con que sus dos hijos se han hecho mayores y se han ido de casa y se planteó la pregunta de si había sido un buen padre.

“Mis libros siempre han sido para mí como una terapia y las preguntas que me voy planteando se las acabo pasando a algún personaje, casi siempre a Rebus”, agrega.

Así ocurrió, por ejemplo, cuando su hijo pequeño nació con una discapacidad que le impedía andar, recuerda el escritor que explica cómo hizo que en la novela El jardín colgante la hija del comisario Rebus tuviera un accidente y quedara en silla de ruedas.

La realidad inspira al escritor escocés, que compra diariamente tres periódicos, de los que recorta los sucesos de cualquier parte del mundo y que pueden servirle algún día para una de sus novelas y los archiva.

Se pregunta por las causas que hacen que un mismo crimen se produzca a la vez en diferentes partes del mundo y lo traslada a sus novelas como en esta ocasión, en la que aborda los abusos a niños en instituciones como reformatorios y orfanatos.

Casi todas sus novelas están ambientadas en Edimburgo lo que le plantea el problema de que como es una ciudad con una tasa de criminalidad muy baja, tiene que recurrir a casos ocurridos en el pasado con consecuencias en la actualidad para que sus libros sean realistas.

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