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Elián García. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

Elián García. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

Elián García: El niño beisbol

Elián García respira y suda beisbol. Quería llegar a Grandes Ligas y sacar a su familia de la pobreza, pero un balazo en la cabeza le desbarató sus sueños.

Después de escuchar el balazo, el muchacho empezó a correr despavorido por la calle. Parecía estar fuera de sí. “Lo mataron, lo mataron”, gritaba exasperado. Avanzó unos metros más hasta que la pesadumbre lo hizo caer de rodillas en el suelo, donde seguía gritando destrozado: “Mataron a mi amigo… mataron a mi amigo Elián”, exclamó.

Doña Suyén Aguirre y don José Alejandro García estaban sentados en la acera de su casa cuando escucharon un disparo. Don José Alejandro le advirtió a su esposa que entrara a la vivienda para proteger a sus dos niñas, pero después una pregunta y un nombre parecieron detener el tiempo. “¿Elián?”, preguntó. Doña Suyén creyó verlo “allááá sentado”. Pero no, no era Elián.

Ambos estaban preguntándose dónde estaba su hijo cuando escucharon que Luis Cajina, de 17 años, el amigo que acompañaba a Elián gritaba en la calle, de rodillas, que lo habían matado. Entre la bulla de la gente, doña Suyén corrió y una amiga que se encontraba comprando fritanga cerca del lugar donde estaba Elián le dijo: “Es tu niño”.

El mayor de sus hijos, Elián García, había salido de casa. Mientras todos estaban sentados en la acera, a eso de las ocho de la noche del 15 de abril de 2015, decidió ir a comprar el batido que religiosamente salía a buscar todos los días, cerca del puente de la zona cinco en el municipio de Ciudad Sandino, Managua, a cuadra y media de su casa. Siempre pedía que al batido le echaran dos huevos crudos, porque necesitaba energías para jugar beisbol. La señora que despachaba las bebidas siempre le cobraba 10 córdobas por el batido aunque este costara 15, porque Elián era su cliente fijo. Ya todos conocían a aquel muchachito del barrio que soñaba con firmar con un equipo y llegar a las Grandes Ligas. Pero todo cambió aquella noche.

“Cuando yo firme, mamá…”

Elián juagba como segunda base y shortstop. Era el tercero en turno al bate.LAPRENSA/O.Navarrete
Elián juagba como segunda base y shortstop. Era el tercero en turno al bate.LA PRENSA/Óscar Navarrete.

—¿Qué posición jugás? —pregunto a Elián, de 15 años. Y en su rostro se abre paso una sonrisa de emoción. Casi no puede moverse y aún le cuesta, pero como puede, levanta su mano derecha y sus delgados y temblorosos dedos forman un dos.

—¿Segunda base? —y otra enorme sonrisa contesta que sí.

Por tres simples razones el color favorito de Elián es el verde: es el color de la esperanza, es el color de la naturaleza, y es el color de un campo de beisbol. Según su papá, José Alejandro García, Elián lleva el juego en la sangre. Su familia paterna ha jugado beisbol en Nicaragua desde los años 40. Cuando tenía seis o siete años Elián solía ver los juegos en la televisión y un día le pidió a su papá que lo llevara al estadio. Y desde entonces no se separó de la pelota y el bate.

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Según su papá, Elián lleva el beisbol en la sangre. Ya que toda su familia paterna lo ha practicado. LA PRENSA/Cortesía.

Su padre recuerda orgulloso que cuando asistía a los juegos de su hijo, a veces escuchaba a los aficionados decir: “Mirá qué bueno se ve ese jugador”, y él sabía que hablaban de Elián. Entonces “sacaba pecho” diciendo que ese niño que jugaba de segunda base o a veces de short stop, era su hijo, el tercero en turnos al bate. Su equipo predilecto es el Bóer, y su equipo de Grandes Ligas son los Yankees de Nueva York. La sonrisa es inevitable cuando su papá, don José Alejandro García, le recuerda a su jugador favorito, el que fue segunda base de los Yankees, Robinson Canó.

Semanas antes de que a Elián García lo asaltaran, había pasado una prueba para entrar a la Academia de la MLB en Nicaragua como prospecto. También estaba listo para ir a un torneo de beisbol a Panamá, con su equipo de Ciudad Sandino. Según su madre, doña Suyén Aguirre, muchas veces los mánager llegaban a buscarlo porque lo querían en sus equipos. “Se peleaban por él”, dice riéndose doña Suyén, quien sentada junto a su hijo aún recuerda la última vez que lo vio vestido con su uniforme.

Fue el sábado 11 de abril. Ella ya no solía ir al estadio a verlo jugar porque “ya estaba grande”. Pero se nota en su mirada y en sus lágrimas el dolor de aquella imagen de su hijo llegando a casa después del juego. “Vino con su mochila, con bastante sed y todo sudadito”, cuenta Aguirre, con la voz desquebrajada. No recuerda si ganaron o perdieron, pero Elián le contó del resultado con una sonrisa porque él siempre era así, aunque derrotaran a su equipo. Lo regañó porque llegó todo sucio y “negro”. “Ala mamá… ”, le dijo él a modo de reclamo. A Elián, que está sentado a su lado, le da risa escuchar la anécdota, pero cuando su mamá menciona su uniforme de beisbol, él tampoco puede contener las lágrimas y lanza un quejido ahogado de dolor, mientras dos lágrimas recorren sus mejillas.

Managua, Nicaragua. 07/10/2016. Elian Garcia, el niño peloterito que jugaba Beisbol en ciudad sandino y fue baleado por negarse a entregar su celular en Abril de 2014. Elian se recupera de forma lenta y los medicos habian pronosticado que el viviria en estado vegetal. Oscar Navarrete/ LA PRENSA.
Estas son las cosas que Elián solía usar para jugar todos los sábados. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

Cada vez que jugaba le decía a su mamá que lo primero que haría cuando firmara, sería comprar una casa para ella, un carro para su padre y alimentar a niños pobres. Ambos dicen que tenía un gran corazón. Que cuando veía a un señor en silla de ruedas se quejaba y decía “pobrecito”, para sí mismo. Y entonces corría a pedirle diez córdobas a su mamá para dárselos al señor.

Los tacos que usaba para jugar ya no le quedaban, pero sus padres no tenían condiciones para comprarle todo el equipo de un solo. Sin embargo, su mamá le prometió que cuando a su papá, que es cocinero, le pagaran, le compraría sus zapatos. Doña Suyén le dio comida y una gaseosa. Elián le pidió que le lavara su bolso, que era regalado, para quitarle toda la mala suerte y que estuviera listo para su próximo juego, el sábado 18 de abril. Pero no pudo usar su bolso, y ya era inútil que sus zapatos no le quedaran, desde aquella noche de abril en que lo asaltaron.

 

La cirugía

Elián está a la espera de la reprogramación de una cirugía en la que se colocará una prótesis de la mitad de su cráneo. Esta fue cancelada a última hora por un problema de salud del médico encargado. Según sus padres, la cirugía dará estabilidad al cerebro del joven y podrá contribuir a sus avances. También recibirá logopedia, lo que le ayudará a recuperar el lenguaje.

“Lo mataron”

De izquierda a derecha: Leslie García (hermana de Elián), Suyen Aguirre, José Alejandro García, y Dayana García (hermana de Elián). Al centro, Elián García, de 15 años. LAPRENSA/Oscar Navarrete.
De izquierda a derecha: Leslie García (hermana de Elián), Suyen Aguirre, José Alejandro García, y Dayana García (hermana de Elián). Al centro, Elián García, de 15 años. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

A Elián le gustaban los batidos de leche con banano. Y todas las noches salía a buscar uno. Esa noche se fue con su amigo Luis Cajina, de 17 años. Cuando iban de regreso a casa, Elián se percató de que unos tipos venían “sobre ellos”. Él era nervioso y era incapaz de pelear.

—Luis, esos majes vienen sobre nosotros —le dijo Elián a su amigo.

—No. Vos sos loco, si yo sé pelear. Ahí taco a taco vamos —contestó Luis.

—No… regresémonos y nos vamos por el otro lado —insistió Elián.

Y tenía razón. Dos personas se acercaron a ellos. Uno de los asaltantes, Reynaldo Canales, lo golpeó e intentó quitarle el celular, y le disparó para lograrlo. La bala entró por la parte izquierda de su cabeza. Luis corrió gritando. Cuando doña Suyén escuchó los gritos y vio que Luis se arrodilló gritando, le preguntó qué había pasado. “Lo mataron”, contestó él. Don José Alejandro, su papá, corrió hasta el lugar y encontró a su hijo en las manos de un muchacho de la iglesia San José, que queda cerca del lugar del asalto. Se estaba desangrando y lo llevaron al “Hospitalito” de Ciudad Sandino. En la ambulancia aún iba consciente e incluso hablaba con su papá. Elián se quitó un anillo y le dijo: “Tomá, cuidámelo”, cuenta García.

En el lugar lo atendió un auxiliar de enfermería, según don Alejandro, y este le dijo que no se preocupara, que la bala no había impactado, solo había pasado “de refilón”. Sin embargo, cuando lo trasladaron al Hospital Lenín Fonseca, donde le informaron que la bala tenía penetración y salida. Lo operaron y estuvo once días en cuidados intermedios. Pero los médicos le dijeron a su mamá que se fuera para su casa a organizar todo lo del funeral porque Elián no respondía. “Sentía que caminaba en el aire en ese pasillo”, cuenta doña Suyén.

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Elián señalándose a él mismo en la fotografía de su anterior equipo. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

Muchas veces se pegaba a la pared de la habitación donde Elián estaba hospitalizado y podía escuchar las máquinas a las que estaba conectado su hijo. “Y se lo entregué al Señor… pero le dije que si él era mío nos ayudara hasta lo último y nos diera fuerza”, cuenta su madre.

A Elián le dieron de alta pero seguía sin responder. A su mamá se lo entregaron sin sondas para alimentarlo, sin recomendaciones para cuidarlo… sin nada. Ella se las tuvo que arreglar para darle de comer con una jeringa. “Hubo momentos duros en los que flaqueaba. Una vez se quedó en mis brazos y ya no tenía pulso”, cuenta Aguirre. Pero le pusieron suero y logró recuperarse.

Sus amigos llegaban a visitarlo, pero salían devastados de la habitación. “Casualmente ayer le estaba diciendo a una mamá que no había llegado Paul, su hijo, a ver al niño. Y me dijo que siempre llegaba destrozado”, cuenta doña Suyén. Para el momento del asalto, don José Alejandro García no tenía trabajo, pero cuando la historia se dio a conocer, todo mundo empezó a colaborar. A veces llegaban los niños a la casa de Elián a preguntar si ahí vivía él y le dejaban dinero. E incluso, el Gobierno asumió todos los gastos hospitalarios en la sección privada del Hospital Roberto Huembes, y mensualmente doña Suyén puede retirar pampers, medicinas, toallas, etc, todo donado por el Gobierno.

La recuperación

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Hace unos meses Elián volvió a escribir. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

El diagnóstico de Elián fue que quedaría en estado vegetal. Que ya no respondería, no hablaría y no se movería como antes. Sin embargo, en los últimos meses ha aprendido a escribir, se mantiene de pie por unos cuantos segundos, y hace señas con las manos.

Cuando Elián quiere comunicarse, le pide a su mamá que le pase un cuaderno y un lápiz y él escribe, aún con mucha dificultad, lo que quiere decir. Doña Suyén recuerda cuando se comunicó por primera vez. Le pasó el lápiz, el cuaderno y Elián escribió su primera palabra después del asalto: “Bóer”, puso en el cuaderno, con letra garabateada azul y un corazón al lado. Después empezó a hacer sumas y a escribir su nombre, su fecha de nacimiento, y hasta el nombre de quien fue su novia.

Aún está esperando un llamado del hospital para que lo operen. Le pondrán una prótesis en el lado izquierdo del cráneo, porque no lo tiene desde que le dispararon y lo operaron.

La primer palabra que Elián escribió después del asalto fue Bóer. LAPRENSA/O. Navarrete
La primer palabra que Elián escribió después del asalto fue Bóer. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

Yumara López, quien fue Miss Mundo en 2014, y que hace algunos meses falleció por un cáncer de cerebro, siempre iba a visitar a Elián. Según doña Suyén y don José Alejandro, López tuvo una conexión especial con él. Y llevó al tetracampeón mundial Román “Chocolatito” González a la casa de Elián para que este lo conociera. También conoció a Ofilio Castro, su jugador nicaragüense preferido, y su sueño es conocer a Cheslor Cuthbert, el tercera base de los Royals de Kansas City, porque no se pierde un solo juego de él.

La barra del Bóer lo ha denominado su “amuleto” y siempre es bienvenido en el estadio, aunque para Elián es una tortura y una alegría ir. Por el movimiento del vehículo se marea y vomita mucho. Se pone pálido y para su mamá es preocupante, pero no se compara con ver la alegría en su rostro cuando ve jugar a su equipo.

Ya han pasado 18 meses desde el asalto y el dolor aún embarga a la familia, pero tienen la esperanza de que vuelva a caminar, a hablar, y que vuelva a jugar beisbol. Aunque su mamá, doña Suyén, sigue recordando cuando preguntó a Luis Cajina, el amigo que acompañaba a Elián: “¿Por qué no le hiciste caso? ¿Por qué no se regresaron?”

Elián García. LA PRENSA/Óscar Navarrete.
Elián García. LA PRENSA/Óscar Navarrete.

La Prensa Domingo Beisbol Bóer Elián García archivo

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