El mundo celebra una semana dedicada a la Mente Sana, que inicia el 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental que este año hace énfasis en la necesidad de agregar el componente de dignidad y eliminación de prejuicios de todo tipo en las enfermedades mentales.
Recordemos que epilépticos, retrasados y enfermos mentales de diverso tipo eran llevados a la hoguera porque se creía que estaban poseídos por demonios.
La salud mental es un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias capacidades, puede afrontar las presiones de la vida, trabajar fructíferamente y contribuir a la comunidad.
En el mundo, 12 por ciento de la población —más de 450 millones—, presentan trastornos mentales relacionados con el consumo de alcohol, drogas, por ansiedad o depresión o secundarios a traumas craneales, epilepsias, derrames cerebrales o demencia de Alzheimer, entre otros padecimientos.
Aplicando este porcentaje a nuestra parcela podemos comprender que más de medio millón de nicas padecen o van a padecer trastornos mentales.
Nadie está exento de no sufrirlos, especialmente porque experimentamos la tendencia mundial de países pobres donde hay una carga creciente de trastornos mentales y respuesta insuficiente de servicios de salud de todo tipo.
Una faceta terrible de los trastornos mentales y psicosociales lo constituye el hecho de que la inmensa mayoría de los afectados y sus familiares sufren en silencio el “color de andar mal de la cabeza”, por los prejuicios y discriminaciones que se practican en todas partes del mundo.
Por ejemplo, hasta en personas de mediana cultura es tomado con burlas, ironías o despectivamente cuando alguien recibe atención del psicólogo o psiquiatra.
La OMS ha llamado al mundo a llenar de un trato digno todos los aspectos vinculados a la salud mental. ¡Manos a la obra!
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