Después de la aprobación en el Capitolio de Washington, en forma rápida y por unanimidad, del Nica Act que patrocinan los representantes Ros Lehtinen (republicana) y Albio Sires (demócrata), mediante el cual los Estados Unidos (EE. UU.) se opondrá en el Sistema Financiero Internacional a cualquier préstamo que vaya destinado a Nicaragua “hasta que el Gobierno de Daniel Ortega tome medidas para el restablecimiento de la democracia y la realización de elecciones libres, justas y transparentes”, considero que lo más sensato sería suspender dichas elecciones ya que tanto nacional como internacionalmente están consideradas como una gran farsa y están, por lo tanto, completamente desprestigiadas.
Mas, el problema no terminaría ahí, pues solo significaría la pérdida de 300-500 millones de dólares anuales que tanto necesitamos para nuestro desarrollo, sino que de acuerdo con informaciones fidedignas que hemos recibido ya otro grupo de diputados de la Cámara de Representantes están analizando la presentación de otros dos proyectos de ley, encaminados a hacer colapsar la economía nicaragüense, siendo ellos:
a) La prohibición del envío de remesas familiares a Nicaragua. Para el 2016 se esperan unos 1,200 millones de dólares en remesas, si bien de esta cantidad solo el 55 por ciento proviene de los EE. UU., el resto puede ser bloqueado ya que quienes las canalizan son compañías de patente norteamericana.
b) El otro proyecto es el de prohibir las importaciones agrícolas, textiles y manufactureras provenientes de Nicaragua, basados en la violación de la Carta Democrática de la OEA. En el 2015, de acuerdo con nuestra fuente, Nicaragua exportó a EE. UU. la cantidad de 913.4 millones de dólares. Un sector que se vería seriamente afectado sería el de las Zonas Francas donde alrededor de 80 mil trabajadores pasarían al desempleo.
También se nos anuncia el retiro total de la ayuda que dan los países de la Unión Europea (UE), por no haber permitido la participación de sus observadores electorales en dicho proceso.
En fin, las perspectivas económicas para Nicaragua debido al empecinamiento del FSLN encabezados por el binomio Ortega-Murillo, al no permitir que los nicaragüenses elijan libremente a sus gobernantes, no pueden ser más graves, por lo que como ya sabemos, los que más sufren son siempre los más pobres, es decir, los más necesitados. Lo cierto es que de no haber una rectificación inmediata posponiendo dicha farsa, nuestra querida Nicaragua fácilmente puede convertirse en un país inviable o fallido.
En consecuencia: es necesario que quienes controlan el poder comprendan que no pueden seguir dando coces contra el aguijón, pues como decía Cicerón, el gran tribuno: “De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error”. No queda de otra: hay que suspender la farsa. Que las papeletas están hechas, dirán algunos, pero más se perderá en nuestra lucha contra la pobreza si se insiste en semejante aberración. Simultáneamente a la suspensión debe convocarse a un diálogo nacional para nombrar un nuevo tribunal nacional electoral, de consenso, que goce de la confianza y credibilidad de todos. Dicho diálogo deberá tener como garantes a representantes de la ONU, de la OEA, la UE y del papa Francisco o su representante. En cuanto a los mandatarios actuales existe un antecedente: cuando Esquipulas II, en los ochenta, se adelantaron las elecciones y ahora podrían postergarse por un año, tiempo suficiente para preparar una verdadera justa electoral con la asistencia técnica de México, Uruguay y Costa Rica, países de vasta y profunda experiencia en eventos electorales. Así los nicaragüenses no solo estaremos encaminando nuestros pasos hacia la verdadera democracia y la paz, sino que estaremos desactivando todas aquellas leyes y propósitos que van en contra de nuestro interés nacional.
El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).