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Francisco Javier Gutiérrez

Un Nobel prevaricado e irrespetuoso

La reacción de Juan Manuel Santos y sus seguidores por el Nobel de Paz es similar a la de un jugador de “raspadita” que habiendo perdido todo, frustrado, gana en el último boleto. Eufórico arma tremenda alharaca, pero en medio de su frenesí se percata que no ganó el premio mayor, que solamente ganó otro ticket. Sin embargo, los derrotados partidarios del Sí en Colombia, ahora intentan con el Nobel invalidar el mandato popular, rebajando su democracia a la condición de una república bananera.

El flemático comité noruego, siempre acomoda el testamento de Alfred Nobel a su conveniencia política. Pero esta vez prevaricó por ser juez y parte. Noruega es el principal promotor de los diálogos de La Habana. El premio no es un galardón de la humanidad ni una oportunidad para la paz. Es un placebo al orgullo mal herido, un irrespeto a la democracia colombiana y al pueblo que no pudo tragar sapos, ni quiso empeñar sin garantías su futuro económico.

El mundo sirvió de mampara a Santos, en su bluf para autoproclamarse el adalid de la paz. Pero ningún país convidado en Cartagena aceptaría para ellos mismos: genocidas impunes o narcos presidenciables. Ninguno claudicaría su Constitución frente al terrorismo. Carlos Fonseca Amador, un guerrillero genuino, se opuso al terror como forma de lucha. No creía que la zozobra de las bombas podía derribar una dictadura. Menos las masacres o los secuestros sistemáticos contra la población.

Santos llegó al plebiscito con toda la alevosía y ventaja que el dinero público le pudo comprar y perdió claramente frente al underdog del No, representado por su némesis Álvaro Uribe. Lo apoyó entusiasmado el mismo mundo que hoy es abúlico ante la catástrofe venezolana y la infaltable izquierda, que hizo de la paz colombiana una industria millonaria, para sus ONG, partidos y fundaciones.

Perdió porque su medicina para la paz —hecha en Cuba— puede resultar peor que enfermedad de la guerra y también porque no es un hombre confiable. Llegó al poder con los votos de Uribe. Prometió proseguir con la exitosa política de seguridad democrática, no cumplió. Para reelegirse juró que ningún terrorista quedaría impune o participaría en política y también mintió.

Dijo que si perdía el plebiscito se marchaba e inmediatamente que recibió el Nobel, disculpó la ignorancia de los que votaron no.
Derrotado debió renunciar, como Cameron después del “Brexit” o al menos, dignamente declinar la empalidecida medalla. Le Duc Tho declinó el premio en 1973, porque a su juicio, Estados Unidos había roto la tregua con Vietnam. Pero Le Duc era un líder comunista duro, rectísimo, como el Mal Ladrón, que rechazó su visa al paraíso, porque no creyó que un minuto de arrepentimiento lavara toda su vida de criminal.

Al parecer, Santos ha vivido toda su vida sin ideología o convicciones. Convencido de la enorme inferioridad de sus semejantes. Es la personificación sin gracia de aquella famosa frase de Groucho: “Si no te gustan mis principios tengo otros”. Su personalidad es una extraña mezcla de El Impostor Inverosímil de Jorge Luis Borges y El Famoso Cohete de Oscar Wilde. Pomposamente puede empezar un conferencia, defendiendo su inocencia y terminarla aceptando su culpa, siempre dependiendo de las inclinaciones del público. Solo el tiempo dirá si esta vez logra timar de nuevo a los colombianos. Por el momento, una esperanzadora mayoría del pueblo, no cae, ni se deja intimidar, por sus viejos trucos de tahúr.

El autor es psicólogo.

Opinión Colombia Juan Manuel Santos Nobel archivo

COMENTARIOS

  1. Juan Perz
    Hace 7 años

    Excelente escrito como lo diria Sancho amigo a Dn Quijote. Nunca busco la verdadera paz solo queria el Nobel, el cual desde hace varios años se lo vienen dando a inmerecedores de este premio. Que saben los suequitos de ver a un terrorista libre riendose de una victima que mire en la calle a la cual la secuestro, viiolo. robo, martirizo y mas.

  2. marcel
    Hace 7 años

    Francisco Javier, le felicito, su articulo ademas de ser un prosa de primera linea, traduce el sentimiento democratico de millones unos que viven sojuzgados por egoltaras politicos y otros tantos que estan amenzados por ese cavernario Sistema del totalitarismo, su articulo con su permiso se quedara en mi archive particular, para darlo a conocer a futuras generaciones y compartirlo con amigos .

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