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Gigantomaquia y lucha por el poder

Josefina Argüello, en su artículo Tilting at windmills publicado en LA PRENSA el viernes 14 de octubre, hace referencia a la lucha de Don Quijote contra los molinos de viento a los que confunde con gigantes mitológicos

Josefina Argüello, en su artículo Tilting at windmills publicado en LA PRENSA el viernes 14  de octubre, hace referencia a la lucha de Don Quijote contra los molinos de viento a los que confunde con gigantes mitológicos.

Argüello menciona  la Gigantomaquia   y explica que “en la mitología griega los gigantes son personajes caracterizados por su estatura y fuerza excepcional. Según Homero eran una raza de hombres salvajes y de grandes dimensiones que fueron exterminados debido a su insolencia hacia los dioses. Aparecen en el episodio de la Gigantomaquia (guerra de los gigantes) en la que se enfrentaron a los dioses del Olimpo”. Y agrega  que “Cervantes menciona muchos gigantes en su novela, entre ellos, cita a Biareo que era un Hecatónquiro hijo de Urano y Gea”.

En efecto, según relata Hesíodo  en Teogonía, Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra), procrean a los Titanes, los Cíclopes (llamados así porque tenían un solo ojo circular en la frente) y los Hecatónquiros, gigantes  que tenían cincuenta cabezas y cien manos cada uno y  sus nombres eran   Coto, Biareo y Giges.

La Titanomaquia y la Gigantomaquia  son alegorías de   la  lucha por el poder que comienza  prácticamente desde que aparece  la comunidad humana.  Urano  teme que sus hijos, los Titanes,    le quiten el poder y por eso  los encadena y encierra en las profundidades de la tierra. Pero Gea, quien como toda madre ama a sus hijos,   se confabula con Cronos, el hijo menor, para poner fin al cautiverio de los Titanes.

Gea entrega  a una  guadaña de filosa cuchilla  a Cronos,  quien   ataca a Urano,  le cercena los testículos, lo   encadena     y   hunde en la cárcel subterránea. Después de  liberar a los Titanes, Cíclopes y Hecatónquiros, Cronos sustituye a su padre en el trono (el poder)  y se casa con  su hermana, la titánide Rea. Pero  Cronos es afectado por el mismo mal que enfermó a su padre, es decir,   la codicia del poder, la ambición de detentarlo para siempre y el temor  irracional  a perderlo,   lo que ahora llaman paranoia política.

De manera que la historia de Urano con sus hijos se repite en  Cronos y los suyos.  A medida que Rea le va dando hijos: Hestia,  Deméter,  Hera, Hades y  Poseidón, Cronos los va devorando.
El último de los hijos que Rea le pare  a Urano es  Zeus. Pero la madre no quiere perder también a este.  Lo alumbra  a escondidas y lo entrega a unas ninfas del monte Ida, las que lo alimentan  con la leche de la maravillosa cabra   Almatea, mientras los Curetes (divinidades  menores de la montaña) hacen mucho  ruido para que Urano no escuche los llantos del pequeño.
Rea envuelve una piedra en un trapo y la entrega Urano, que la engulle creyendo que  es el recién nacido.

Zeus  crece,  se une  con la titánide Metis y esta le  prepara  una droga que Rea  da a beber a Cronos,  para que    vomite    los hijos que se ha tragado, los cuales, una vez   que están libres   se unen  bajo el liderazgo de Zeus y sacan al padre  del poder.
Pero Cronos no entrega el trono fácilmente, se resiste,    libera a los Titanes a cambio de  que le ayuden a luchar contra los nuevos dioses, los del Olimpo,  que son encabezados por   Zeus.  Se desata entonces una feroz  guerra que se conoce como  la Titanomaquia.

Con la ayuda de los gigantes,  Zeus y los demás dioses del Olimpo vencen a los Titanes  y los encarcelan  en el Tártaro, en lo más profundo del mundo subterráneo, mientras que  Cronos es enviado al exilio en  la tierra.

Zeus se proclama  dios supremo y señor del universo, pero no mucho tiempo después  los gigantes se sublevan contra él  y demás dioses olímpicos. Esa fue la Gigantomaquia, otra guerra por el poder  que se dice fue mucho más brutal  que la anterior, la Titanomaquia. Pero  los dioses del Olimpo  vuelven a  vencer.

Desde entonces ya no son  los dioses, sino los hombres, los que han luchado unos contra otros por conquistar y detentar el poder. Una lucha que  en algunos casos se ha civilizado,  pero en otros sigue siendo  brutal    por falta de capacidad y  cultura de tolerancia, convivencia y alternancia pacífica del poder.

Columna del día Hesíodo Mitología poder archivo

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