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Hugo Torres Jiménez

El Parlacen y sus observadores electorales

Es costumbre en los Estados democráticos, que los mismos inviten, a través de sus instituciones pertinentes, a partidos políticos, organizaciones especializadas en el tema, organizaciones de la sociedad civil, etc.,  a participar en calidad de observadores en sus procesos electorales; principalmente en las elecciones nacionales, a través de las cuales la población votante escoge a sus autoridades; es decir, presidente, vicepresidente y diputados. En regímenes democráticos es de lo más normal que esto ocurra en cada período electoral. Es parte de su propia sanidad política hacerlo.

Para Estados cuyas instituciones tienen como norma el respeto a la Constitución y las leyes, es hasta necesaria la presencia de estos observadores del mismo talante, ya que con sus informes preliminares y posteriores a dicho ejercicio electoral, ayudan a reafirmar que es el pueblo, a través de su voto, quien tiene en sus manos la llave que mantiene abierta la puerta de entrada a un sistema en el cual confía como garante de su libertad y de sus derechos políticos, civiles y humanos de todas las generaciones.

En Nicaragua, bajo el régimen dictatorial y de matices fascistoides de Daniel Ortega, el pueblo de Nicaragua ha visto cómo le han robado ese derecho y le han tratado de vender como legítimos, fraudes y farsas electorales; verdaderos atracos a mano armada y a plena luz del día. En aras de vender hacia el exterior esa imagen de supuesta legitimidad, el gobierno de Ortega ha suplantado a los verdaderos observadores por “acompañantes” provenientes de partidos y gobiernos amigos y socios políticos.

Tales acompañantes vienen por poquísimos días —y sin ánimo alguno de perturbar con observaciones e informes críticos los intereses de sus anfitriones— a tratar de avalar con su presencia estas estafas. El Parlacen, órgano regional del Sistema de Integración Centroamericana, ha venido siendo instrumentalizado por el régimen orteguista en la dirección señalada y será, por tanto, a través de una comisión de diputados y diputadas debidamente preseleccionados por sus afinidades políticas con dicho régimen, los que vengan a cumplir tan lamentable papel.

Hay que preguntarles a estos “observadores” si están debidamente informados de que están asistiendo a una ficción o mascarada y no a una real contienda electoral, sin verdadera oposición, ya que Ortega la sacó del juego de la forma más brutal, atropellando la ley y violando la Constitución y encima de eso con dados cargados y árbitros subordinados a sus intereses y los de su esposa.

¿Conocerán estos “observadores” los informes de las misiones de observación de la Unión Europea y la OEA sobre las elecciones fraudulentas del 2011? ¿Sabrán que la mayoría de los partidos en “contienda” no cumplen con el requisito de ley que exige haber obtenido en la elección anterior al menos el 4 por ciento de los votos cada uno de ellos, mientras Ortega le arrebató la personalidad jurídica a verdaderos partidos de oposición que sí cumplen con todos los requisitos para tenerla? ¿Interpretarán como normal la aberración jurídica y política de la “candidatura” a vicepresidente de la esposa del “candidato” a presidente? ¿Sabrán que el presidente inconstitucional Ortega es violador sistemático de los derechos humanos de los nicaragüenses? Si lo saben y aún así se prestan a esta farsa, terminarán siendo cómplices de la misma y el Parlacen, desgraciadamente, terminará embarrándose también.

El autor es diputado al parlacen.

Opinión Daniel Ortega Nicaragua parlacen archivo
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