A juicio de Francisco Aguirre Sacasa, excanciller de la República, Daniel Ortega tendrá que revisar su maquinaria electoral ante los resultados de los comicios celebrados el domingo y que son considerados una farsa por la oposición.
Aunque asegura que Ortega ganó las elecciones, también sostiene que el abstencionismo es mucho más alto que el presentado por el poder electoral.
“Considero que en estas elecciones le salió el tiro por la culata al Comandante Ortega. Y no porque las perdió, porque creo que las ganó, sino porque el abstencionismo fue mucho mayor que el 35 por ciento que señala el CSE”, asegura el exdiplomático.
Aguirre Sacasa señaló que hizo un recorrido por algunos centros de votación y constató la poca asistencia de la población a las urnas. “Eso me lleva a la siguiente pregunta, ¿qué le pasó a la maquinaria del Frente Sandinista? Todos sabemos que Daniel controla todas las palancas del poder en Nicaragua, que su partido cuenta con estructuras fuertes y supuestamente disciplinadas y que tiene los recursos financieros necesarios para sacar al voto”, sostiene el excanciller y exembajador en Washington.
En ese sentido, Aguirre reflexiona: “Cuando yo manejé las elecciones municipales para el PLC en 2004, convoqué un ‘post mortem’ para ver lo que hicimos bien, lo que hicimos mal y lecciones para el futuro. Tengo que suponer que Daniel hará lo mismo con sus cuadros en estos días, porque la maquinaria del FLSN falló en movilizar al pueblo y eso quedó en evidencia”, valora Aguirre Sacasa, también analista político.
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De acuerdo con los últimos resultados del Consejo Supremo Electoral (CSE) y con el 99.8 de las JRV escrutadas, Daniel Ortega es el ganador de los comicios con un 72.5 por ciento de preferencia de votos a su favor.
Abstención fue por apatía
La alta abstención en los comicios, según Aguirre Sacasa, se da por la apatía que impera en el país, pero que debe ser un tema de preocupación para la cúpula sandinista e incluso de los partidos de oposición.
“Considero que la baja votación no se debió a las exhortaciones de pequeñas, pero altamente visibles, agrupaciones políticas que llamaron al no voto. Esta gente puede ser influyente en ciertos círculos limitados, pero no en el pueblo. Más bien, mi corazonada —mi olfato político— me dice que la abstención histórica se debió a la apatía que impera en Nicaragua”, advierte Aguirre.
Asimismo sostiene que la apatía se percibió durante la “campaña que no fue” de 2016 y se manifestó de nuevo el 6 de noviembre durante el ejercicio del sufragio.
“Esto debería de preocupar a El Carmen, pero también a los partidos de oposición. Claramente hay un desconecte entre la política —el quehacer de los partidos— y la población y cómo revertir esta situación, cómo despertar interés popular en las cosas públicas debería ser una prioridad para la clase política”, resaltó.
Aguirre señaló que aunque Ortega tendrá una aplanadora dentro del poder legislativo, su tercer período presidencial se continuará cuestionando por la debilidad del proceso electoral y la baja votación en las urnas.
“Y no tiene que haber sido así, porque, según las encuestas, el orteguismo hubiera ganado sin marrullas. Con un proceso libre, justo, observado y transparente, considero que el resultado no hubiera sido tan diferente, pero sí hubiera ganado lo que perdió en 2011: legitimidad. ¿O será que en su corazón Daniel no cree en las encuestas?, cuestionó Francisco Aguirre Sacasa.