El terremoto mundial que suscitó la inesperada llegada a la Casa Blanca del polémico magnate Donald Trump traspasó ayer las fronteras nicaragüenses al despertar inquietudes entre el empresariado y analistas sobre el futuro incierto de la relación comercial con ese país, así como de la llegada de remesas e inversiones provenientes de EE.UU.
“Tenemos que estar preparados”, admitió el presidente del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), José Adán Aguerri, al recordar que Trump durante su campaña electoral hizo un remarcado compromiso a sus seguidores, que de llegar a la Presidencia impulsaría revisiones de los acuerdos comerciales que Estados Unidos ha suscrito en las últimas décadas.
De entrada el exministro de Hacienda y Crédito Público, Mario Arana, no descarta que dentro de esa promesa Trump caiga en la tentación de “cuestionar” el DR-Cafta entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, lo que desembocaría en una revisión del mismo, que traería consecuencias comerciales al istmo.
De hecho Trump durante su campaña electoral, además de prometer que acabaría con el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), fue claro en señalar que impulsaría una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, en inglés), una medida que, a criterio de Aguerri, también afectaría a Nicaragua.
“Ese acuerdo (el Nafta) a nosotros nos pega, porque ustedes saben que tenemos procesos que estamos haciendo, en donde somos partes integradas, demandamos productos que son parte de otro producto que luego se finaliza y se exporta de México hacia Estados Unidos”, explicó Aguerri durante su habitual conferencia de media semana.
El Nafta es un acuerdo comercial que incluye a Canadá, Estados Unidos y México implementado desde 1994 y cuya balanza comercial se inclina a favor principalmente de México.
“Nuestros horribles acuerdos comerciales con China, y muchos otros, serán totalmente renegociados. Eso incluye renegociar el Nafta para conseguir un acuerdo mucho mejor para Estados Unidos y nos iremos si no conseguimos el trato que queremos. Vamos a empezar a construir y hacer cosas de nuevo”, sentenció Trump durante uno de sus mítines.
El republicano, que sorpresivamente venció a la demócrata Hillary Clinton en una reñida elección presidencial, inclusive prometió que de ser necesario impondrá a los países que han violado los acuerdos comerciales elevados impuestos y aranceles a los productos que intenten ingresar a EE.UU.
“Voy a convertir nuestros malos acuerdos comerciales en grandes. Estados Unidos ha perdido casi un tercio de sus empleos en la industria desde 1997, después de la promulgación de acuerdos comerciales desastrosos apoyados por Bill y Hillary Clinton”, dijo.
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Para nosotros en realidad significa algunas amenazas para Nicaragua, porque él ha tenido una postura antiinmigrante, eso puede afectar el flujo de remesas hacia Centroamérica… y también podría cuestionar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos o revisarlo”. Mario Arana, exministro de Hacienda y Crédito Público.
En Nicaragua el presidente del Cosep apeló ayer que Nicaragua debe profundizar sus relaciones comerciales con América del Sur, fortalecer su vínculo comercial con Centroamérica y concretar el acuerdo comercial con Corea del Sur, para hacer frente a cualquier giro de timón que puede haber en la relación comercial con Estados Unidos.
Pero Estados Unidos es el mercado natural por excelencia de los productos de exportación nicaragüense. De ese mercado, el primero en el mundo, Nicaragua obtiene más del 35 por ciento de sus ingresos por exportaciones y además dirige el 90 por ciento de sus ventas de productos textiles, los que entran en condiciones preferenciales propiciados por el DR-Cafta.
Solo el año pasado, de los 2,421.74 millones de dólares en ingresos por exportaciones, sin incluir zona franca, 905.03 millones de dólares se obtuvieron del mercado estadounidense, según datos del Banco Central de Nicaragua.
El director ejecutivo de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), Juan Sebastián Chamorro, teme que Estados Unidos se convierta en un país “un poco amigable con los tratados de libre comercio y más proclive a establecer tarifas o aranceles a las importaciones para contrarrestrar lo que, según se expresó en la campaña, provoca la fuga de empleo a otros países”.
Dañaría remesas
En su hostil discurso contra los inmigrantes, Trump también ha prometido expulsar de suelo norteamericano a unos 11 millones de indocumentados, lo que tendría un impacto inmediato en la llegada de remesas en América Latina, particularmente en Centroamérica, donde millones de pobres dependen de esos envíos.
“Los estadounidenses quieren alivio de la inmigración incontrolada”, dijo Trump en su discurso de aceptación de la nominación en Cleveland, Ohio, en julio pasado. El magnate refutó los planes de Clinton de impulsar una amnistía para millones de indocumentados para regularizar su situación.
“Mi plan es exactamente el contrario de la radical y peligrosa política de inmigración de Hillary Clinton”, dijo Trump, agregando: “Su plan (el de Clinton) abrumará las escuelas y hospitales, reducirá aún más los empleos y salarios y hará más difícil que los inmigrantes recién llegados escapen de la pobreza”.
Para Arana, la postura antiinmigrante que Trump ha mantenido durante su campaña “puede afectar los flujos de remesas hacia Centroamérica, no solamente para Nicaragua”.
Esta amenaza supondría para Nicaragua un duro golpe, no solo porque de ese país proviene más de la mitad de lo que el país recibe en remesas, sino porque estas han sido fundamentales en la caída de la tasa de pobreza en el país, según ha admitido el mismo gobierno sandinista.
De los 1,193.4 millones de dólares obtenidos en remesas el año pasado —equivalente al 49 por ciento de las exportaciones, sin incluir zona franca—, 666.5 millones de dólares fueron enviados por migrantes radicados en Estados Unidos, según datos del Banco Central de Nicaragua.
La esperanza de Arana, Aguerri y Chamorro es que muchas de las medidas que Trump ha anunciado se queden en parte de su retórica y en caso que se materialicen muchas de estas medidas tendrán que pasarlas por varios candados, como el Congreso, que si bien estará dominado por el Partido Republicano, este se mantiene distante del magnate.
“Afortunadamente los Estados Unidos no es como otros países, hay institucionalidad fuerte, hay pesos, contrapesos, diferentes corrientes con las que este señor va a tener que lidiar, el nuevo presidente”, afirmó Arana.
Aguerri por su parte admitió que la llegada de Trump abre un “enorme signo de interrogación en el mundo. Nadie puede decir qué va a pasar”, pero lo que sí es real es que “tenemos que estar atentos”.
Amenaza la inversión
La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca también puede dañar la llegada de Inversión Extranjera Directa a la región, si se concreta su promesa de reducir la carga impositiva en su país para estimular el retorno de la inversión norteamericana en el extranjero y castigar con altos impuestos a aquellas empresas que planean emigrar.
“Los impuestos se simplificarán para todos. América es una de las naciones con impuestos más altos del mundo. La reducción de los impuestos hará que las nuevas empresas y los nuevos puestos de trabajo retornen a Estados Unidos”, dijo el magnate durante su discurso de aceptación de la nominación en julio.
“Voy a traer nuestros trabajos a Ohio y a América y no voy a dejar que las compañías se muden a otros países, despidiendo a sus empleados por el camino, sin consecuencias”, afirmó.
En este sentido, Mario Arana, también expresidente del Banco Central, dijo que es prematuro ver si esto se concretará, pero hay que estar preparados.
El director ejecutivo de Funides, Juan Sebastián Chamorro, dijo que la preparación pasa por lo que se ha venido insistiendo: elevar la productividad, la facilitación de hacer negocios y el comercio, la promoción de inversiones, entre otros.