Latinoamérica acogió con incertidumbre pero al mismo tiempo tendió la mano con cautela al presidente electo estadounidense Donald Trump, quien es visto con preocupación por su posición antimigrantes y opuesto a los tratados comerciales con los países de la región.
Gobiernos latinoamericanos, algunos de tendencias izquierdistas y con relaciones tirantes con Washington, se cuidaron en ensalzar el triunfo de Trump o felicitarlo expresamente, aunque dejaron una puerta abierta para sus relaciones bilaterales.
El triunfo del magnate sobre la candidata demócrata Hillary Clinton impactó con mayor fuerza en México, que vio caer su moneda y estremecer su mercado bursátil.
El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa de Valores de México cayó 2.04 por ciento en las primeras horas de operaciones, mientras el peso inició la jornada en 20.07 unidades por dólar, el equivalente a una depreciación de 9.56 por ciento, su mayor pérdida diaria desde 1995.
Sin embargo, el gabinete económico mexicano envió un mensaje de calma y evitó lanzar medidas pese a la caída del peso.
El presidente mexicano Enrique Peña Nieto sostuvo ayer un diálogo “amable y respetuoso” con Trump y dijo que “se abre un nuevo capítulo en la relación de México y EE.UU., que implica un cambio, un reto, pero también una gran oportunidad”.
Lea también: Obama promete transición pacífica de poder a Trump
Caso cubano
La elección de Trump regresó a muchos cubanos a la desazón y duda frente a EE.UU., el adversario con el que empezaban a familiarizarse después de cinco décadas de enemistad.
Durante su campaña Trump prometió revertir la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba iniciada por Barack Obama.
El gobierno de Raúl Castro envió ayer una escueta felicitación a Trump y anunció que la semana próxima realizará su tradicional ensayo nacional de defensa frente al “enemigo”, la expresión con la que alude a una hipotética invasión desde Estados Unidos.
Difícil de predecir
Algunos analistas señalaron que es difícil vislumbrar con certeza de qué manera la futura administración de Trump impactará en una región que en términos generales mantuvo relaciones cordiales y de cooperación con EE.UU. durante los dos períodos de Obama.
“Con Trump la política hacia la región es difícil de predecir”, sostuvo a la agencia AP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, con sede en Washington. “(Trump) nunca ha tenido un cargo público”.
Sin embargo, “si él pone en práctica su retórica muy agresiva sobre los temas de inmigración y comercio, la relación será muy complicada”, agregó Shifter.
En su discurso de la victoria Trump afirmó que su futuro gobierno se llevará “bien con todas las demás naciones que se quieran llevar bien con nosotros”.
Venezuela e Irán
Donald Trump se va a encontrar con una Latinoamérica que durante los últimos años ha virado hacia el liberalismo o la derecha, pero también con gobiernos poco amables para Estados Unidos , populistas o autoritarios en Nicaragua, Cuba, Ecuador, Bolivia y Venezuela, los tres últimos en aparente estado de inminente cambio.
El caso más crítico es el de Venezuela, sumido en una aguda crisis institucional, en la que el presidente de EE.UU., Barack Obama, parecía haber apostado por la paciencia y la colaboración constructiva.
El Gobierno de Venezuela dijo que espera que en esta nueva etapa en EE.UU. se establezcan nuevos paradigmas “basados en el respeto a la no intervención en los asuntos internos”.
Trump deberá enfrentar, en términos mundiales, el acuerdo nuclear firmado por Irán con seis grandes potencias (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y Alemania).
El ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Mohamad Javad Zarif, instó a Trump a respetar el acuerdo nuclear. Durante la campaña el magnate criticó el pacto.