¿Qué predominará la noche del 19 de noviembre en la T-Mobile Arena de Las Vegas? La pegada de bestia o la belleza de un boxeo técnico y cuidadoso como el vuelo de una mariposa.
Sergey Kovalev (30-0-1, con 26 KO’s) representa lo primero, ese boxeo sin vacilaciones que lo arriesga todo en la búsqueda de finales contundentes que hacen poner en pie al público. Y a eso súmele la cualidad nata del ruso de tener una piedra por mano, que golpea y derriba.
Lo otro, la virtud de lo técnico, los desplazamientos, la viveza de plantarse de acuerdo con las circunstancias, fajarse si el rival es un peso muerto o moverse de frente si tiene a un fiero matador, son características propias del estadounidense Andrew Ward (30-0, con 15 KO’s).
Y acercándonos al momento, se vale preguntar. ¿Podrá Kovalev acentuar su ferocidad replegando a las cuerdas a Ward o este utilizará las vías de escape para puntear y hacer viejo un combate que al final le favorecerá en las tarjetas?
¿Qué esperar?
Ya veremos, pero por asuntos de espectáculos conviene más el choque, porque precisamente esa es la esencia del boxeo, aunque eventualmente nacen maestros de la defensa que perennizan su nombre sin tomar riesgos en los rounds, la más fiel muestra de ello ha sido Floyd Mayweather Jr.
Ward buscará hacer lo suyo, huirá si es necesario pero se quedará cuando lo convenga. No querrá perder su invicto si se echa encima la idea de satisfacer los gustos de todos, más bien debe hacer lo que lo ha llevado a ocupar el cuarto puesto del ranking de los mejores libra por libra del mundo.
Kovalev, el número dos detrás de Román “Chocolatito” González, está obligado a resolver la ecuación más difícil de su carrera que es Ward. El ruso debe cortar espacios sin sosiego, cerrar las salidas y puñetear con la fuerza y la maestría de su colocación. Pasada la medianoche se sabrá si gobernó la pegada de la bestia o el vuelo de la mariposa.