Interpretando melodías con flauta dulce y violín ha pasado su vida, dice Melkycedeth Domínguez Flores, quien a los 6 años sintió curiosidad por la música clásica de los grandes maestros y nunca pensó ser violinista, flautista y maestra de música barroca.
A sus 22 años reconoce que la música la atrapó desde el primer momento: “Recuerdo que por curiosidad entré a un curso de flauta dulce que llegaron a dar maestros de Música, en los barrios en la Iglesia Nazaria Ignacia del barrio René Cisneros”, refiere Domínguez Flores.
Fueron parte de ese primer semillero, cuenta, su hermano Daniel Domínguez y sus primos América Schimigalle, Sofía Flores. Y recibió sus primeras clases de flauta dulce y cantos corales infantiles con Carla Domínguez.
Música en los barrios
Un año después, forma parte del grupo coral de Música en los barrios, y participa con su voz blanca en la ópera Cármina burana (Cantos goliardos del siglo XII y XIII) que se realizó en la Sala Mayor del Teatro Nacional Rubén Darío.
“Gracias a Dios fui una de las mejores alumnas del grupo y me dieron una beca para estudiar en la Academia Nicaragüense de la Música, y pasé 7 años estudiando violín”, dice satisfecha de su avance en este otro instrumento.
Durante este tiempo fue invitada a ser parte de la Orquesta Juvenil Carlos Tünnermann López López.
“Me encantó ser parte de ella, aunque no teníamos un alto nivel, fue algo bonito, apenas estaba comenzando”, dice al hablar de su enamoramiento de la música.
Fue en este periodo de su vida infantil que contó con las enseñanzas de los maestros del violín Elizabeth Alemán y Jeffrey Rubens.
En conciertos de violín
Sus rápidos logros como violinista destacada la llevaron, hace cuatro años, a ser parte la Orquesta Sinfónica Juvenil Rubén Darío y participar en numerosos conciertos, dentro y fuera del país.
Domínguez Flores ha sido invitada a campamentos musicales y giras a Guatemala y El Salvador.
“En 2012 fui a un campamento en Costa Rica, con la Orquesta Sinfónica Manuel María Gutiérrez y el año pasado con la Orquesta Sinfónica Centroamericana (OJCA), en Honduras”.
Ahora Domínguez Flores se siente que pertenece a una nueva generación de mujeres del violín como Mónica Rodríguez, Ana Verónica Sánchez y Sara González.
Melkycedeth Domínguez Flores. LAPRENSA/CARLOS VALLE
Su camino en la flauta
En 2003 formó parte de la Orquesta de flauta dulce, antes llamada Ensamble de flauta dulce, que promovía Música en los barrios.
En 2009 viajó a Costa Rica como flautista y tocó música del renacimiento, luego fue invitada a un Congreso para maestros de música organizado por el Foro Latinoamericano de Educación Musical, (Fladem).
Maestra
Hace cinco años comenzó como maestra voluntaria en flauta dulce, ahora imparte clases en la sede principal de Linda Vista, contiguo a la Biblioteca Alemana Nicaragüense. También da clases de violín.
Este año impartió clases en la Escuela de Música de la Casa de los Tres Mundo de Granada, bajo la dirección de Reina Somarriba, a quien ve como su más reciente maestra.
Hoy el interés por la música clásica ha crecido, hay más conciertos y escuelas de enseñanza musical, infantil y juvenil, y tiende a expandirse a los departamentos con apoyo de organizaciones y alcaldías, dice Domínguez Flores.
Entre lo clásico y la música cuántica
Domínguez Flores habla sobre sus interpretaciones relacionadas a la música barroca y cita la música de Johann Sebastian Bach, Georg Friedrich Händel, Ludwig van Beethoven, Georg Philipp Telemann y maestros de música clásica nicaragüense.
Su más reciente logro fue en septiembre de este año, cuando tocó como solista la magistral pieza Doble de Bach, en concierto para violín; y junto con la maestra cubana Yanisbel Castellanos el Concierto en Re menor para dos violines (1er. Movimiento) de Juan Sebastián Bach.
Este debut denominado Concierto de Jóvenes solistas se realizó en el Salón de los Cristales del Teatro Nacional Rubén Darío y participaron sus compañeros Juan Carlos Morales en el corno, Mario Álvarez en el violín y Yader Bonilla en la flauta, entre otros.
Asimismo confesó le gusta escuchar música cuántica (de meditación y lo sagrado) porque sus estructuras a pesar de ser simples al tocarlas se vuelven complejas, dice la artista.
