Según datos del Banco Central, en el 2016 como país tendremos un crecimiento de un 4.5 por ciento. Pero se siente desde ya una contracción económica en el 2017, que no favorece al dictador, que se verá obligado a realizar concesiones cosméticas para evitar una posición confrontativa de Estados Unidos (EE. UU.) hacia Nicaragua. No hay que olvidar que el objetivo de Ortega y de la nueva clase en el poder es ganar tiempo y mantenerse en el poder cinco años más, por eso necesita hacer concesiones cosméticas y baratas con algunos partidos, mientras prepara la sucesión en su familia en el poder de manera tranquila. Nuestra salida a esta dictadura: movimientos de grandes grupos sociales a la cabeza y la verdadera oposición apoyando.
Los primeros síntomas de la desaceleración de la economía se vienen sintiendo desde julio 2016. Una baja en el circulante y en la cartera de crédito, sumado a que los distintos sectores de la economía (principalmente el sector de la construcción, las exportaciones) no están creciendo como antes, son algunos de los síntomas que evidencian ese fenómeno. La economía de Nicaragua solamente ha sido capaz de gestar, mayoritariamente, empleo informal. Los empleos informales superan a los empleos formales. Existe una evidente precarización del trabajo, ya que cerca del 80 por ciento de la población económicamente activa (PEA) vive en la informalidad laboral. Se trata de un problema estructural que sigue avanzando y, paralelamente, constituye un cimentado que impide que el crecimiento económico alcance mayores niveles a los actuales.
La población nicaragüense continúa afectada por tres problemas principales que no han variado desde hace diez años, el empleo (trabajo informal), la carestía de la vida (salarios que no permiten comprar una canasta básica) y la pobreza reflejada en la falta de vivienda adecuada, educación limitada, analfabetismo, la exclusión social y la desigualdad de la distribución del ingreso se ha incrementado en los últimos años. Al mismo tiempo, la microeconomía familiar está bastante mal, la clase social pobre es la que recibe las remesas familiares. Tenemos la energía más cara, comunicaciones más caras, alta carga impositiva, combustible más, todo lo anterior en comparación con Centroamérica…
Hay una confabulación para que la carga de la “competitividad” recaiga sobre los empleados pagándoles míseros salarios… ah y para los que ganan un poquito más: ahí les va el IR salvajemente brutal. El Instituto de la Seguridad Social brindando una cobertura miserable y sin crecimiento. Se ha formado una clase dominante que es muy visible en el nivel de desigualdad que se verifica en la sociedad, en los niveles de precariedad, de la concentración de la riqueza y en los índices de desigualdad. El salario mínimo debiera de ser el ingreso necesario para que un hogar promedio, considerando su tamaño y ocupados, supere la línea de pobreza.
En Nicaragua, el salario mínimo es insuficiente para satisfacer las necesidades básicas de los asalariados y sus familias. Sin embargo el dictador ha recibido de la cooperación de Venezuela, la suma de 4,659.7 millones de dólares desde que asumió el poder en 2007 y que se concentra en préstamos petroleros, ha venido sin embargo disminuyendo gradualmente desde el 2014 el flujo del préstamo alcanzó 435.6 millones de dólares mientras que en el 2015 disminuyó a 300.5 millones de dólares. Una reducción del 37.12 por ciento. De acuerdo con el Informe de Cooperación Externa del Banco Central de Nicaragua, en este año 2016 se han recibido 108.4 millones de dólares en concepto de préstamos de Venezuela, todo estos préstamos será asumido como deuda del país en el años 2017.
El autor es Consultor.