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Llevar este servicio básico a estas personas es clave para impulsar las comunidades rurales inteligentes. LAPRENSA/ARCHIVO

Comunidades rurales deben ser repensadas en Centroamérica

Avanzar en la conectividad a las TIC y la electricidad en el campo será clave para alcanzar los ODS

Centroamérica y México deben repensar la construcción de sus zonas rurales si aspiran a cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el 2030. Ya no basta con convertir las zonas urbanas en ciudades inteligentes, sino también que se debe apostar por replicar este modelo de desarrollo en el campo, donde al menos seis millones de personas en la región vivían, hasta 2014, sin acceso a la electricidad.

Llevar este servicio básico a estas personas es clave para impulsar las comunidades rurales inteligentes.

La necesidad de repensar la construcción de “aldeas inteligentes” en el campo es urgente no solo para alcanzar los ODS, sino también para ayudar a las familias campesinas a afrontar los estragos del cambio climático, coincidieron analistas en esta materia en un encuentro organizado por Smart Villages y la Academia de Ciencias de República Dominicana en Punta Cana a mediados de este mes.

John Holmes, miembro de Smart Villages, sostiene que urge de que haya “una visión más ambiciosa” en la construcción de comunidades rurales más inteligentes, que implique de entrada agilizar el proceso moderno de electrificación y a las tecnologías de la información y la comunicación. “Si cuentan con estos (medios), los pueblos rurales reciben mejores servicios de comunicación, de salud, de educación, de agua limpia y saneamiento”, sostiene al explicar qué significa construir aldeas inteligentes en las zonas rurales.

Este modelo de desarrollo rural debe ir acompañado también de una política pública que propicie el encadenamiento de valor agrícola a través del fomento del espíritu empresarial entre los campesinos, que permita crear nuevos negocios. “Muchos hogares que están en la zona rural siguen dependiendo de la agricultura, pero con el acceso a la electricidad y a las tecnologías de la información pueden conectarse con las cadenas de valores”, explica.

Al encadenar las actividades productivas, Holmes explica que los campesinos podrán reducir las pérdidas poscosecha, posicionar sus productos en los mercados e incrementar la calidad y productividad de sus cultivos. “Todas estas cosas permitirán un aumento en los ingresos de las aldeas rurales”, resume.

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Mayor acceso democrático

Al aumentar la electrificación moderna en el campo y por ende el acceso a las TIC, Holmes añade que esto también asegura que las comunidades rurales puedan participar más en los procesos democráticos de un país.

“El acceso a las TIC les permite tener un rol más activo, estar más informados, tener mayor voz en los procesos democráticos y todo esto produce comunidades más resilientes, con mejor capacidad de responder a los desastres económicos y naturales y con mejor capacidad de recuperación”, dice.

Inclusive si los países alcanzan la construcción de aldeas inteligentes en sus zonas rurales, podrán frenar en gran medida la creciente presión que implica el rápido aumento de la migración del campo a la ciudad.

Los retos regionales

A nivel de América Latina y el Caribe, según la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), hasta el 2014 había 26 millones de personas sin tener acceso a la electricidad, de los cuales la mayoría estaba en América del Sur y el Caribe.

Si bien en Centroamérica hasta 2014 todos los países tenían una tasa de cobertura de acceso a la electricidad superior al 90 por ciento, Nicaragua era el único en la región con una media de cobertura del 80.5 por ciento del total de su población.

¿Por qué urge construir aldeas inteligentes en las zonas rurales de Nicaragua? Porque solo el 56.9 por ciento de los hogares en la zona rural de Nicaragua goza de conexión a la red de distribución de electricidad, según una investigación del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales y el Fondo Internacional de Desarrollo Rural.

El 8.5 por ciento cuenta con paneles solares y el 0.5 por ciento usa planta eléctrica o generadores. Otro 15.9 por ciento de los hogares usa gas kerosene, mientras que el 7.2 por ciento emplea candelas como fuente de energía para el alumbrado. La leña es la principal fuente de energía en el campo. Unos 1.8 millones de personas (cerca de 350,000 viviendas) la utilizan como combustible principal.

Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, unos 4.3 millones de personas mueren cada año en todo el mundo a causa de la contaminación del aire en los hogares, emitida por fogones rudimentarios de biomasa y carbón.

Esfuerzo unificado es clave

Ante las dificultades de inversión en infraestructura que puede implicar para los gobiernos llevar la energía eléctrica convencional a las comunidades, la propuesta es que se aprovechen las fuentes naturales para que las mismas comunidades produzcan y administren sus propios sistemas de microgeneración de electricidad.

En este sentido, Alexandra Arias Alvarado, coordinadora de Electricidad de Olade en Ecuador, reconoce que los montos de inversión que requieren los países para lograr la cobertura total del servicio de electricidad son altos, por lo que la cooperación internacional y el apoyo de las mismas comunidades es fundamental para alcanzar ese objetivo. A este esfuerzo también se deben sumar las empresas, a través de sus proyectos de Responsabilidad Social Empresarial.

Entre las opciones de generación de energía limpia a baja escala y que está resultando ser una alternativa de respuesta en las comunidades alejadas del hemisferio, Arias Alvarado menciona, por ejemplo, que en Guatemala se están construyendo pequeñas hidroeléctricas que están abasteciendo a las zonas rurales, cuyas plantas son administradas por los mismos pobladores.

La especialista precisa que para asegurar que las comunidades puedan pagar el servicio de electricidad que ahora llega hasta sus casas se está ayudando para que esta energía se use con fines productivos y así puedan generar ingresos para no solo cubrir las necesidades básicas del hogar, sino también el pago por este servicio.

Arias Alvarado dijo que algunas de las comunidades de América Latina y el Caribe donde están apoyando para el desarrollo del servicio eléctrico, ahora cuentan con acceso a internet satelital, las escuelas tienen computadoras, en las casas se están desarrollando actividades productivas.

La especialista de Olade señaló que Centroamérica, ante el potencial natural que tiene para fortalecer la producción de energía a pequeña escala en las zonas rurales, muy probablemente alcanzará el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 7, que establece que para 2030 haya un acceso universal de la energía asequible y no contaminante.

Afrontar el cambio climático

Al llevar a las comunidades electricidad proveniente de fuentes limpias se estará ayudando a que estas puedan mitigar en parte los efectos del cambio climático.

De hecho, según la Organización de Naciones Unidas, “la energía es el principal contribuyente al cambio climático y representa alrededor del 60 por ciento del total de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial”.

La especialista de Olade asegura que de hecho el cambio climático es una de las amenazas para que América Latina pueda alcanzar los ODS, pero señaló que se debe trabajar para que se creen las condiciones de acceso a la electricidad en las zonas rurales de manera sostenible y limpia.

Bernie Jones, colíder de Smart Villages, afirma: “Llevar energía sostenible a aldeas fuera de la red y, lo que es más importante, ayudar a las comunidades a hacer un uso innovador y productivo de esa energía son oportunidades importantes para impulsar el desarrollo rural en todo el mundo”.

“La combinación del desarrollo económico y el aprovechamiento de la tecnología para proporcionar servicios clave, como la salud, la banca y la educación, ayuda a descomponer la desigualdad entre las poblaciones urbanas y rurales. Es importante destacar que para esta región, la capacidad de tal infraestructura rural descentralizada y provisión de servicios para hacer a las comunidades mucho más resistentes a los desastres naturales y otros shocks, debe hacer que el concepto sea una prioridad aún mayor para el liderazgo rural, las empresas, el Gobierno y las ONG”, sostuvo.

La pobreza en la zona rural de Nicaragua

Cinco de cada diez nicaragüenses en la zona rural son pobres, mientras que en la ciudad solo uno está en esa condición de igual proporción, según la Encuesta Nacional de Medición del Nivel de Vida 2014. La pobreza rural cayó 13 puntos entre 2009 y 2014, al pasar de 63.3 por ciento a 50.1 por ciento en el período antes mencionado, según la encuesta. Es decir que de los 2.6 millones de personas en la zona rural de Nicaragua, 1.3 millones sobrevivía hasta el año pasado con menos de 1.81 dólares al día. En Nicaragua el 57.6 por ciento de la población vive en la zona urbana, el resto en el campo.

Los desafíos mundiales

Según Smart Villages, alrededor del mundo hay 1,300 millones de personas que siguen viviendo sin tener acceso a la electricidad.

Además 3,000 millones siguen usando cocinas peligrosas e ineficientes. Muchas de ellas viven en comunidades rurales remotas.

“Hasta que estas comunidades tengan acceso a servicios energéticos modernos, poco podrá hacerse para desarrollar sus economías y mejorar sus vidas”, afirma el organismo con sede en Londres.

El impulsar el desarrollo de comunidades rurales inteligentes, inclusive según Smart Villages, puede ayudar a la seguridad alimentaria. “La provisión de energía moderna, junto con las Tecnologías de la Información y Comunicación, tienen el potencial de ayudar a las aldeas inteligentes a tener mayor seguridad alimentaria a medida que los agricultores aprovechan las mejoras en los sistemas de riego, los pronósticos del tiempo, la infraestructura de almacenamiento en frío y la información agrícola y sobre el mercado”.

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