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Hipercolesterolemia

Martha Justina González, máster en nutrición.

Comer por ansiedad

Uno de los factores que condiciona a comer de más, sobre todo en la tarde o en la noche, es no desayunar a base de carbohidratos sencillos como jugo y galletas o café con pan.

“Como por ansiedad”. Esta es una frase que frecuentemente escucho en mis consultas.  La ansiedad por comer se refiere a un estado mental y emocional de intranquilidad, nerviosismo, preocupación o sencillamente por aburrimiento que lleva a la persona a consumir alimentos  a veces de forma excesiva y sin tener hambre, puede pasar de ingerir alimentos dulces a salados y viceversa, generando después un sentimiento de culpa por esta forma de comer que puede convertirse en adicción.

En mi opinión, muchas veces el impulso de comer está generado por otras condiciones y no necesariamente se trata de un trastorno de ansiedad o una situación de estrés.

Uno de los factores que condiciona a comer de más, sobre todo en la tarde o en la noche, es no desayunar a base de carbohidratos sencillos como jugo y galletas o café con pan.

Otro factor que puede aumentar el deseo de comer más, es el alto consumo de azúcares y harinas refinadas. Estos alimentos elevan rápidamente el nivel de azúcar en la sangre generando un estímulo de mayor secreción de insulina para metabolizar esos carbohidratos consumidos. Este pico en la secreción de insulina, hace descender rápidamente el nivel de azúcar en sangre, provocando la consecuente sensación de hambre y el deseo de comer más alimentos similares: galletas, refrescos, reposterías, dulces, gaseosas, entre otros. Dando origen a un círculo vicioso que conlleva a sobrepeso, obesidad y puede llegar a provocar elevación de triglicéridos, hígado graso y diabetes tipo 2.

Entre las recomendaciones más efectivas para combatir el impulso de comer en exceso, es iniciar el día con un desayuno muy nutritivo, que incluya proteínas de buena calidad como las que contienen el huevo, leche, yogur y quesos descremados. Carbohidratos complejos como frijoles, gallopinto, avena, tortilla o pan y frutas. El consumo de proteínas en el desayuno permite tener mejor saciedad durante el día. Además, la ingesta de alimentos variados ofrece la oportunidad de ingerir distintas vitaminas del complejo B y minerales como el calcio, magnesio y otros que ayudan a combatir el estrés que como ya mencionamos, puede generar el efecto de comer compulsivamente.

Otra recomendación es consumir suficiente agua, muchas veces se puede confundir necesidad de agua con deseos de comer. Tomar al menos 6 u 8 vasos de agua al día. Evitar café y otras bebidas que contienen sustancias estimulantes como el hábito del cigarrillo y consumo del alcohol que puede incrementar los niveles de estrés.
Hacer comidas pequeñas y frecuentes ayuda también a prevenir los atracones por comida que pueden resultar por suspender los tiempos de comida principales, sobre todo si la persona está atravesando circunstancias estresantes.

Dormir suficiente y practicar una actividad física de suave a moderada intensidad regularmente, al menos tres veces por semana, son factores contribuyentes en la prevención del consumo excesivo de alimentos, así como aprender a reconocer la sensación de hambre que en general se manifiesta con ruidos y contracciones en el estómago y diferenciarla del deseo de comer que usualmente está en la imaginación.

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