El gobierno sirio desplegó este jueves centenas de soldados de élite para conquistar los barrios más poblados del este de Alepo y acelerar la caída de ese bastión rebelde que puede transformarse, según la ONU, en un “gigantesco cementerio”.
Las tropas gubernamentales, apoyadas por combatientes extranjeros, controlan 40 por ciento del este de Alepo quince días después del inicio de una ofensiva para reconquistar la segunda ciudad del país, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
“El gobierno estrecha el cerco de las zonas bajo control rebelde”, dijo Rami Abdel Rahmane, director del OSDH.
Después de conquistar la parte noreste del bastión rebelde, las tropas gubernamentales avanzan “en el este, alrededor de Karm al Jazmati, y en el sur”, en el inmenso barrio de Shij Said.
Centenares de soldados de las unidades de élite de la Guardia Republicana y de la 4ª División fueron desplegados para “combates callejeros” en las zonas más pobladas, agregó.
“Avanzan pero temen emboscadas en esas zonas donde los combatientes se mezclan con los habitantes”, señaló el director del OSDH.
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Miles huyen de ataques
Los rebeldes están sumergidos por la potencia de fuego del poder, que con los bombardeos de la aviación y de la artillería, busca infligirles la derrota más severa desde el inicio de la guerra civil en 2011.
“Los obuses no paran, es imposible pasar”, gritaron habitantes de Alepo a un corresponsal de la AFP cuando intentaban refugiarse en Sajur, un sector tomado por el ejército.
El diluvio de fuego causó destrucciones terribles y empujó a más de 50,000 personas a huir del este de Alepo en cuatro días, según el OSDH.
El éxodo se acentuará en los próximos días porque en los barrios rebeldes viven unas 250,000 personas, agregó.
“Esas personas están sitiadas desde hace 150 días y no tienen los medios de sobrevivir muho más tiempo”, declaró por su parte Stephen O’Brien, responsable de las operaciones humanitarias de la ONU.
Más de 300 civiles, entre ellos 33 niños, murieron en el este de Alepo desde el inicio de la ofensiva el 15 de noviembre.
Unos cincuenta civiles murieron debido a la artillería rebelde en los barrios de Alepo controlados por el gobierno.
“Suplicamos” a los beligerantes” que hagan todo los posible para proteger a los civiles y permitir el acceso a la parte asediada del este de Alepo antes que se convierta en un gigantesco cementerio”, dijo O’Brien.
El funcionario de la ONU exhortó al gobierno sirio a que autorice la entrada “con total seguridad” medicamentos y víveres.
O’Brien lanzó ese llamado ante el Consejo de Seguridad de la ONU que celebró una reunión urgente el miércoles a pedido de Francia.
Esta reunión, como las precedentes, concluyó sin ningún avance, lo que simboliza la impotencia de la comunidad internacional en la crisis siria.
Acusaciones
Los occidentales acusan a Rusia por la ayuda militar que aporta al régimen del presidente Bashar al Asad.
“El Consejo no responde a los pedidos de ayuda de los civiles porque Rusia no lo quiere”, acusó la embajadora estadounidense ante la ONU Samantha Power.
El embajador ruso Vitali Chourkin respondió acusando a los occidentales de querer “salvar a los terroristas” y “utilizar problemas humanitarios con fines políticos”.
Según el presidente del consejo local de los barrios rebeldes, Brita Hagi Hassan, la defensa de la zona este de Alepo estaba a cargo de unos “6,000 y 7,000 combatientes del Ejército Sirio Libre”.
El OSDH evaluó el número de combatientes rebeldes en el este de Alepo en 15,000, de los cuales uno 400 integrantes de Fateh al Sham, la rama siria de Al Qaida.
Representantes de los grupos rebeldes de Alepo se entrevistaron en los últimos días en Ankara con emisarios rusos para discutir sobre la posibilidad de una tregua.
La conquista de la totalidad de Alepo representaría la victoria más importante del gobierno desde el inicio de la guerra.
Sería además un golpe muy duro para los rebeldes cuya implantación quedaría reducida a la provincia de Idlib y algunas zonas en Deraa (sur) y cerca de Damasco.