14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
Moisés Ruiz Romero

Nicaragua no es discusión bizantina

Algunos despistados, o que fingen serlo, opinan que la discusión (y las acciones que conlleven) entre aceptar los resultados de unas mal llamadas “elecciones” (en las que siete de cada diez nicaragüenses no participamos) y plantear la necesidad social, política y económica de realizar verdaderas elecciones (como las propone la Carta Democrática Interamericana) es una discusión bizantina, que no suscita ningún interés porque ninguna conclusión trascendente puede salir de ella.

Nadie puede afirmar que ya se libró la última guerra en Nicaragua y que nunca más habrá otra, cuando las razones que las han motivado todas, continúen siendo una práctica cotidiana: la desmedida ambición de poder y riqueza y el uso de las arcas del Estado (que son originadas por y pertenecen a la ciudadanía) para comprar las conciencias y convertir en potentados millonarios a quienes son nombrados para tomar decisiones, o aparentar hacerlo, en las diferentes estructuras del estado, decisiones que por supuesto benefician al mismo círculo de poderosos. Tal como ocurrió el 6 de noviembre recién pasado. Quienes abogan por que se olvide el despojo del poder de la población para elegir a sus dirigentes, es porque reciben beneficios y no porque crean que es ético.

Cuando más del 70 por ciento de la población, el mismo pueblo heroico que derrocó a Somoza, no se siente representado por las autoridades supuestamente electas, estamos a las puertas de un estallido social, peor aún si las condiciones económicas se degradan tanto que es poco lo que se puede perder. No olvidemos que la ayuda venezolana se ha vuelto casi inexistente (y puede desaparecer totalmente), que Ortega ha ofendido a todos los donantes, que menos de una docena de países felicitaron a Ortega por su “triunfo”, que la norteamericana ley “Nica Act” puede ser aprobada y aplicada en un plazo muy breve y que el Presupuesto General de la República es deficitario.

Surge entonces la posibilidad de que las verdaderas elecciones sean la única salida cívica al conflicto que se cierne sobre nuestra amada Nicaragua. Esto no es ninguna discusión bizantina.

También existe la posibilidad de que algunos crean que está de más pedir elecciones verdaderas, transparentes, competitivas, con observadores nacionales e internacionales que den fe de que los resultados son reales, que pueden someterse a cualquier auditoría y ya no seguir con el estigma de que nuestras elecciones son “inauditables”. Esto puede ocurrir por las mismas razones que el elefante puede ser amarrado al mismo pequeño arbusto al que se le ataba cuando era una cría. Al crecer tiene la fuerza necesaria para arrancarlo, pero en su mente se encuentra atado.

Para perseguir el sueño de que en Nicaragua se pueden sentar las bases para una democracia que permita el desarrollo y el progreso, primero debemos creer que es posible, luego debemos clamar cada quien a su Dios para tener la fuerza y el coraje necesarios para emprender la tarea y después unirnos los que pensamos igual y exigir cívicamente nuestro derecho.

El autor es cirujano general.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí