En diciembre, en la ciudad de León, sus ciudadanos se llenan de regocijo y entusiasmo con la celebración de la Gritería, dedicada a la Inmaculada Concepción de María. No hay lugar en Nicaragua donde se celebre esta festividad como en la ciudad de León.
Según versiones, un 7 de diciembre de 1857, en el fin del novenario a la Inmaculada Concepción de María, se originó la fiesta católica la Gritería o la Purísima. A las 6:00 de la tarde ese día, el párroco de la iglesia San Felipe, monseñor Gordiano Carranza, en el pórtico principal de esa iglesia, se dirigió a la concurrencia que estaba en el atrio. Un sonoro grito salió de su garganta: “¿Quién causa tanta alegría?” La concurrencia respondió: “La Concepción de María”.
Monseñor Carranza sugirió —según cuentan algunos— que esa noche se continuara visitando todas las casas donde hubiera altares de la Virgen María, repitiendo el mismo grito interrogante y la misma respuesta. Así lo hicieron los leoneses y así nació la tradición.
Los que entraban a las casas recibían golosinas, refrescos a base de “chicha”, gofios, caramelos, pitos, etc…
A estos obsequios en León se les denomina “gorra”, y en otras ciudades de Nicaragua se les llama brindis. Existe otra versión interesante, en relación con el origen de la tradicional Gritería. El doctor Edgardo Buitrago B., en su libro Las Purísimas, su forma y origen, nos relata que a comienzo del siglo XVIII, los padres franciscanos decían a las familias leonesas que celebraran a la Inmaculada Concepción de María.
Eran tantas las personas que celebraban esta fiesta y eran tantos los vecinos invitados, que tenían que acudir de un rezo a otro, encontrándose por las calles los grupos de gentes que iban y venían en alegre marcha. Durante este recorrido las personas entonaban cantos y vivas a la Virgen.
Los padres franciscanos iban al frente y le decían a los grupos que saludaran diciendo: “¿Quién causa tanta alegría?”, y que los otros contestaran: “¡La Concepción de María!” Estos recorridos se hacían del 28 de noviembre al 7 de diciembre de cada año (último día del novenario). Siendo este día el más alegre del mes y del año. Así se fue transmitiendo la celebración, de generación en generación, hasta nuestros días. De manera, que según esta versión, la Gritería tiene unos 200 años de celebrarse en Nicaragua, sobre todo en León.
Hoy esta festividad, en esta ciudad, como todos los años, es grandiosa, impresionante, llena de fe, alegría y devoción. A casi dos siglos, es una tradición nacional indestructible. En esta época el obsequio, “gorra”, “brindis” o “paquete” es más variado. Se incluye además, refrescos a base de cacao, “agua loja”, gaseosas, tiste, “piñonates”, “bienmesabes”, ayote en miel, cajeta, nacatamales, caña de azúcar y otros obsequios. Así va transcurriendo la noche, entre gritos fervorosos, juegos pirotécnicos, olor a pólvora, detonaciones de bombas y cohetes que van alegrando el ambiente.
La gente va cantando o rezando, portando un saco lleno de obsequios. A la medianoche, todos los nicaragüenses que celebran la Gritería, se reúnen en restaurantes o en sus hogares para cenar una exquisita gallina rellena. A esta hora un sonoro repique de campanas en todas las iglesias, y un ensordecedor ruido de bombas, cohetes y petardos, se mezcla con los cantos de “Tu Gloria”,
“Toda Hermosa”, “Pues Concebida”, “El Alabado” y otros.
Así se celebra la Gritería cada 7 de diciembre en Nicaragua. Bien vale recordar cada año esta fiesta tradicional, instituida en la ciudad de León, Nicaragua. Lo interesante es que se siga celebrando cada año, cada siglo, con más fe y devoción.
El autor es médico.