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Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.

Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.

Everth Cabrera: “Quiero tumbar el alcohol”

El exjugador de los Padres de San Diego, Everth Cabrera, habla con nosotros sobre lo mejor y lo peor que le ha tocado vivir como beisbolista élite.

Un sol de mañana reverdece el campo del Estadio Nacional de Nicaragua. El lugar donde todo comenzó para Everth Cabrera, a los 16 años, y donde ha regresado recién cumplidos los 30, luego de su paso de cinco años por las Grandes Ligas de beisbol con los Padres de San Diego.

Para llegar al máximo nivel del beisbol mundial, Everth deshizo pronósticos con trabajo y apartó barreras pegando batazos. Las Ligas Mayores dejaron de ser una utopía y el nandaimeño brilló con luz propia unos años. Fue líder en bases robadas, alcanzó un promedio de bateo alto y hasta lo llamaron para un Juego de Estrellas, un honor que solo otros dos nicaragüenses han conocido.

En 2013, sin embargo, su nombre apareció en el escándalo de la Clínica Biogénesis, que ayudaba con sustancias prohibidas a varios jugadores para mejorar su rendimiento. Vino una suspensión, una depresión y una caída en alcohol y drogas. Detuvieron a Everth en Estados Unidos, salió de los Padres y ya no pudo igualar sus buenos números. Hasta ahora.

Después de un “año turbulento” y unos meses de rehabilitación en Cuba, Everth Cabrera aceptó sentarse a hablar con Revista Domingo sobre todos los temas. El joven ahora viste el uniforme del Bóer de Managua, su viejo equipo, y parece estar recobrando su buena forma en un escenario que para él es íntimo.

¿Es verdad que este estadio fue su casa y que mentía a su madre diciendo que pagaba un cuarto en otro lado?
Sí, yo me quedaba aquí. Le decía a mi mamá que me quedaba en un hotel pero aquí habían unas oficinas y nos ponían unos colchones y ahí nos quedábamos. Éramos como cuatro o cinco. Y al día siguiente aquí mismo a entrenar. Este estadio fue como mi casa.

¿Siente eso cuando juega aquí?
Sí, es algo que a uno le viene y se le retrocede el casete, como dicen. Los primeros pasos. Vine aquí al Bóer cuando tenía 16 años. Fue prácticamente como mi casa. Me quedé a dormir aquí, comía, todo era beisbol en mi mente. Tenía oportunidad de trabajar extra, era el primero en llegar y el último en salir. Se me vienen todos esos recuerdos de momentos buenos porque yo viví buenos momentos con el Bóer. Momentos buenos, momentos malos.

Por aquellos años, cuando acababa de llegar al equipo, ¿pensaba que ir a Grandes Ligas era posible?
Se miraba algo imposible. Algo imposible para mí porque era de baja estatura, poco talento, pero yo siempre he sido un pelotero esforzado, que fue construyendo su talento poco a poco, y con el tiempo se me fueron abriendo las puertas y estuve en un Juego de Estrellas, conseguí un liderato de bases robadas.

Y ahora está aquí, en Managua, de nuevo en el Bóer, y ha regresado con buenos números. ¿Cómo se siente?
Bien, gracias a Dios. La verdad hasta un poco sorprendido, porque tenía un año sin jugar, prácticamente. Sin tener acción en el campo, porque uno puede practicar, estar en el gimnasio, pero nunca va a ser lo mismo jugar en juego de pelota, con público, con presión, con un pícher profesional, un equipo profesional. De verdad que mis primeros 20 turnos, 25 turnos, me he sentido bien, he puesto la bola en juego, han estado saliendo las cosas. He estado colaborando con el equipo para ganar y aquí estamos, día a día.

¿Pensó que tendría números malos como en los Orioles y en los Tomateros de Culiacán, en México?
O sea, eso… Yo he sido una persona que… Sí le doy mente a los números, claro que sí, y como pelotero profesional uno se dice… Me firman los Orioles, no me va muy bien, solamente cogí 100 turnos, no me va bien, me botan, estuve casi dos meses en mi casa; me firma San Francisco, empecé bien, me dieron un pelotazo en el tobillo, ya bajé el average completamente, después me voy para Culiacán, no me fue muy bien tampoco… Entonces son cosas que uno viene y debe ajustarse. Este juego es de ajuste. No solamente es de un año. Es de día a día, entonces tomé la decisión de venir a jugar aquí a Nicaragua porque necesitaba jugar invierno. Me salió una oportunidad en Venezuela pero no quise, preferí quedarme aquí en Nicaragua.

Pero ahora está aquí en Nicaragua básicamente por lo que ocurrió en noviembre del año pasado, en el estadio de Nandaime, ¿no? ¿Qué pasó ese día exactamente?
La loquera, como dicen. Entre droga y alcohol. Andaba en mi camioneta, di una vuelta y dañé el estadio.

¿Había niños jugando?
No, no había nadie, estaba solo.

Lo detuvo la Policía…
Sí, me detuvo. Fue un año turbulento. De andar en marihuana y andar en alcohol, todo cruzado… Perdido, realmente. Estuve en el psiquiátrico (Hospital Psicosocial de Managua) por lo mismo. Me quisieron llevar a un privado pero tomó la decisión mi prima de llevarme al psiquiátrico. A lo mejor fue una decisión drástica, un poco.

¿Cómo fue la atención en el psiquiátrico?
Bien, bien.. Normal. Tratando de controlar los nervios que tenía. Yo estaba alterado, enojado, frustrado, de todo. De todo un poco.

Una fuente en el psiquiátrico dijo a La Prensa el año pasado que lo que usted tenía podía ser trastorno bipolar. ¿Qué tan cierto es eso?
Eh… Sí, por lo menos en los Estados Unidos sí me catalogaron bipolaridad. Ahorita que fui a Cuba me dijeron que lo que tenía era un desorden mental. Muchos problemas acumulados, problemas familiares, y vino la depresión. La depresión prácticamente me desbarató porque empecé a meterme en el alcohol. Después no podía ni dormir, me metí bastante marihuana. Lo que tenía era un desorden de mi vida. Demasiados problemas tenía en la cabeza.

¿Qué problemas?
Problemas familiares que se agregan…

¿Y profesionales?
Profesionales también porque cuando te está yendo mal en tu trabajo empezás a pensar que te va a ir mal, te van a botar.

¿Las drogas fueron una válvula de escape?
Una válvula, sí. También ignorancia de la vida, el proceso de la vida que uno va viviendo.

¿Cómo lo ve ahora que acaba de regresar de rehabilitación en Cuba?
Me siento bien. Ahora mismo no he consumido ninguna sustancia, no me hace falta, no siento ninguna ansiedad ni nada por el estilo. Me siento tranquilo así como estoy. Y ahora estoy más enfocado en mi juego de pelota. A seguir luchando, trabajar duro, a ver qué se puede aparecer. Si sale la oportunidad voy de nuevo a los Estados Unidos, si no me quedaré jugando aquí.

¿Contempla la posibilidad de quedarse jugando con el Bóer?
Sí, claro. Soy nicaragüense, no me voy a ir a otro país así por así. Si no me sale una oportunidad buena no me voy porque hay momentos que uno necesita estar aquí en su tierra. Hace falta la familia, los amigos, la comida. Hay muchas cosas que se agregan al sacrificio del pelotero cuando uno llega a Grandes Ligas. La vida de nosotros es estar viajando allá. A cada rato.

¿No tiene miedo de volver a caer en alcohol y marihuana?
No, porque yo ya sé lo que me llevó. Prácticamente me llevó a un sobrepeso, a hacer locuras, a muchas cosas que no iban conmigo, entonces no pretendo ni pienso regresar a lo que es la marihuana. Y doy día a día con lo que es el alcohol. Somos seres humanos, todos los días estamos en prueba y siempre en la lucha.

¿Los psiquiatras le hablaron de adicción?
En mi problema no hay tanta adicción de alcohol, no es una adicción completamente full de alcohol, porque no me da ansias de estar bebiendo todo el día, con una botella en el pico. Que sí me aceleré en ese momento del año pasado de beber casi diario, sí. Pero hoy en día me siento normal, tranquilo, que quizás puedo ser un bebedor social, así, los fines de semana. Pero quiero tumbar el alcohol, esa es mi idea.

Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.
Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.

Cambiando un poco de tema, ¿qué es lo primero que cruza por su cabeza cuando escucha el nombre de Clínica Biogénesis?
El año que estuve teniendo en el 2013. Ese era mi año. Tuve una lesión pero regresé igual, regresé bien y ahí fue que se apareció el caso de Biogénesis. Que fue un caso bien estúpido y bien ridículo porque prácticamente yo no aproveché eso. Yo lo probé porque supuestamente el abogado me llevó a la clínica porque yo tenía el hombro salido. Y supuestamente era algo para el hombro. Y después fue que explotó la bomba, entonces a mí me agarró de sorpresa prácticamente, pero ideay, no pude hacer nada y me suspendieron.

¿Siente que lo engañaron?
Yo siento que sí. Es la realidad. Yo lo acepto, normal, porque yo recibí una llamada de la asociación de peloteros que a mí no me gustó. No me causó buena impresión. Porque todos los peloteros de mi equipo me decían que apelara, que era imposible que yo sin salir positivo iba a dar positivo. Que yo sin tener nada que ver con… O sea, estuve relacionado con eso pero sin salir positivo, iba a salir pegado con 50 juegos, me iban a suspender 50 juegos. Entonces la asociación de peloteros me hace una llamada a mí que dice la MLB que si apelaba, tenía un 80 por ciento (de posibilidades) de que perdería, y que si perdía me iban a suspender 100 juegos. Yo iba a apelar, pero me dicen a mí 80 por ciento que pierdo… Contra la MLB yo no voy a ganar. No van a querer quedar en un ridículo conmigo. Entonces yo puedo decir que me sentí un poco incómodo en ese sentido. La suspensión está y ya no se puede hacer nada. Me afectó un poco, te puedo decir, moralmente, porque ese año era mi año. Trabajé tanto y trabajé tanto que ese era mi año. Iba a ser excelente. Yo pude haber terminado bateando .300 (de promedio), pude haber terminado como líder de bases robadas. Iba a ser líder cómodo porque tenía 37 bases robadas faltando dos meses de temporada. Había hecho 44 el año anterior. Me sentía bien. Me sentía cómodo bateando a ambas manos. Fue un año que me pesó mucho. En lo económico me golpeó mucho porque me suspendieron ese año, perdí dinero de ese año más el arbitraje al año siguiente. Fueron cosas que me dolieron mucho. Y a través de eso uno se empieza a decepcionar un poco. Yo empecé a dudar de mí, a meterme alcohol, marihuana, entonces todas esas cosas se fueron agregando en mi mente.

 

“Yo ahorita mismo estoy apreciando hasta los pasos que doy. Antes era una persona que se sacrificaba, que construyó su talento a puro esfuerzo, pero no apreciaba lo que podía hacer en el juego. Lo que yo llegué a hacer en Grandes Ligas no lo apreciaba”. Everth Cabrera, beisbolista profesional.

¿Ese es el comienzo de sus problemas?
Sí. En el 2013 empiezan mis problemas. Yo en el 2012 estoy muy bien, en el 2013 empiezan mis problemas. Llego ya a la temporada del 2014 fuera de forma, decepcionado totalmente. Cambié completo y no lo debí hacer. Lo que tenía que hacer era prepararme, trabajar más fuerte para llegar bien. En ese sentido yo aflojé, no era excusa.

¿Su familia cómo tomó ese paso rápido del éxito a los problemas?
Muy fuerte. Sufrieron mucho. Fue una suspensión que también la gente buscó cómo querer afectarlos, querer molestar a la familia. Lo tomaron bastante fuerte. Yo soy hijo único de padre y madre. Mi papá tiene un hijo aparte, pero yo soy único. Mi mamá llegó a llorar dos o tres veces. Imaginate, es una madre, hijo único…

Usted una vez dijo que cuando uno es big leaguer se topa a mucha gente interesada que busca hacer daño…
Hay muchos tiburones en Grandes Ligas. Están al nivel donde estés. Aquí también, pero es peor en Grandes Ligas. Allá todo te sale fácil. Ese es el ajuste más difícil que el pelotero debe hacer: aprender a decir que no. No a muchas cosas, aunque la gente te vea arrogante. Nunca lo van a ver como algo positivo. Así hablaban de Dennis (Martínez) igual. Que era aquí, que era allá, arrogante. Él hizo lo que hizo, ajustó donde ajustó y por algo llegó a jugar 24 años en Grandes Ligas y fue el pícher que fue. Cuando uno atraviesa un buen momento es cuando más distracciones aparecen. Eso es fijo. Ahí es donde uno debe ser fuerte. Cuando un pelotero es fuerte, dice que no, y lo junta con su talento. Ahí es cuando despega su carrera.

Hemos hablado de aspectos negativos, pero también usted vivió grandes momentos y su carrera despegó bastante antes del caso Biogénesis. ¿Cómo recuerda el Juego de Estrellas?
En mi memoria es inolvidable porque cuando te catalogan como estrella ya estás al nivel de los mejores del beisbol.

¿Quiénes estaban ahí, con usted?
(Buster) Posey, (Madison) Bumgarner, Yadier Molina, Aroldis Chapman, también el cubano que falleció, José Fernández. De hecho tengo una foto con ellos dos, con el cubano y Chapman, nos llevábamos bien. Eran varios. Cuando llegás al Club House tenés una impresión bastante fuerte. Es mucho más que cuando te dicen “vas a ser del equipo de Grandes Ligas”. Mucho más. Porque ya te estás relacionando con las estrellas.

¿Y ellos cómo lo trataban?
Muy bien, es que es una diversión de todos, una fiesta. Los latinos siempre estamos un poco juntos. Fue algo increíble.

¿Ese fue su mejor momento?
Sí, uno de mis mejores momentos. Mucha gente ha llegado a Grandes Ligas y solo rinden un mes. Cuando te nombran a un Juego de Estrellas es porque sos de los mejores del año.

¿Será que lo veremos de nuevo en la gran carpa del beisbol mundial?
Si se me aparece la oportunidad pues yo voy con mucho gusto a seguir trabajando, a luchar por un puesto en Grandes Ligas. Yo siento que puedo jugar como utility. Yo alcanzo en un equipo como utility, jugando tercera, jugando segunda, shortstop, donde me necesiten. Tal vez no jugando todos los días, pero sí demostrar que puedo volver a hacerlo. Que me den la oportunidad de llegar a spring training (entrenamiento de pretemporada). Porque yo sé que me fui con una mala ficha, pero todos merecemos una segunda oportunidad.

¿Si regresa a Estados Unidos es capaz de decir “no” a las distracciones?
No, ya, completamente… ¡Uf! Si me pongo a pensar lo que he pasado y todas las cosas que he vivido… De volver sería… Yo ahorita mismo estoy apreciando hasta los pasos que doy. Antes era una persona que se sacrificaba, que construyó su talento a puro esfuerzo, pero no apreciaba lo que podía hacer en el juego. Lo que yo llegué a hacer en Grandes Ligas no lo apreciaba. Así es el ser humano. Ahora si regreso, voy a disfrutar. A disfrutar día a día tener una camisa de Grandes Ligas. Porque no es fácil. Hay millones de personas que quieren jugar este juego. Ahora hablando con los muchachos les digo: “Aprecien lo que tienen puesto”. La del Bóer. Que la aprecien. ¿Cuántos niños no quieren jugar beisbol en Nicaragua? Hay mucha gente que quiere imitar a los jugadores del Bóer. Ahora yo aprecio este uniforme y aprecio hasta los pasos que doy.

Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.
Everth Cabrera, beisbolista profesional. LA PRENSA / Jader Flores.

 

Plano personal

Everth Cabrera nació en Nandaime, Nicaragua, el 17 de noviembre de 1986.
Está casado con Connie Cabrera y tiene tres hijos.
Entre sus pasatiempos preferidos está ver películas y jugar PlayStation.
Su juego favorito es MLB The Show, un simulador de beisbol.
En versiones anteriores Everth se utilizaba a sí mismo, pero ahora disfruta usando a pícheres.
En el Club House de los Padres de San Diego jugaba al videojuego con sus coequiperos e incluso apostaban cenas.
Su comida favorita es gallopinto, churrasco, tostones y queso pero no frito.
El 7 de agosto de 2009, jugando para los Padres de San Diego, conectó un Grand Slam o jonrón con bases llenas contra los Mets de Nueva York en la novena entrada y con marcador de 2-2.
El 14 de julio de 2012 robó el home plate en la novena entrada para empatar un partido que los Padres perdían contra los Dodgers de Los Ángeles.
Robó 44 bases en 2012 con los Padres, más que ningún otro beisbolista ese año en la Liga Nacional.

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