Fiesta de Navidad en la Oficina es un filme temático, diseñado para ofrecer dos horas de tregua a los compradores agotados, buscando un escape temporal de las tiendas abarrotadas en el centro comercial. En ese sentido, no aspira a más que ser una distracción modesta y banal, cargada de decoraciones y sentimientos navideños.
Josh (Jason Bateman) es la mano derecha de Clay Vanstone (T.J. Miller), heredero tonto de un millonario, tratando desesperadamente de mantener a flote la principal sucursal de su emporio tecnológico. La empresa de manejo de datos se convulsiona por una estrategia de recortes presupuestarios, ideada por Carol (Jennifer Aniston), hermana de Clay y despiadada arpía corporativa. Su primera medida es cancelar la fiesta navideña y los bonos de fin de año. Pero Josh y Clay ignoran sus direcciones, usando la fiesta para congraciarse con Walter Davis (Courtney B. Vance), ejecutivo que puede salvar la empresa si les adjudica un jugoso contrato. La fiesta es, por supuesto, un desastre.
¿Podrán salvar la empresa? A nadie le importa, realmente. La trama es solo una excusa para conectar una multitud de pequeños sketches cómicos, protagonizados por un ejército de actores familiares por sus apariciones en televisión.
Bateman (protagonista de la serie de culto Arrested Development) y Aniston (la icónica Rachel de Friends), son una especie de pareja de viejos monarcas, presidiendo sobre una corte de bufones, demasiado excéntricos como para apelar a su nivel de estrellato. Las más destacados son Kate McKinnon y Vanessa Bayer, dos estrellas del actual reparto de Saturday Night Live. Tenemos también a Randall Park, actor coreano-americano que protagoniza el sitcom Fresh Off the Boat, revolucionario por enfocarse en la asimilación cultural de una familia de migrantes asiáticos. Rob Corddry ha desfilado por numerosas series de TV, como Children’s Hospital y Ballers, así como películas de mediano calibre (Hot Tub Time Machine). Miller pertenece al reparto de Silicon Valley, aclamada serie de HBO.
El pedestre encanto de Fiesta de Navidad… radica en identificar estos rostros familiares y verlos jugar en otro escenario, con un disfraz ligeramente diferente al habitual. Pero esto depende de que conozca sus trabajos anteriores. Para el público casual, se hace más evidente la naturaleza desechable de la película. Este formato aspira a detonar la mayor cantidad posible de chistes por minutos. Si uno no funciona, no importa, porque viene otro a la vuelta de la esquina. Siempre hay un detalle en el fondo que puede distraerte. Ya no queda mucha transgresividad en la estampa de un Santa Claus borracho, empinándose un galón de licor. Sentarlo en una réplica del trono de Juego de Tronos, lo convierte en un chiste nuevo.
La mejor manera de consumir este tipo de película es enfocándose en la idiosincrasia de los actores. Bateman sigue ocupando el espacio del “hombre normal” rodeado de dementes. Prácticamente tiene una maestría en eso. Es curioso como las comedias pos-Rachel de Aniston insisten en caracterizarla como una arpía (véase su tratamiento en Horrible Bosses y su secuela). Por lo menos, aquí la misoginia implícita en su villanía se desactiva en el desenlace de la película. Corddry es puro ego de macho desatado. Su perfecto opuesto es McKinnon, quien selló su estatus como la jugadora más valiosa del actual elenco de SNL con sus apariciones como Hillary Clinton en la reciente campaña electoral. Su ejecutiva de Recursos Humanos, tan cuadrada que es socialmente torpe, deja caer las barreras del decoro con el mismo celo que trata de controlar el escote de sus colegas. Se robaría la película, si hubiera algo que robar.
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