En Nicaragua hay cada vez más desigualdad social: más ricos y muchos más pobres, mientras la pareja Ortega-Murillo hace creer con “cifralogías oficiales”, que Nicaragua goza de un crecimiento macroeconómico “envidiable”, y se han atrincherado en la economía nacional con el apoyo del Cosep, Amcham, los ricos más beneficiados, sacerdotes y reverendos de las Iglesias católica y evangélicas, y grupos políticos minoritarios. Este supuesto crecimiento enriquece a élites de funcionarios públicos, castrenses, del partido oficialista, de la empresa privada, allegados y aliados, fomentando un mayor desorden organizado y una corrupción estatal de grandes dimensiones, que recae en los ciudadanos que pagan sus impuestos. De esa manera se desarticula el orden constitucional, a las instituciones y las fuerzas castrenses, reflejando una posición de fuerza autoritaria represiva, fanática y de culto personalista, para mantener temor en la población pobre, reprimir sus movilizaciones y reclamos por sus derechos humanos y por verdaderas elecciones nacionales libres y confiables.
El FSLN-Ortega-Murillo ha completado el manejo de todos los hilos del poder, luego del fraude vergonzoso. Pretenden crear una imagen conciliadora con Estados Unidos y ante la comunidad internacional, dándole “atol con los dedos”, para mediante la manipulación diplomática lograr el reconocimiento a su inconstitucionalidad para así cumplir con sus planes y objetivos: manipular un fraude consentido; reelegirse indefinidamente; nuevas reformas constitucionales que lo blinden en la corrupción estatal; fortalecer las relaciones con Rusia e Irán, entre otros. Para esto utiliza dos caras: 1. La imagen de un Ortega conciliador, amante de la paz, comprensivo, amistoso, humilde y buena gente. 2. La demagogia del papel de víctima de la oposición popular interna, incomprensible a su sacrificio por el país, para así atemorizar, someter y neutralizar al pueblo mediante una ley agresiva y opresora: Ley de Seguridad Soberana, que le facilite mediante una posición de fuerza tomar acciones contra partidos, personas u organismos, para neutralizar a los que se opongan a sus designios partidario y de poder, como también someter a las ONG.
Los opositores al régimen Ortega-Murillo van convenciéndose de renovar el liderazgo, recuperar fuerzas y confianza en nuestro pueblo, avanzar hacia la unidad sin mezquindad y difundir el pensamiento ideo-político del cambio con propuestas programáticas.
Este nuevo escenario obliga a mayores compromisos de lucha, trabajar fuertemente y ligarse más a la problemática del pueblo pobre. Se ha transitado por caminos y experiencias políticas positivas y negativas, que van desde divisiones partidarias internas hasta percepciones y actitudes de dirigentes con resultados poco positivos. Ahora es al logro de la unidad de los partidos, organizaciones, movimientos y todo lo que represente oposición al sistema y gobierno actual, con la firme decisión de seguir luchando con honestidad por el verdadero cambio: por los Derechos Humanos, por un Estado de Derecho constitucional con justicia social y libertad de expresión, confiando en Dios, que esta lucha será de triunfos.
El autor es periodista.