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Arnoldo R. Martínez Ramírez

Consumo de alcohol en adolescentes y jóvenes

El consumo de alcohol en Nicaragua debería ser tema de salud pública, pues en el país es ingerido desde niños de 12 años hasta adultos mayores, hombres y mujeres, con o sin recursos, sin distinción.  La diferencia solo está en la cantidad y calidad. Esta situación se agudiza debido a que nuestro precario nivel educativo nos vulnera ante la propaganda sistemática, que califica y nos vende la bebida como natural y hasta saludable, sinónimo de manantial de felicidad y buen vivir.

Nicaragua es el tercer país en América con la tasa más alta de mortalidad por consumo de alcohol. Entre 2009 y 2016 su producción se incrementó en el 69 por ciento. Y desde 1994 aumentó en 166 por ciento debido al mayor consumo nacional (La Prensa, 22-11-16). En los últimos tres años, los accidentes de tránsito y fallecidos en el país aumentaron respectivamente 6 por ciento y 2 por ciento anual. El consumo de alcohol es una de las causas principales. En la medida que el número de expendios es mayor que el de hospitales, centros de salud y escuelas, nuestra sociedad continuará siendo castigada al formar ciudadanos entumecidos por la bebida, abatidos por el desconocimiento y humillados en su dignidad.

El consumo del alcohol es una de las tres prioridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pese a que solo la mitad de la población mundial lo consume, es un factor de riesgo global y constituye la tercera causa de enfermedad y muerte prematura. La OMS define su dependencia como un conjunto de fenómenos conductuales, cognitivos y fisiológicos, que pueden aparecer después de su consumo repetido. Estos fenómenos incluyen: deseo intenso y persistencia de consumir alcohol, dificultad para controlarlo, a pesar de sus perjudiciales consecuencias, mayor prioridad al consumo frente a otras actividades y obligaciones, y aumento de la tolerancia al alcohol.

Su consumo es dañino para adolescentes y jóvenes. Ingerirlo a esas edades quintuplica las probabilidades de volverse una adicción, los induce al temprano inicio de sus actividades sexuales, y expone a embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH, sida. Asimismo, son cuatro veces más vulnerables a padecer depresión y trastornos emocionales. El alcohol está asociado con suicidios y accidentes de tránsito; reducción de funciones cognoscitivas (percepción y juicio), motoras (equilibrio y reflejos), y emocionales (sensatez y madurez); aumento de conductas violentas, posibilidades de abandonar los estudios y consumir otras drogas. Los adolescentes y jóvenes consumidores de alcohol tienen más riesgo de enfermar de cirrosis, pancreatitis, infartos hemorrágicos y algunas formas de cáncer.

Según la OMS, en 2012 más de 3.3 millones de personas murieron en el mundo por consumo de alcohol (6% de muertes en el mundo). Ese año, el Continente Americano contribuyó a la muerte de cerca de 300,000 personas, de las que más de 80,000 no habrían fallecido si este no hubiese intermediado. Además de la pérdida de vidas, su consumo ha impactado en la salud, recursos y productividad. En nuestro continente se consume per cápita un promedio 8.4 litros de alcohol puro por año -2.5 litros menos que Europa, pero estamos sobre el promedio mundial. La cerveza es la más popular, y representa el 55 por ciento del total consumido.

Entre 2005 y 2010 el porcentaje de hombres bebedores en el continente que tienen fuertes consumos episódicos de alcohol, es decir, que beben más de cinco bebidas alcohólicas (embriaguez en período corto), aumentó del 18 por ciento al 30 por ciento; y entre las mujeres del 4.6 por ciento al 13 por ciento. En el continente, uno de cada cinco bebedores (22%), practica episodios de consumo alcohólico excesivo, porcentaje superior al promedio global (16%). Se estima que cerca del 6 por ciento de personas padecen algún trastorno relacionado con la bebida y son limitadas las personas que reciben asistencia médica.

En nuestro continente, el 53 por ciento de adolescentes consumen alcohol. ¿Qué los motiva a esto? ¿Son desatendidos por sus padres; conviven en ambientes de consumo de licor y comportamientos agresivos; las festividades y problemas familiares derivan en parrandas; son presionados por compañeros de clase? La propaganda, películas, TV, inducen al consumo de licor y cervezas; mostrándolo como panacea para combatir la timidez, soledad, baja autoestima, falta de energía, aburrimiento; además de liberarlos de temores y suministrarles gratificación inmediata. Para agravar la situación su consumo es permitido por los padres, el gobierno, los educadores y la sociedad en su conjunto.

La Organización Panamericana de la Salud aboga por medidas para limitar su disponibilidad, restringir la comercialización y aumentar los precios con mayores impuestos; la imposición de una edad mínima para la compraventa; restricciones en horarios y locales de venta, y regular su comercialización.
Pocos países han tomado acciones.

El autor es contador.

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