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A dos años de la otra gran farsa, queda la amenaza

Hasta el seis de noviembre pasado, la mayor mentira, y el mayor fracaso, de una larga lista de mentiras y fracasos del Gobierno, había sido la fantasía del Gran Canal Interoceánico.

El estrepitoso fracaso del circo electoral, con el gigantesco abstencionismo y las escasas felicitaciones que han recibido los “ganadores” de las votaciones recién pasadas, supera el ridículo mundial que Ortega, su gobierno, y su socio Wang Jing han hecho con el Canal que debería estar listo en 2019, como lo prometió el multimillonario chino. Una promesa que hasta hace poco sostenía el vocero gubernamental de ese proyecto.

Hoy hace dos años Wang Jing anunció en Brito, Rivas, “el inicio de las obras de construcción” del Gran Canal Interoceánico. Desde entonces, un camino de tierra fue reparado, y nada más.

Dos años después, como dice un reportaje de LA PRENSA publicado el domingo pasado, “en el sitio de la construcción aún no hay buques pero sí vacas. Los pasivos cuadrúpedos andan de aquí para allá, cruzando el camino de tierra que supuestamente llevaría maquinaria pesada para levantar un puerto de aguas profundas en Brito, Rivas. De pastizal en pastizal, los animales no se deciden entre ir a la derecha o a la izquierda, de tanto verdor…”.

Y eso es todo lo que hay hasta ahora. O mejor dicho, eso y una onerosa y leonina ley que el presidente inconstitucional Daniel Ortega hizo aprobar a su dócil supermayoría en la Asamblea Nacional —más de 60 obedientes diputados obtenidos en lo que observadores internacionales describieron como un “opaco” proceso electoral realizado en 2011.

Esa ley entregó por cien años a Wang Jing una franja del territorio nacional que tiene 10 kilómetros de ancho y que va desde Brito en la costa de Rivas hasta Punta Gorda, en la costa del Caribe Sur del país.

El proyecto, ya cualquier persona pensante lo tiene claro, es una fantasía. En declaraciones publicadas en la edición de hoy de LA PRENSA, el asesor económico presidencial, Bayardo Arce, dice que “el Canal es una tentación”, o sea, nada más que una ilusión.

Uno más de la larga lista de engaños entre los que podemos contar: la refinería “El Supremo Sueño de Bolívar” que no pasó de ser centro de acopio de combustible; la hidroeléctrica Tumarín, para cuyo recuerdo solo quedó una carretera a ningún parte, o —pocos lo recuerdan— el satélite espacial prometido hace algunos años, del que se habló una vez y nada más.

Pero de todas esas farsas, la más peligrosa es la del Canal, pues queda la ley que ha entregado a Wang Jing miles de kilómetros del territorio nacional, una inmensa parte de Nicaragua donde ese señor no solo puede hacer lo que le venga en gana, sino que según el artículo 3, en su último párrafo, establece que “se otorga al concesionario (Wang Jing) el derecho de ceder, novar, transferir o gravar todos o cualquiera de sus derechos u obligaciones respecto a todos o cualquiera de los subproyectos, incluyendo cualquier derecho en virtud a este artículo 3 y cualquiera otros derechos y obligaciones establecidos en la presente ley”.

En marzo de 2015, Wang Jing dijo: “No puedo dejar que este proyecto se convierta en un hazmerreír internacional” y aunque hasta ahora en el terreno solo hay charcas, el artículo 3 le abre a Wang Jing y a su socio inmensas posibilidades de negocios, y esa es la amenaza que se cierne sobre los campesinos que siguen luchando, aun arriesgando sus vidas, contra esa ley, que como proyecto es una farsa, pero como amenaza es muy real.

COMENTARIOS

  1. Rigoberto LP
    Hace 7 años

    La mega mentira del canal interoceanico lleva mas de 4 años.
    Hace 2 años que el chino mentiroso y el vocero (bien pagado) de la mega mentira, anunciaron el inicio de la construcción.
    No han hecho pero ni un piochazo.
    Clase mega mentira… con la que querían engañar al pueblo mas pobre y desempleado de America.
    Mientras sus “lideres de los pobres” se hacían millonarios.

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