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Filosofía popular

Querida Nicaragua: El gran filósofo chino Confucio, nacido 551 años antes de Cristo, dejó entre sus pensamientos el siguiente: “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete un error mayor”.

Querida Nicaragua: El gran filósofo chino Confucio, nacido 551 años antes de Cristo, dejó entre sus pensamientos el siguiente: “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete un error mayor”.

Nosotros vivimos cometiendo errores, pero casi nunca tenemos el valor de reconocerlo y al no reconocerlo, no corregimos el error cometido y como dice el sabio Confucio estamos cometiendo otro error mayor.

No estoy hablando de nadie en particular, sino que de todos nosotros en general, ya que nuestra historia nacional está plagada de errores que hemos cometido en cada una de las etapas que nos ha tocado vivir. De modo que nadie se dé por aludido, pues estoy hablando de todos nosotros, inclusive de nuestros padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.

La filosofía de Confucio es naturalmente alta filosofía. Pero el pueblo, que no es necesariamente un Confucio tiene su propia experiencia y su propia filosofía popular, expresada en dichos y refranes que nunca pone en práctica.

Por ejemplo, nos encanta murmurar y tenemos este refrán: “en boca cerrada no entran moscas”, para significar que muchas veces es mejor no hablar porque podemos hablar lo que no sabemos, o porque estamos hablando de los defectos de alguna persona, sin fijarnos en que nosotros tenemos peores defectos que ella. En este sentido viene al caso otro dicho popular: “el que dice lo que no debe, oye lo que no quiere”. Muchas veces hablamos y hablamos en forma grosera de otra persona, sin pensar que esa persona nos puede responder señalando nuestros propios errores, que a lo mejor son peores que los de ella.

Repito, no estoy hablando de nadie en particular. Estas son observaciones que se me vienen a la mente cuando leo algo interesante o cuando encuentro una cita aleccionadora como esa de Confucio, que por cierto apareció hace años en el Diario LA PRENSA, en aquella bonita sección que se titulaba Frases de Valor, y que tantas enseñanzas dejaba.

Pero a propósito de esa frase de Confucio, si nuestros hombres, inclusive nuestros héroes hubiesen aprendido que al cometer un error hay que reconocerlo y corregirlo, la patria no hubiese sufrido tanto, ni sería Nicaragua el país empobrecido que hoy es ni padecería la tragedia que padece por tantos errores que nuestros políticos no han sido capaces ni de reconocer ni de corregir.

El origen de la guerra nacional de 1854 fue el ansia de poder de un partido, que, para quitar al que estaba en el poder, cometió el error de traer mercenarios norteamericanos para que le ayudaran a botar al Gobierno. Error histórico enorme que casi nos cuesta la pérdida total de la nación. Todos conocemos los horrores de la guerra nacional, culminando con el incendio de Granada. El filibustero Walker se hizo presidente de Nicaragua y quiso imponer la esclavitud.

Luego vivimos treinta años de relativa paz, pero el error de buscar el poder por la reelección continuó, provocando la revolución liberal del 93, dirigida por el general José Santos Zelaya.

El error de don Roberto Sacasa de querer reelegirse y perder el poder por ello tampoco fue aprendido por Zelaya, que al poco tiempo de estar en el poder empezó a reelegirse cambiando la Constitución que él mismo había hecho y que fue aclamada con entusiasmo por todo el pueblo.

Error histórico de Zelaya que tampoco fue reconocido ni corregido, pues se quedó en el poder por 16 años. Y como nadie experimenta en cabeza ajena, que es otro decir popular, muchos de los hombres que vinieron después de Zelaya traían también el germen de la reelección.

Hemos ido pues, de error en error sin corregirlos, de reelección en reelección o de cuartelazo en cuartelazo. Y hoy en día peor, pues la reelección está permitida en la Constitución por obra y gracia de don Daniel. Tal vez algún día aprendamos las lecciones de la historia.

El autor es gerente de Radio Corporación y excandidato a la Presidencia de la República en 2011.

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