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Mario Sandoval Aranda

¿Procreó Darío, hijo en Nindirí?

Como estamos en el Centenario de la entrada de Rubén Darío a la gloria de la inmortalidad, creo oportuno dar a conocer pasajes de su vida íntima desconocida. Comentando el suceso que voy a narrar, me han dicho: “Divulgalo, vos no estás inventando nada, es importante darlo a conocer, para que se sepa”. Ya que personas honorables lo dicen.

Cuentan de generación, en generación, que Rubén Darío en sus años mozos, cuando trabajaba en la Biblioteca Nacional en Managua, venía los sábados a Masaya donde sus amigos Manuel Maldonado y Alejandro Bermúdez Núñez, hospedándose en el Hotel Ascárate, del español José Ascárate. Situado de las Siete Esquinas, 30 varas al sur. También dicen —se reunía con Rafael Montiel, Napoleón Escobar (padre), Efraín y Anselmo Sequeira, José Dolores Morales, Manuel Rosales, Francisco Corrales y otros jóvenes intelectuales— que habían formado El Parnaso Nicaragüense.

Relata el profesor Julio Barboza Ramírez, vecino de Nindirí, persona de todo crédito, que cuando estaban vivos don José María Gutiérrez Arancibia, telegrafista de la ciudad, fundador del Museo de Nindirí, y don Víctor Membreño, quien fue alcalde de Nindirí por muchos años, contaban que cuando Darío iba a Masaya, los sábados pasaba por Nindirí visitando a una joven que vivía donde hoy está la Farmacia San José, contiguo a la Biblioteca Rubén Darío, la cual le tuvo un hijo que murió recién nacido, siendo enterrado por un campesino de nombre Juan Martínez, que hizo la fosa en el patio de la casa, cerca de un palo de cacao. Después de esto la joven desapareció.

Dice don Julio, quien actualmente tiene 89 años, que contó esta historia al reconocido intelectual masayense don Raúl Sánchez Velásquez, el cual iba a publicar un libro dando a conocer el supuesto nacimiento del hijo de Darío. Para corroborar lo dicho don Raúl les pidió a don José María y a don Víctor, que narraran lo dicho ante notario público, lo cual aceptaron porque era verdad lo que decían. El libro no se publicó dando a conocer el nacimiento de este supuesto hijo de Rubén Darío con la joven de Nindirí, porque lamentablemente don Raúl enfermó y murió.

Todo esto por mi medio, don Julio Barboza lo contó al escritor Jorge Eduardo Arellano.

Cuando Darío vino a Nicaragua en 1907 ciñiendo en sus sienes la corona de laureles de la gloria, al regresar a España para desempeñar el honroso cargo de embajador de Nicaragua ante su Majestad el Rey Alfonso XIII, en su libro El viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical, no olvidó a Masaya ni a Nindirí, página 195: “Nombran a Masaya la Ciudad de las Flores. Es, por cierto, bella en su suelo florido. Allí pensé una vez más en la gentil Primavera de Bottocelli. Flores en los jardines, flores en las mujeres, flores en todas partes… Masaya me evocaba a Hafiz, a Sadi; vergeles de Sarón, de Bagdad, de la olorosa Persia… (Refiriéndose a Nindirí y sus mujeres dice). “Vi de nuevo en la alegría aldeana las figuras de bronce viviente de las indias graciosas y hacendosas. Ellas tejen telas al modo primitivo, trabajan curiosas obras de cerámica, y venden como antaño y como siempre sus rosas, sus lirios, sus mangos, sus marañones y sus jocotes. Desnudas de hombros, brazos, pies y piernas, llevan con garbo sus cestas a los mercados”. Y habla de los volcanes Santiago y Masaya.

El autor es periodista.
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Opinión Nindirí Rubén Darío archivo
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