Después que las fotografías dejaran en evidencia un suelo árido y rocoso, donde una vez hubo agua y un ecosistema perteneciente a una laguna que ya no existía, el agua ha regresado a la laguna de Tisma, pero no se sabe por cuánto tiempo estará ahí.
“Así como vino, el agua se puede ir”, señala Abdel García, oficial de Gestión de Riesgo del Centro Humboldt, quien considera que se debe esperar al invierno del año 2017, el cual se prevé que sea bueno, para valorar la recuperación.
No obstante, el experto, considera que “hablar de recuperación ahora puede ser algo positivo, pero los acuíferos tienen un historial de los últimos tres años de afectación por sequía”, señala, lo cual impacta en la recuperación y por lo tanto se requiere de un invierno constante, y si no llueve será difícil, dijo.
Para don Bienvenido Valle, originario de Tisma, pescador y habitante de las orillas del charco de Tisma, a como también conocen a la laguna, en sus 60 años de vida, esta no es la primera vez que este cuerpo de agua queda convertido casi en desierto, pero si es una de las que más ha perdurado.
Valle dice que aunque el agua no ha llegado a su nivel, señala un espacio de 100 metros de donde se encuentra el borde del agua, la “playita se está llenando, pero eso nos va a durar solo unos dos o tres meses y después queda en tierra”, dijo.
Durante el tiempo de sequía Geovani Pichardo, pescador de la zona, afirma que iba a pescar a unos “charcos”, cercanos a Granada, pero que ahora con la recuperación de la laguna se ha mejorado la pesca, y sacan alrededor de 10 a 15 piñas a diario entre pescado tilapia y guapote.
El ecosistema es el más afectado
En abril de este año la laguna de Tisma quedó sin una gota de agua, lo cual era preocupante, pero también lo es hoy la recuperación del ecosistema que aquí habitaba.
Así reflexiona García, quien dice que los “ecosistemas que ahí existían no se van a poder recuperar fácilmente”. “¿Qué implicaciones tiene que la laguna haya recuperado ese caudal, qué tan ventajoso es para el ecosistema o no? en esos aspectos se deben profundizar”, reflexiona Abdel.
En el 2015 se registró un déficit de 50 por ciento de precipitaciones y sus consecuencias fueron evidentes en ríos y lagos. Además de la laguna de Tisma, la laguna de Moyuá también fue golpeada por la sequía.