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siglo XXI, corrupción, metamorfosis

Muy siglo XXI, 2016

La intolerancia es un mal predominante que sufre o vive nuestra actual sociedad, y digo sufre o vive, porque en una mayoría muy significativa de personas.

La intolerancia es un mal predominante que sufre o vive nuestra actual sociedad, y digo sufre o vive, porque en una mayoría muy significativa de personas, ni siquiera se dan cuenta que les aflige esta pandemia que se constituye a principios de este siglo, en una humanidad desvencijada con el falso tapiz de “adelantada, globalizada y progresista”.

Al siglo XVIII se le conoció como el “siglo de las luces”. ¿Será que este siglo cuyo epíteto aún no lo hemos oído o no se ha popularizado, merecerá ser llamado de las sombras? Este siglo curiosamente a pesar que se habla del tiempo de la comunicación instantánea y sin barreras, no ha logrado asombrar a la humanidad, al hombre común y corriente de la ciudad y del campo, precisamente porque la misma velocidad de información y de la vida, ha generado un pasmoso costumbrismo, un frío aceptar de que las cosas allí están y suceden sin necesidad que nos preguntemos el porqué, en consecuencia el asombro desaparece y la luz aunque ahí está, solamente produce sombra y esta humanidad aunque tiene la luz, camina en las sombras. Nos estamos perdiendo de las bellezas que hay en cada aurora y crepúsculo, esta humanidad no sabe discernir entre los claros matices de un amanecer radiante y las suaves tonalidades del final de la tarde; ni siquiera es capaz de imaginar que ambos fenómenos cotidianos de la naturaleza, tienen como substrato íntimo a la luz, en la aurora cargada de esperanza y en el crepúsculo preñado de sabiduría y deseos de descanso.

Y el niño juega casi ya, sin asombrarse y el viejo descansa casi ya, sin sonreír. La humanidad actual es desasombrada e intolerante. Solamente en los asilos podemos actualmente encontrar que los individuos se acepten, soporten y toleren, tal cual son. Todos se conocen por su nombre, saben de sus debilidades y defectos, como también de sus virtudes y fortalezas. Les interesa la vida tal y como fluye diariamente en su propio ser y entorno; conocen del mundo exterior pero este no les condiciona. Es admirable darse cuenta como se expresan de sus familiares, que en la mayoría de los casos han sido quienes les han buscado ese albergue, generalmente sin palabra de desdén o reclamo. En cambio allá afuera, abunda la incriminación, la crítica mal intencionada, la acusación.
¡Humanidad del Nuevo Siglo, caminando en las sombras!

La falta de tolerancia hace que el hombre sea incapaz de esperar, de escuchar, de atender y mucho menos de comprender. Ha hecho que la humanidad esté caminando como nunca antes en el sendero de la indiferencia por los demás, ha creado un hombre muy siglo XXI que cree a pie juntillas que solamente lo que interese a sus sentidos y su bolsillo es lo que realmente vale y por lo que ha venido a este mundo.

Hace falta lectura, hace falta la palabra articulada. La lectura no debe confundirse con la consulta, que generalmente tiene un sentido de urgencia, a veces de satisfacer una curiosidad; la lectura en cambio es una búsqueda de encontrar lo que hace falta, un deseo permanente de “asombrarse”, un reconocimiento tácito que “es más lo que no sabemos, que lo que sabemos”. En la consulta el hombre puede encontrar algo, en la lectura el hombre acaba encontrándose consigo mismo. Para la consulta, internet; para la lectura, los libros.

La palabra se está ausentando cada vez más de esta humanidad; si hiciésemos un recuento de palabras, encontraríamos gran déficit entre las emitidas por la humanidad de finales del siglo XX, con las de la humanidad siglo XXI, 2016.

Vivimos en un mundo de microcompartimentos, aislado, las pantallas son los interlocutores, por un atavismo alienante rehuimos al congénere, la misma música y sonidos no queremos compartirlos y ahí va el hombre 2016 caminando, en bicicleta, en carro o avión con los oídos ocluidos por audífonos.

Me retiro pensando en Leslie Jones, Trumph y su muro, el papa Francisco y su moral, el despojo a los naturales de sus tierras, tráfico de órganos, ancianos japoneses cometiendo delitos pequeños con el fin de ser encarcelados para tener compañía. 2016 muy siglo XXI; muy antiético. ¡Oh Señor Jesucristo!, por qué tardas, qué esperas…

El autor es médico.

Columna del día globalización Internet Leslie Jones archivo

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